Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Estamos muertas, muertas antes de morir.
Crucificadas sin cruz, perdidas en la lúgubre urbanidad, sin rastro.
No dejamos cartas, notitas o mensajes.
Nos vamos sin nada, sin recuerdo, sin beso de despedida.
Sin funeral, flores, lágrimas.
Sin adiós.
Se dice que nos fuimos por cuenta propia, por decisión unánime, sin las manos atadas.
Desprendiendo pasos ausentes de migajas, en penumbra.
Conocemos el aliento de la bestia, sus garras, la piel de cocodrilo. Ojos que nos atraviesan toda esperanza.
Nadie nunca supo, nadie vio, fue “nuestra decisión”.
Nos lloran otras muertas en vida, gritando nombres que ya no tienen sentido, para ver si alguien de casualidad lo recuerda.
A ver si así nos prenden una veladora y aparecemos no tan muertas, no tan rotas y no tan olvidadas.
Para todas las que desaparecieron en la impunidad y ahora son sus mujeres las que les lloran y jamás las olvidan. Hasta la justicia, por siempre.
Lo vamos a tirar.
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