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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Doriane Maika De Swan Sanchez

Doriane Maika De Swan Sanchez

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy estudiante de sociología, me gusta bailar, contorsionarme, la arquitectura del cuerpo, analizar mi mundo y espacio, de-construirme y sobre todo DES-EXISTIR.

Crimen perfecto (y otros poemas)

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

Probablemente hace falta sentir, sentir nuestra piel, nuestros huesos, simplemente sentirnos

Doriane Maika De Swan Sanchez

Doriane Maika De Swan Sanchez

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Crimen Perfecto

Era el callejón de La Esmeralda, ahí la citó Javier. Ana esperó, esperó sentada en el café, no se hizo preguntas, pero no dejaba de mirar el reloj; tenía miedo de su tardanza, ya que él suele tardar cuando hay problemas. Javier se sentó y no dijo nada. Se quedaron contemplando que todavía había restos de lo que llamaban “nosotros”, que el callejón era el mismo, pero que ellos no. Que el cambio era un abismo inevitable, y que la cordura ya era relativa, a pesar de tanto alarde sobre cómo se amaban con locura. Ana lo intuía… Javier no tuvo que decir nada. Ana pagó el café que no se tomó, lo miró a los ojos, y dijo “si alguna vez regresas al callejón, quiero que sepas que yo estaré ahí, porque, Javier querido, aunque tú me lo niegues, esta sigue siendo Ana”.

Se fue, con las zapatillas rojas, marcando taconazos por todo el callejón. Javier la miró, en un acto predecible: no fue extenuante, sino renovador; así se retiró, agradeció al callejón, por dejarlo mirar a Ana marcharse con las zapatillas rojas. Javier ya sabía que no quedaba Ana y Ana que ya no quedaba Javier, y que aunque se adoraban, el amor partió de casa, sin rastro,  sin dejar huella, como un crimen perfecto.

Sociedad de la digestión

Comete esa basura, apuesto a que no llena tu cerebro y lo engorda. Sí, ¡dale!, compra esos diez mil pares de mierda que nunca usarás ¡están en oferta! ¡Vamos! Miremos diez horas la pantalla y llenemos nuestra vida de falacias publicitarias, tal vez así bajamos esos diez kilos que nos propusimos en año nuevo. ¡No! No aprendas eso, mañana no lo necesitarás. ¡No! No hables tan alteradamente de algo que no sea “políticamente correcto” ¡No! No te sientes así. ¡No! No te vistas así. ¡No! No digas que no. ¡Si! Vamos al cine, veamos noventa minutos de acción irreverente, el cine de arte no te ofrece esas palomitas. ¡Dale! Muere de un ataque cardíaco. ¡Dale! Aprende a existir con la cabeza vacía. ¡Dale! Estudia eso que te deje millones; o mejor robatelos, más fácil ¿no? ¡Dale! Vamonos a la playa y tiremos todo lo que traíamos desde la ciudad ¡Dale! Sé humilde, ofrece unos centavos a ese viejo, pero jamás una oportunidad, la gente donde debe de estar, ¿qué no? ¡Dale! Sueña con un día no tener que ir al trabajo, en el tráfico de mediodía ¡Dale! No te ejercites, de seguro esa crema reductora, en una de esas te reduce también el odio hacia ti mismo ¡Dale! Niega todo, no te conectes con nada, sé una pared ¡Dale! Sé cruel con los que te quieren e hipócrita con los que prefieres ¡Dale! ¡Rápido! ¿Qué harás de tu vida? Se acaba el tiempo ¿La pensión? ¿La casa? ¿La pareja? ¿Los hijos? ¿No tendrás? Qué egoísta ¿Tendrás? Qué egoísta.¿Cómo que no eres feliz? Es una etapa, mira ve y gasta a crédito y te juro se quita. ¿Cómo que tu vida no tiene sentido? Compra esa subscripción, seguro se te pasa ¿Cómo que te quieres morir? ¡Medicarte?, eso está de locos. Aquí estamos para eso, para ser máquinas de masa corporal, con un poco de imaginación, para solo crear capital y con un poco de suerte o mucha, volvernos millonarios y salir de nuestra clase media ¿No es así? ¿No es así? No, no lo es. Mirate al espejo, dilata tu pupila ante tanta demencia empacada en genialidad. Cómete toda la mentira, pero por convicción. Utiliza esa existencia y házla vida, que el tiempo no existe en segundos u horas, existe en los gritos de aquel niño que nace, en los callejones con amores de invierno. Y ahora, que eres, y que siempre fuiste, salte de esa alarma de 6 am y corre hasta donde ya no quede camino, es más, crea el tuyo: para que otros lo sigan y se inspiren a crear nuevos.

La náusea

La náusea recorre los callejones grises de un invierno permanente, atraviesa las cruces, las aceras, interrumpe los besos, llenando cada momento de decepción, tragedia, acicalando memorias en mentes olvidadizas.

