Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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La película Whiplash, escrita y dirigida por Damien Chazelle, explora un método educativo a través del personaje de Terence Fletcher que, aunque extremo, sigue presente en la educación actual, especialmente en el campo de las artes. Este método implica someter al estudiante a una presión extrema mediante intimidación y violencia, ya sea verbal o física, con el objetivo de desarrollar resiliencia, perfeccionismo y, en última instancia, excelencia en su disciplina.
Aunque la película termina presentando este enfoque como una vía para alcanzar el éxito, contiene implicaciones éticas y psicológicas que son profundamente alarmantes que no son puestas totalmente en análisis por el público. De este modo, en esta crítica, a través de una argumentación basada en mi experiencia universitaria, buscaré discutir cómo este método en lugar de ser beneficioso, resulta extremadamente perjudicial para la sociedad en general, pues normaliza la violencia y perpetúa prácticas y pensamientos que pueden tener efectos terribles a largo plazo.
Whiplash, estrenada en 2014, explora la relación entre Andrew Neiman, un joven baterista talentoso que aspira al estrellato, y Terence Fletcher, el director de la orquesta del Conservatorio Shaffer, una prestigiosa escuela de música. Fletcher utiliza un enfoque despiadado y extremadamente exigente para intentar alcanzar la excelencia musical a través del miedo. La dinámica entre Fletcher y Andrew se convierte en el núcleo de la narrativa, mostrando cómo la presión extrema afecta profundamente al estudiante.
Fletcher no duda en usar comentarios despectivos, insultos y amenazas para desafiar y presionar a Andrew, buscando siempre que el estudiante se esfuerce al máximo y provocando un miedo inherente al rechazo y la exposición pública. Además, Fletcher también emplea tácticas físicas, como lanzar sillas o exigir prácticas interminables, para demostrar su descontento y forzar una mejora.
Esto provoca que Andrew se empuje más allá de sus límites, llegando a hacer que se lastime a sí mismo o que tome decisiones prepotentes que terminan afectando su bienestar físico, mental e incluso sus relaciones interpersonales.
De este modo, el método educativo de la película, al que yo le llamo “el método Whiplash”, se podría definir como un enfoque educativo extremista utilizado para lograr la excelencia a través de la presión excesiva, la intimidación y la violencia, tanto psicológica como física. Además, en una escena clave de la película, Fletcher justifica su enfoque como una “forma de empujar a las personas fuera de lo que se espera de ellos”, con la creencia de que es una “necesidad absoluta” para forjar la resiliencia y el verdadero talento.
Este método busca ser legitimado cuando, al final de la película muestra el éxito de Andrew como una culminación exitosa, sugiriendo que el abuso y la presión extrema fueron justificados por el logro alcanzado. Esta presentación puede ser perjudicial, ya que puede llevar a algunos espectadores a minimizar o ignorar los daños psicológicos y sociales que el alumno experimentó. La glorificación del éxito individual puede perpetuar la aceptación de métodos educativos abusivos y distorsionar la realidad de los costos humanos asociados.
Desde mi experiencia, este método está presente en nuestra sociedad, especialmente en las escuelas de arte, donde algunos profesores empujan a sus alumnos al máximo, ignorando sus necesidades individuales para conseguir un nivel (bajo su criterio) de excelencia y de superación artística. Esto me parece realmente crítico, porque creo que la explotación y la presión máxima a los estudiantes no funcionará en todos los casos como ocurrió en la película con el protagonista, ya que no todos los estudiantes tienen la capacidad emocional o física para soportar la exposición a niveles tan alarmantes de estrés y actividad intensa en un corto periodo de tiempo.
Esto mismo se observa en la película, cuando se revela que uno de los estudiantes “prodigios” de Fletcher se quitó la vida. La constante humillación y crítica destructiva pueden llevar a una pérdida significativa de autoestima y valor propio, contribuyendo al desarrollo de la depresión y de posteriores pensamientos o tendencias suicidas. De este modo, el límite de las exigencias académicas se alcanza cuando la presión y las expectativas superan los límites emocionales y psicológicos de una persona, llevándola a considerar el suicidio como una salida a la insoportable presión y las circunstancias en las que se encuentra.
Por otro lado, este método tiene el potencial de normalizar tendencias violentas y justificar prácticas abusivas en la educación, lo que puede llevar a la reproducción de estos métodos y a la explotación continua de los estudiantes. La película, al mostrar el éxito final del protagonista como una recompensa por soportar estas prácticas, contribuye a la percepción de que el abuso es un componente aceptable del proceso educativo, abriendo el camino a que los estudiantes acepten estos tratos con la creencia de que son los requisitos indispensables para alcanzar el éxito.
Además, esta glorificación del éxito mediante este método puede llevar a otros educadores a adoptar enfoques similares, replicando el mismo ciclo de violencia y abuso en sus propias instituciones. De este modo, es crucial reflexionar sobre la necesidad de revisar y cambiar estos enfoques educativos para evitar la normalización de prácticas perjudiciales y para promover un entorno de aprendizaje que respete el bienestar de los estudiantes y fomente su desarrollo de manera ética y efectiva. La violencia no debe ser un mal necesario en la educación, y como sociedad debemos de buscar y adoptar métodos que permitan el desarrollo estudiantil bajo las características y las necesidades psicoemocionales de los estudiantes.
En conclusión, el método “Whiplash” revela un enfoque educativo extremo que utiliza la presión excesiva y el abuso para intentar alcanzar la excelencia. A pesar de que el éxito del protagonista puede parecer una validación de este método en la narrativa cinematográfica, es crucial reconocer que el costo emocional y psicológico asociado con tales prácticas es alarmante. La glorificación del éxito individual a través del sufrimiento y la violencia no solo minimiza los daños infligidos a los estudiantes, sino que también perpetúa un ciclo de abuso que puede tener consecuencias devastadoras para su bienestar general.
El análisis de los efectos reales de métodos de enseñanza similares subrayan la necesidad urgente de revaluar nuestras prácticas pedagógicas. Los enfoques que priorizan la excelencia a expensas de la salud mental y emocional de los estudiantes no solo son éticamente cuestionables, sino que también son ineficaces a largo plazo. La normalización de la violencia y el abuso como componentes aceptables del proceso educativo contribuyen a una cultura dañina que deshumaniza a los estudiantes y promueve la explotación.
Es fundamental que en el ámbito educativo busquemos alternativas que respeten y apoyen el bienestar integral de los estudiantes. Los métodos de enseñanza deben fomentar un entorno en el que la resiliencia, el crecimiento y la excelencia se logren a través del apoyo, la empatía y la comprensión, no mediante la intimidación ni el abuso. La educación debe ser un camino hacia el desarrollo positivo y el éxito real, donde cada estudiante pueda prosperar sin tener que sacrificar su salud mental y emocional. Solo así podremos construir un sistema educativo más justo, humano y efectivo para todos.
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