En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Badhombre Magazine
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Amanda Mesa Guerra

Escuela Nacional Preparatoria No.6

Soy Amanda. Me gusta viajar, a dónde sea, por dónde sea. Me gusta viajar en carro, en aviones, en libros, en poemas, en pinturas. Me gustaría un día haberlo visto todo. Soy migrante, soy mujer, soy persona. No creo que haya mucho más que decir, excepto que me disculpo por enviar esto con tanta tardanza. Muy recientemente me enteré de la posibilidad de hacerlo.

La farsa de lo aesthetic

Número 14 / JULIO - SEPTIEMBRE 2024

Estética identitaria en el mundo de las redes

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Amanda Mesa Guerra

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En los viejos tiempos, si viejo es una palabra utilizable para describir cualquier pasado colectivo reciente, la vestimenta servía de expresión casi directa de la identidad, ideales y estilo de vida del individuo que la portara. No hay nada innovador sobre la noción de que la moda es un vehículo tanto de cultura como de expresión personal. Al igual que cualquier corriente artística, las tendencias así como la tradición de la vestimenta, cargan consigo un delicado mensaje social e individual. La ropa permite facilitar la interacción social, como menciona Amaya Sánchez-Contador en su trabajo La identidad a través de la moda, “las prendas hacen posible no sólo establecer una comunicación, sino definirnos a nosotros mismos, lo que es clave para establecer contactos, elaborar redes y, en definitiva, para socializarnos.”

La vestimenta gótica originalmente era usada por los seguidores del rock gótico, género musical que se deriva del movimiento post-punk británico, escena cultural que a su vez se ve influenciada por el glam rock británico de los años setenta del siglo XX. Aquellos que se vestían como goths, en referencia directa a esta música, lograban así participar en el movimiento y encontrar a otros individuos con las mismas inclinaciones de manera más eficiente. O, puede que fuera sencillo concluir que aquel cuerpo ataviado con overoles de mezclilla y un pañuelo atado sobre la cabeza, realizara trabajo de alta demanda física; o que la silueta de una camisa planchada y fajada bajo una falda negra, correspondiera al trabajo en la oficina. El ser humano es, ergo, viste, determinado por la interpretación del entorno cercano y limitado en el que se encuentra. 

No obstante, con la llegada de los medios altamente accesibles para las masas, y la subsecuente proliferación de las redes sociales, los límites del entorno en el que vivimos desaparecieron. Las diversas identidades se encontraron bajo la mirada microscópica y constante del resto de la población, incluso mientras realizaban sus actividades diarias y portaban sus ropas más comunes. Asimismo, la creciente necesidad de inmediatez generó que se quisiera expresar esta identidad de forma rápida y sencilla. Y, ¿qué más fácil de percibir que la ropa?, más aún cuando denota el estilo de vida de quien la trae puesta.

Nuevamente ilustremos. Si alguien viste camisa planchada, falda negra y tacones elegantes, no sólo significa que trabaja en una oficina, sino que probablemente tiene una personalidad con afán por estudiar y un deseo de superación. Además, si entre sus posesiones más relevantes se encuentran plumas, libros y lentes oculares delgados, su cabello está recogido, perfeccionado y preparado con gel para evitar cualquier modificación al calor del día, enfatiza una personalidad rígida y enfocada que asignamos a nuestro personaje. Podemos ver claramente que, a partir de algo tan concreto como la ropa, el usuario promedio de redes concluye una larga serie de detalles personales, generando un estereotipo cuidadosamente formado.

Quienes crecimos bajo esta mirada, concluimos que debíamos adherirnos a aquel estereotipo al cual quisiéramos ser asociados en el futuro, y vestirnos coincidente con ello. Si quiero tener un trabajo en una oficina y enfocarme a los estudios, me debo vestir de tal manera. Incluso se llega a definir la identidad propia a base del ojo de quienes nos rodean. Con ello el acercamiento a las prendas que portamos realizó un giro de 180 grados.

Con la aplicación de este razonamiento a todos los estilos de vestimenta, surgen categorías precisas para clasificar a los individuos con base en su forma de vestir, en las redes, estas categorías se denominan aesthetics, palabra inglesa que significa estéticas.

Cada aesthetic tiene un nombre particular, así como un estilo de vestimenta bien definido que el individuo debe utilizar para entrar en su clasificación. Con el tiempo, son incontables los aesthetics que han surgido en las redes: cottagecore, vintage, dark academia, old money, kawaii, etc. Asimismo, cada aesthetic da cabida al deseo de un estilo de vida particular; ya sea aspirar a ser parte de cierto nivel económico, y por consiguiente vestirse old money, dinero viejo, en inglés; o, apelar a la nostalgia y a la seguridad que trae el pasado, vistiéndose vintage y usar ropa de segunda mano de los setenta, por poner dos ejemplos. Se espera que cada usuario de redes sociales escoja uno o más aesthetics para definir su personalidad y dárselo a conocer al público digital.

Mientras tanto, los jóvenes que crecen observando categorizaciones en medio de su proceso de formación identitaria, escogen su respectivo aesthetic mucho antes de conocer su identidad. De este modo, surgen fenómenos sumamente extraños, como adolescentes goth que no disfrutan el rock gótico, el cual es la razón entera del estilo, o jóvenes hippies que viven en mansiones.

La adquisición de un aesthetic va mucho más allá de la ropa, exige la afiliación a toda una línea de características, actitudes y rasgos de personalidad, que no necesariamente se adhieren al individuo en cuestión, aunque éste guste de la vestimenta involucrada. Es peligroso que los jóvenes tengan la falsa concepción de que para vestir de cierto modo, tienen que ser de cierto modo también. El afán de apegarse a un aesthetic puede llevar, incluso, al consumo de sustancias. Si tienes un rockstar girlfriend aesthetic, novia de un rockero, y verdaderamente debes convertirte en esa persona, la única opción es consumir lo que consumiría esa persona. Los aesthetics bloquean las oportunidades de creatividad e innovación en la vestimenta, la expresión se vuelve fanática y redundante en vez de única y verdaderamente reveladora.

La moda definitivamente ha sido y debe ser solamente un vehículo de nuestra identidad y nuestros gustos ya existentes. Si algo ha transmitido la larga y ardua historia de la humanidad, es que es vano e innecesario tratar de encasillar a las personas basándose únicamente en su apariencia física. No existe una razón consistente para vivir una vida ajena con tal de hacer la identidad propia más accesible a quien nos observa. Quien verdaderamente quiera conocer cómo vive y cómo es alguien, deberá hacer más que buscar si dice cottagecore en sus redes.

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