Facultad de Filosofía y Letras
Facultad de Filosofía y Letras
Después de tus poemas el mundo comenzó a ser mi extensión y empecé a nombrar a los miembros de mi familia con sustantivos. Mis hermanos cantaban y se llamaban ahora sol, árbol y piedra. Fui entonces testigo y presencia: me miraba con mis ojos que eran también mi espejo y distinguía el izquierdo del derecho sólo por su posición sobre mi rostro y su reflejo. El mundo estaba lleno de ruido y parecía que sonaba para abrumarme. Tenía necesidad de palabras y morir me daba miedo. De pronto, pequeñas parábolas comenzaron a fragmentar la escisión que marcaba de mi piel hacia afuera: el mundo guardaba silencio y yo me apropiaba de él, el mundo me subsumía y me educaba. Yo era el mundo. Y escuché, por fin, lo que siempre creí que era ruido: ¡estaba tocando su música! El mundo tocaba su música para mí. Y entonces me aprendió a tocarla, y a dejarme tocar por ella. El mundo dejó de tener sentido porque ahora lo sentía. El mundo entero guardó silencio porque no tenía sentido. Y aquel callar del mundo borró la última huella de luchas interiores.
Por: Alondra Alarcón
Aunque esquivo y confuso, nos acerca un poco más a nosotros mismos
Por: Yunuen Michelle Velázquez Cervantes
El amor adquiere significado dentro de la experiencia personal
Por: Fátima Valeria Juárez Flores y Enrique Alexander López Ortiz
¿Por qué nos da tanto miedo profundizar nuestros vínculos?
Por: Julliete Italia Vázquez Mendoza
¿Qué van a hacer? No sabemos, nunca sabemos
Por: Emiliano Arechavaleta
Comencemos a relacionarnos de formas diferentes e inclusivas
Por: Leo Marín
El riesgo de la idealización del amor en la construcción de relaciones sanas