Facultad de Economía
Facultad de Economía
Qué podría suceder si tuviéramos la capacidad de poder encontrarnos con nosotros mismos cuando éramos pequeños… probablemente el niño, mirando a esa persona diría “Qué monstruo, yo no voy a ser eso jamás en la vida”, y supongo que el monstruo mirando a los ojos del niño diría “qué poco queda de ese niño en mí, lo he ido matando poco a poco para sobrevivir en esta jungla…
Luis Eduardo Aute
El niño y la niña
Dos niños se encuentran nadando en la mar,
mirando sus labios preparan volar,
en cuerpos de guerra cautivos están,
divagan bailando, conceden una tentación,
hacen que sus dueños se enfermen, se maten
de amor, de amor.
Como casi siempre no saben bailar,
tan niños se besan flotando a la par,
el niño es un parto de hambre y horror,
la niña es un pacto de penas, quejidos sin voz,
cada niño es frío, es historia y desidia
de amor, de amor.
El aire es eterno, no cabe el dolor,
los besos a coro precintan color,
su gozo en el mundo produce clamor,
no saben acaso que vetada está la flor,
no saben que nadie está ya para chistes
de amor, de amor.
Soñando descalzos deciden luchar,
un niño de vidrio se acerca a nadar,
sonriendo les dice “yo quiero jugar”,
lo quieren amar, pero un dios les regala temor,
pues quien les ha dicho que es digno aquel sueño
de amor, de amor.
Allí son muy libres, copulan la paz,
derraman la prisa en su oasis boreal,
un día descuidan su paso brutal,
la niña resbala a un barranco, no sabe parar,
el niño está triste, no pudo salvarla
de amor, de amor.
La niña en el fondo le busca sin pies,
el niño no entiende, no debe saltar,
sus monstruos se enfrentan y miran el caos, no sabe ninguno porque no los han de brezar, se marchan corriendo, se gritan llorando
de amor, de amor.
Los viejos reproches aceptan su cruz,
la mente se aferra, es un contraluz
el sol y la luna se guardan la faz,
el bosque es muy verde, no deja ver árbol de más, lo singular pierde su trino sagrado
de amor, de amor.
A veces regresan, no existe razón,
si el recuerdo llega se pueden mirar,
la niña en el fondo ve ojos de cristal,
el niño en el risco le ve su pelito floral,
y ambos niños saben que sus monstruos no se amarán, se sueñan, se miran llorando, algún día habrá paz y saben entonces que eso fue la vida
y amor, y amor.
Por: Mariana Shanti González Almaguer
Los libros son amores para la eternidad
Por: Melisa Areli Mancines
Me aterra pisar sobre la piedra y que el mundo vea mis pies sangrar
Por: Nezahualcóyotl Enrique Estrella Flores
Algunas pistas sobre el sentido del “yo” a partir de la literatura