Facultad de Economía
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Unos ojos en la noche, una voz que no se oye
Luis Eduardo Aute
Qué sabrán los ojos
Qué sabrán los ojos de la derrota,
qué sabrán los ojos de cada gota,
los ojos se sientan, recuerdan penas,
los ojos no son pupilas serenas.
Qué sabrán mis ojos de la prudencia,
qué sabrán tus ojos de la clemencia,
qué sabrá el peñasco de aquel cerrojo,
qué sabrá la vida de aquellos ojos.
Los ojos escampan si existe un muermo,
solo un precipicio hacia el infierno.
Los ojos prometen será el descenso
hacia un mundo nuevo, mejor terreno.
Te prometo niña que tengo sueños,
tengo monumentos para tus presos.
Te prometo niña hay una ventana,
prometo que mira a toda la Tierra.
Te prometo niña que tengo un orbe,
tiene luces, todas de mil colores
que aún no se inventan, aún no existen,
insulto a la regla de todo orden.
Los ojos conceden un esperpento,
uno que distraiga sangre del duelo.
Los ojos invitan a ser correcto,
otro resignado sobre desiertos,
otro resignado bajo cimientos.
Qué sabrán los ojos de aquel momento,
qué sabrán los ojos de cada estrofa,
los ojos no pueden ver cada precio,
los ojos son ciegos frente a la escoria.
Qué sabrá la guerra de los escombros,
qué sabrá un secreto de juramentos,
qué sabrá la paz de su propio atraso,
qué sabrán los ojos de aquellos ojos.
Qué dirán los ojos de otros ojos,
qué diablos podrán injuriar los ojos,
cómo convencerme ver otros ojos
que no sean la muerte sobre tus ojos.
los ojos no lloran por los espejos,
son las cicatrices detrás de espejos.
Quiero entrar en tu mundo de fruta encendida, de miradas suaves incomprendidas,
en tus miedos, tus palpitaciones hay ligeras sensaciones,
tus vergüenzas y tus olores, el saber, no saber los pudores, quiero entrar.
Piero
Mar abierto
Voy a mentirte como a ninguna,
decir que solo a ti puedo ver,
perdón, mejor no diré esas cosas
que dice un hombre por poseer,
no tengas miedo del amor,
mientras sea eterno no habrá dolor.
Volver, volver sobre la montura
de un breve intento, paliza cruel,
no es que pretenda tener cordura,
pero enloquece el bies de tu piel,
tus ojos saben prometer,
tu mano abraza a mi timonel.
No sé si tenga nuevas arrugas
el cerco aquel de mi anochecer,
no sé si pueda ser la laguna
que en su pupila te guarde bien,
no sé si pueda serte fiel,
pero seguro sabré perder.
Mar abierto, viste perlas y terrazas
en el puerto.
Mar abierto, no subas a la montaña
tus mareas de misterio.
Sé que no soy el tipo más bueno,
no me merezco probar tu miel,
no soy digno incluso de tu miga,
pero si aceptas la comeré,
cuánta soberbia suelo ser
me provoca soñar tal vez.
Con tu permiso te haré la guerra,
sobre tu cuerpo pólvora y riel,
no quiero verte semidesnuda,
quiero tocar tu puerta y no ser
más fuerza que tu gravedad,
que no te atrape mi vanidad.
Por el sendero buscando albura
se acerca el paso que va a tu red,
llover es prodigio en mi desierto
que solo ofrece un oasis de sed,
te haré, mujer, la procesión
que inmortalice tu consagración.
Mar abierto, viste perlas y terrazas
en el puerto.
Mar abierto, no subas a la montaña
tus mareas de misterio.
No pienses que me invade la duda,
me invade solo si no me ves,
en cambio insisto que mi fortuna
es profanarte como Buñuel,
frugal te ves como virtud,
mira en mi oleaje y sabrás quién soy.
Si nos rompemos contra ese muro
quedará al menos hecho un jirón,
no temas saltar al hondo abismo,
recubrí el fondo con nieve ayer,
no tengas miedo del amor,
mientras sea eterno no habrá dolor.
Mar abierto, viste perlas y terrazas
en el puerto.
Mar abierto, no subas a la montaña
tu misterio.
Mar abierto, viste perlas y terrazas
en el puerto.
Mar abierto, no subas a la montaña
tus mareas de misterio.
La angustia es el precio de ser uno mismo
Silvio Rodríguez
De mi angustia, de tu ausencia
Hace días que no te espero, el vacío te imita bien,
dime cómo te salvaste de morir por perder,
no me digas que en la vida todo corre y todo sigue,
no digas ahora las cosas que negaste por querer.
No digas que no me amaste, porque yo lo sé muy bien,
no hables de lugares nuevos que tú ni siquiera ves,
que fue por esperar noches donde eterno yo era tuyo,
que viviendo del futuro fue cómo me quebré.
Y hoy viviendo del pasado, sin presente, no lo sé,
no culpes al destino que duele si te vas,
está el duelo inoculando en tu aire un funeral
para convencer al incierto, al dolor de que ya no estás.
Pero sentí la presencia de tu rostro a la mitad,
sentí el pecio de tus ojos masacrando mi verdad
y sentí la angustia fría de tu ausencia sobre mi tumba,
nació el precio por ganarse eso que le llaman paz.
Ya te hablé de confesiones, también de tonteras
cuando el fetiche y la efigie eran la única verdad,
con los años la tragedia y la crisis son miradas
de los ojos de la noche o del faro de los peces.
Y si me recuerdas, sabes bien que yo no quise olvidar
cuando un quédate conmigo valía más que una canción,
no quiero saber de labios que se acerquen a tu altar,
ahora tengo que olvidarme de la angustia de ser yo.
De mi angustia, de tu ausencia tengo aún nubes de palabras
que se rompen donde habitan los complejos de tu sombra,
y es que amor, ya está muy rota la cabaña de las porfías,
sí volvieras en un sueño, duele que yo no lo haré.
Creen que lo digo todo, que me juego la vida,
y aunque nunca dejo sola o hueca mi necedad
que es de mi angustia y tu ausencia es la mejor contradicción,
y aunque en noviembre me mates, yo te doy una canción.
No confundas este adagio de mi angustia, de tu ausencia
como forma de olvidarte u otra forma de quererte,
que tan solo es un secreto, una disculpa, un abandono,
ahora Pablo está contando del amor para vivir.
No confundas este adagio de mi angustia, de tu ausencia
con un plácido regalo, ese fue Silvio cantando,
no confundas mi cansancio, que yo sigo enamorado
del amor bajo tus mantos y el amor de Luis Eduardo.
Que yo sigo enamorado de acostarme en tu mirada,
que yo sigo enamorado de escupir la soledad,
que yo sigo enamorado de cantar junto a mi angustia,
que yo sigo enamorado de besarme con tu ausencia.
Que yo sigo enamorado de besarme con tu ausencia,
que yo sigo enamorado de besarme con tu ausencia.
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