La náusea visita en el rechazo y pérdida, en la hora incorrectamente exacta, en el lugar desprevenido y los ojos despistados, envuelve las entrañas con un papel arrugado, doblando la postura más recta y transmitiendo un coloquio, en el que todos se suicidan.

La náusea es voraz, no perdona porque no conoce el perdón, se enmarca en las comisuras del odio y los vértices de la muerte. Es una pequeña candidata para aquella bala invisible que atraviesa gargantas, generando así, nudos imprevistos que nadie logra desenredar.

La náusea no conoce de piedad, es visceral; te tomará por la espalda, tritura esperanzas, convirtiendo los sueños en papeles mojados, en espejos sin salida.

Es entonces cuando aquella orilla parecerá un sitio firme, ¿el abismo? una opción viable.

Las píldoras, cubiertas de volubilidad, disolverán esa personalidad fraccionada.

La náusea son los llantos silenciosos al final del pasillo, es la incapacidad de contraer la fuerza muscular para gesticular una emoción. La náusea es el destiempo policromático, ese estado de ambivalencia en el que se cree poder hacer todo, queriendo imitar al pulpo, siendo un mundano de dos brazos.

La náusea son almas encaprichadas a carcajadas, ese recuerdo que después hace llorar.

La cualidad más maldita de la náusea es que carece de contenido, aunque el diafragma se contraiga, el líquido será solo un gas de frustración que se suspende en un aire cómplice de todo naufragio.

La náusea

La náusea

La náusea

Cómplice de todo naufragio.

Ya no tengo tiempo.

No tengo tiempo para “después”. No tengo tiempo para tus “tal vez”

No tengo tiempo para esperar más de 15 minutos.

No tengo tiempo para los dramas de víctimas alienadas.

No tengo tiempo para tus ganas.

No tengo tiempo para actitudes desmerecidas.

No tengo tiempo para historias indecisas.

No tengo tiempo para tus gustos que jamás complazco.

No tengo tiempo para llamarnos “algo” y “todo” a la vez.

No tengo tiempo para tu destiempo.

No tengo tiempo para tu concepción del tiempo.

No tengo tiempo para explicarte mis tiempos.

Porque el tiempo es lo que me queda y tú ya no le quedas a mi tiempo.

Caída libre

Un fantasmagórico encuentro del ser, como encapsulado en tiras de papel, con una resistencia débil.

¿Cómo se ve el desnudo cuando el frío es interior? cuando las alas se quiebran en caída libre.

Te miras, en fracciones, en pequeñas cantidades, te buscas y juras encontrar.

Caminando cabizbajo, por qué la melancolía se volvió amiga, compañera más fiel.

No es sólo una prescripción médica, un pedazo de receta, una visita al médico. Es un estado del ser con su totalidad. Todo parece tan grande, inmenso, invencible y el cuerpo, la mente, un diminuto “¿por qué?”.

¿Qué son estas cadenas invisibles?, ¿por qué pesan tanto? Al caminar siento como mi cuerpo se diluye en las aceras, como en un eterno derretir.

Una montaña tiene subidas y bajadas, me siento en el valle, justo en medio: la presencia inmersa en lo que podría ser, pero sigue sin serlo. Cucharadas de incertidumbre.

Todo se derrumba detrás, parece caerse a pedazos al compás de mis pasos, mi mirada al piso, dejé de ver los paisajes, así no tenía que aterrizar.

Los recuerdos vagabundos, sin casa, sin memoria, un alimento frívolo, sin sabor, carente de textura, viejo, olvidado.

Entonces tocas el abismo, lo sientes a un paso de caer, de caer y no encontrar cobijo en el suelo, de una caída verdadera.

La estima se fue de casa, ya que solo yacía en el exterior, como un reflejo. Pidiendo en silencio, un grito de ayuda, mientras las entrañas se desgarran por la impunidad que causa un sentir vacío, roto, voraz; que se come todo y no deja nada.

Es como una mano extendida en un mar abierto, esperando a ser rescatada, una mano que teme, pero sigue en pie de lucha.

La libertad, nunca se anheló tanto, como en un suspiro de guerra contra el yo, en una jaula de pensamientos, como un laberinto de dolor.

Las cadenas que tanto aprisionan y encierran el alma, se enfrentan al nombrarlas, evidenciando las como lo que son, simples cadenas.

Podríamos encontrar las respuestas al derretir, en el congelamiento, en lo frío, en resguardarnos en penumbra y jamás salir. Pero a veces es bueno ser un líquido y no un hielo. Un líquido carente de forma que se deja fluir.

Te miras al espejo y no ves nada, ya no eres una fracción, un diminuto encuentro; ¿eres?, eres.

Probablemente las piedras jamás dejen de pesar, por ello es mejor no cargarlas.

Probablemente sólo haga falta darnos cuenta de lo completos que estamos.

Probablemente hace falta sentir, sentir nuestra piel, nuestros huesos, simplemente sentirnos.

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