Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Si estás leyendo, accediste a educación desde muy temprana edad y has llegado a la educación superior o estás a un paso de estar ahí, le sigue la vida laboral. La educación tradicional, desde la educación básica hasta la educación superior, ¿nos brinda las aptitudes y destrezas para afrontar la empresa de vivir en el mundo actual, con sus complejidades económicas, tecnológicas y sociales tan efervescentes característicos de nuestra época?
Nuestro primer contacto con el mundo externo al ámbito familiar es la escuela. En la escuela conocemos a individuos de diferentes contextos, aspectos y formas de actuar, esto avanza conforme vamos creciendo y tomamos conciencia de las aristas de las diferentes individualidades con las que tenemos que convivir.
Recuerdo el dolor de cabeza que me causaban los exámenes de matemáticas, puesto que tuve que pasar por muchos y sobrevivir a ellos para elegir lo que realmente me gustaba, o lo que creí que realmente me gustaba. A pesar de que mi carrera universitaria actual incluye casi nada de matemáticas, sé que en la vida me volveré a encontrar con situaciones de estrés y dificultad en las que tendré que incursionar en campos en los que no me considero competente, me demandará lidiar con ellos y encontrar una solución: ¿qué cosa hay más natural que encontrarse con problemas que nos dan dolores de cabeza?
La escuela no solo educa, nos introduce en el acatamiento de las convenciones sociales, además busca, y es su finalidad, crear individuos que puedan insertarse en el mercado laboral para seguir manteniendo el sistema a flote. Es aquí donde encontramos la mayoría de las preocupaciones y discrepancias debido al panorama actual.
En el presente, las aplicaciones de la tecnología y de la inteligencia artificial avanzan de manera muy acelerada. Las grandes empresas no dudarán en utilizarlas si les resulta conveniente, sin importar que tengan que recortar sus plantillas, pues así es la lógica del capital. Aunado a esto, las carreras que estudian los universitarios no están ligadas ni empatan con las necesidades y realidades del mundo actual. Por lo tanto, nos vemos obligados a incursionar en ámbitos para los que no estudiamos. De acuerdo con un estudio de la Encuesta Nacional de Egresados, el 49.7 por ciento de los graduados universitarios en el país ingresa al mercado con un empleo que no se vincula por completo con la carrera que cursaron, cifra que implica un crecimiento de nueve puntos porcentuales en dos años (ENE, 2023).
La educación se tiene que acoplar a estos cambios vertiginosos, si no, ¿de qué sirve estudiar si después no podremos trabajar en aquello en lo que nos preparamos? Cuando el trabajo es la condicionante principal de la vida en un esquema capitalista, y la educación, en teoría, es el medio legítimo para encontrar el trabajo, ¿qué nos depara?
Está claro que la universidad y el sistema educativo en general tienen fallas de precisión muy grandes que necesitan ser reparadas. Necesitamos repensar nuevas formas de configurar el sistema para ser miembros funcionales y, si es posible, desarrollar lo que nuestras pasiones demandan. Hay que encontrar soluciones a este problema, se juega nada menos que el destino de nuestras vidas. Tal vez yo no sea lo suficientemente brillante como para encontrarlo, pero es un hecho que el tiempo lo develará, probablemente a través de un estrepitoso desbalance o un abrupto cambio de la educación tal como la conocemos.
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