Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Actualmente vivimos una etapa complicada en nuestra vida estudiantil, pues hace año y medio la pandemia del Covid-19 llegó a cambiar nuestra vida en muchos aspectos. Uno de ellos es nuestro ambiente escolar, el cual pasó de ser de aprendizaje y convivencia agradable, a ser una obligación que ocasionó desgaste físico y emocional en muchos de nosotros.
Te cuento mi experiencia con el famoso Zoomestre. Podría ser fácil pensar que, como jóvenes, tenemos una ventaja en esto de las clases en línea, por el hecho de que somos una generación que prácticamente nació con redes sociales y acceso a la tecnología; sin embargo, la realidad es que esta modalidad en línea va más allá de sentarse frente a una computadora y escuchar a los profesores.
Mi historia con este formato comenzó en 2020, cuando cursaba el sexto semestre de la preparatoria, pues a partir de abril y hasta fin de semestre tuvimos que retomar las clases a distancia, hecho que nadie esperaba y, por ende, nadie estaba preparado mentalmente.
Pese a todo pronóstico, no fue tan pesado este proceso, pues en mi plantel no nos daban sesiones Zoom todos los días, sólo nos mandaban tareas por correo y Classroom. Lo complicado llegó con mi ingreso a la universidad, pues, pese a que estaba muy entusiasmado por mi ingreso, la realidad es que todo fue difícil, al menos para mí.
Como mencionaba antes, las clases en línea no son tan amenas como muchos piensan. Día con día pasamos hasta seis horas sentados frente a una computadora, y en muchos de esos días no logramos quedarnos con los conocimientos que deberíamos. ¿Por qué? Una de las respuestas podría ser por la falta de interés que tenemos como alumnos.
Dicha circunstancia tiene una razón, y es que, al menos a mí, esta modalidad me ha generado mucho estrés y ansiedad, pues ocasionalmente resulta frustrante carecer de una buena conexión a internet y que el sistema te bote de la clase. Es triste que muchos profesores no tengan empatía y se molesten por el hecho de que no encendamos la cámara, sin mencionar la ansiedad que genera estar tanto tiempo encerrados en casa.
La convivencia con mis compañeros también fue una de las causas de mi ansiedad con las clases en línea, pues, aunque a muchos se les facilitó crear vínculos mediante esta modalidad, para mí fue más complejo. Soy alguien a quien le gusta mucho socializar en persona; sin embargo, en esta modalidad siempre existió el miedo de que “tal vez no haré amigos” o “posiblemente no me responda el mensaje”.
Cabe destacar que la conexión a internet es uno de los factores que, en conjunto con la pandemia, ha generado estrés en nosotros como estudiantes de la UNAM. El hecho de muchas veces no entender la clase por problemas con el wifi es una situación que viví bastante a lo largo de estos dos semestres, pues dicha situación me generaba un sentimiento de impotencia por no tener la posibilidad de hacer algo para solucionarlo.
Pese a todos los conflictos emocionales que me ha causado esta modalidad en línea durante la pandemia, he logrado adaptarme y, si bien aún no disfruto ahora tomar clases en línea, al menos ya no me afecta emocionalmente, esto gracias a que durante estos meses he conocido compañeros que se han vuelto amigos en este proceso y que me ayudan a sobrellevar esta situación.
Espero pronto podamos volver a la normalidad y estar en un salón de clases, aprendiendo y creando vínculos más cercanos con nuestros compañeros; sin embargo, todavía no hay una fecha exacta de regreso, por lo que propongo algunos cambios dentro de la institución.
Me gustaría que se mejoraran los talleres de apoyo emocional que brindan los departamentos Psicopedagogía, pues, pese a si existir, no brindan el apoyo necesario a las y los estudiantes que, como yo, viven situaciones de estrés y ansiedad.
Me gustaría finalizar con otra propuesta que, desde mi punto de vista, es de suma importancia: los directivos deben fomentar en los profesores la empatía hacia sus alumnos, ya que la ausencia de ésta es muchas veces un detonante para que los alumnos tengamos más problemas al momento de cursar el semestre. Con el hecho de la empatía hago referencia a un problema en específico: que en las clases en línea muchos profesores obligan a los alumnos a encender sus cámaras, cuestión que es entendible, pues buscan ver que tienen nuestra atención; no obstante, es esencial que entiendan que no todos podemos hacerlo, ya que el internet tiende a ser deficiente cuando se activan las cámaras.
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2 Responses
Las clases en línea son complicadas tanto para los maestros como para los alumnos, pero me atrevería a pensar que es más difícil para los alumnos, como dice este artículo, y creo que los profesores deberían tener empatía con sus alumnos
Super bien, me encantó.?