Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra
Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra
Recuerdo tu sonrisa, llenaba de calidez mis espacios yertos y le daba calma a mi mente acelerada. Aún siento tus dedos recorriendo la palma de mi mano mientras leíamos acostades en el pasto. Escucho tus cantos, veo tu cuerpo danzar con el viento, acariciando tu cabello rizado. Cada que pronuncio tu nombre, mi cuerpo grita a tu memoria, las mariposas vuelan en mi vientre buscándote, se encuentran perdidas, añoran la libertad que les prometiste. Mi llama se mantiene encendida en busca de resistencia, respuestas, manteniendo la calidez del amor que guardan mis entrañas.
La limerencia persiste en los retratos que conservo de tu rostro; tu rebeldía sempiterna habita en mi cuerpo en transición, en la paciencia que adquirí cuando me enseñaste a maquillarme, en la valentía que sentí cuando me presenté trans en los espacios que ya dominabas. Te amé, te amo y te amaré. Me rehúso a perder mi primer amor.
Sigues danzando, y a pesar de la distancia me amas. No te rindes y buscas la forma de regresar a mí, a tu hogar. Sé que tienes miedo y que en tu llanto se escucha el eco de nuestra resistencia. Eres fuego en mi corazón, guerrillere que te busca; eres perpetuo movimiento que guía mi rebeldía. Me arrebataron el miedo, encendieron mi revolución. Hoy perdí al amor más grande de mi vida, pero me dieron la anarquía que lucha por nosotrans. Frente a la indiferencia de quienes matan, nace el rostro que propaga sueños en la revolución de quienes te seguimos buscando.
Por: Enrique Nájera Sánchez
Ayer, por fin comprendí que te habías ido para siempre
Por: Martín Guadalupe Flores Hernández
Ningún premio en dólares sustituye al amor