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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM
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Miguel Ángel Martínez Lule

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente

La realidad opacada

Número 1 / ABRIL - JUNIO 2021

¿Qué nos puede decir de nosotras mismas la experiencia y la palabra de un hombre blanco, rico, heterosexual? ¿Que somos bellas cuando callamos porque parecemos como ausentes?

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Miguel Ángel Martínez Lule

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente

Confinamiento. Palabra que de manera inesperada se volvió parte del vocabulario común. Su significado es simple: “aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o seguridad”. Aunque para muchas personas su significado fue: angustia, desesperación, tristeza, incertidumbre, desempleo, etc.

El confinamiento obligó al sector estudiantil a suspender las clases presenciales e implementar las clases a distancia. Pero existe un problema, las clases a distancia solo pueden ser tomadas por los alumnos que cuentan con internet, electricidad y con aparatos electrónicos. Si tomamos en cuenta que existen comunidades que no tienen acceso a la electricidad –y mucho menos a internet– y que la adquisición de aparatos electrónicos no es accesible para la mayoría de las personas, se puede afirmar con seguridad que el confinamiento nos ha mostrado una realidad conocida –pero opacada por personajes políticos–: en México la educación no es accesible para todos.

La nueva forma de impartir clases exige que se tenga acceso a la electricidad, esto para las zonas urbanas no representa un problema, pero para las zonas rurales sí. El Programa de Desarrollo Eléctrico Nacional reportó que en 2019 cerca de 1, 800, 000 habitantes no tenían servicios de electricidad; dichos habitantes viven, por lo general, en comunidades rurales marginadas. Los estados con mayor cantidad de personas sin electricidad son Chiapas y Oaxaca.

Después de la electricidad, el internet juega un papel importante en esta forma de enseñar. Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares realizada por el INEGI, en 2019 el 70.1% de la población mayor de seis años es usuaria de internet, pero sólo el 54.6% de los hogares tienen conexión a internet. Es aquí donde se presenta uno de los más grandes dilemas.

Supongamos que la escuela de un alumno o alumna decidió impartir las clases en línea, pero el hogar de dicho alumno(a) forma parte del 45.4% que no cuenta con conexión a internet; entonces la única forma que tiene éste(a) de poder asistir a sus clases sería acudiendo al punto de conexión más cercano a su domicilio. Pero, esta acción sería contradictoria al objetivo de las clases en línea que se implementaron para evitar que la comunidad estudiantil se contagie al trasladarse de un punto a otro. Es aquí donde el alumno en cuestión enfrenta un dilema, por una parte, puede continuar sus estudios (los cuales le aseguran un futuro mejor) poniendo en riesgo su salud o puede renunciar a sus estudios, pero como seguramente forma parte de las 52.4 millones de personas pobres, tendrá que buscar un trabajo para poder subsistir, exponiéndose de esta forma al peligro de contagio. Como se observa, ninguna de las dos opciones es viable.

Entonces, ¿Qué hará el estudiante? Para sus padres la respuesta es simple: él o ella tendrá que abandonar sus estudios, ya que para ellos es mejor que el dinero que se usa para que su hijo(a) vaya a la escuela se use para que haga algo “provechoso”, es decir, algo que genere dinero, haciendo que la deserción escolar y el trabajo infantil vayan en aumento. Algo que, supuestamente, los gobiernos tratan de disminuir.

Ahora bien, supongamos que una alumna tiene acceso a Internet y a electricidad, pero solo cuenta con una computadora la cual comparte con otras 3 personas, aquí nos encontramos con una realidad que yo mismo he visto con mis compañeros de grupo. Por lo general, las clases en línea se realizan de manera sincrónica, por lo cual, si dicha alumna tiene clases desde las 7 de la mañana, hasta la 1 de la tarde (turno matutino del plantel en el que estoy) pero también su hermano tiene clases a esas horas qué puede hacer. La única solución sería no tomar algunas clases para que su hermano pueda tomar sus clases. Obviamente, esto trae problemas para ambos, ya que provoca que no aprovechen adecuadamente los conocimientos proporcionados, lo cual afectará su vida académica futura.

Las autoridades gubernamentales y educativas han realizado varias estrategias para evitar la deserción escolar, pero éstas han sido insuficientes, ya que tienen un alcance muy reducido o porque la cantidad monetaria proporcionada no alcanza para estudiar adecuadamente, e incluso resulta contradictoria. Por ejemplo, la UNAM puso a disposición de la comunidad estudiantil los “Centros de acceso PC puma”, en estos centros “se ofrece el préstamo de equipo de cómputo exclusivamente en sitio a alumnos y profesores con una relación académica vigente y verificable con la Universidad para facilitar y mejorar su capacidad de conectividad y aprendizaje a distancia, en espacios universitarios.”

Es una idea buena, pero contradictoria a lo dicho por la misma universidad en un comunicado publicado el día 16 de marzo de 2020, en dicho comunicado se expresa lo siguiente:

[…] Con el propósito de continuar protegiendo a nuestra comunidad y de disminuir el impacto de esta situación [refiriéndose a la pandemia] en las tareas sustantivas de nuestra universidad –la docencia, la investigación y la difusión de la cultura–, se ha decidido iniciar a partir de mañana, martes 17 de marzo, la suspensión paulatina y ordenada de las clases en nuestros diferentes campus.

Aquí es visible la contradicción de la universidad, ya que por una parte suspenden las clases para proteger a la comunidad, pero también hace que las y los estudiantes que no cuentan con el equipo electrónico se expongan al riesgo de contagiarse.

Todos los problemas antes dichos no son nuevos, como ya se advirtió, son bien conocidos por todos. Estos problemas siempre son abordados por los gobernantes quienes siempre pretenden erradicarlos, implementando para ello “proyectos innovadores y beneficiosos para todos”, pero éstos siempre terminan beneficiando a unos cuantos y no a quienes realmente deberían.

También se han modificado varias leyes para hacer que el acceso a la electricidad, al internet sean una obligación del Estado, pero todo esto siempre se queda en letra muerta.

Es necesario que las autoridades estudiantiles aboguen por las y los estudiantes que viven en condiciones de marginación para que puedan contar con los servicios necesarios para que puedan tomar sus clases, sean éstas en linea, o presenciales, de manera adecuada y así detener la deserción escolar y el trabajo infantil.

Hoy el sistema político heredado por gobiernos anteriores está en crisis, es tiempo de que todas y todos, estudiantes y no estudiantes, realicemos un cambio profundo al país, para así poder vivir en un verdadero Estado de bienestar. Un Estado en donde realmente todos, sin importar la condición monetaria, puedan acceder a un derecho universal: la educación, ya que sin ésta el futuro del país estará en el aire. Espero que esto suceda.

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