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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Ethan Balanzar
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Ethan Balanzar

Facultad de Filosofía y Letras

Estudiante de Desarrollo y Gestión Interculturales, actualmente de intercambio en Argentina. Escritor amateur, colaborador con el Nigromante, revista de la FI UNAM. Ha publicado cuentos con Editorial Benma y colaborado en ¡Goooya! y la revista de la Universidad.

El amor y la meritocracia

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

En una realidad tan instrumental como ésta, amar es un acto de profunda rebeldía

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Ethan Balanzar

Facultad de Filosofía y Letras

Las películas de Hollywood han creado un mito monolítico acerca del amor romántico: debes dar flores, hacer poemas, dedicar canciones, comprar regalos, invertir tiempo, entre otras cosas, todo ello para conseguir el favor de la persona amada. En cierta forma, se ha definido una forma de cortejo basada en el consumismo, entre más entregues, más afecto recibes, por lo menos en el papel, pero este ritual no encaja con la naturaleza del sentimiento. No importa los méritos que el amoroso haga, no se puede forzar el nacimiento del amor por alguien. Las personas no son objeto sobre el que se pueda aplicar voluntad propia. Es natural, puesto que el sentimiento obedece al corazón y no a la razón.

Es necesario reescribir el discurso de la meritocracia capitalista, no todo se puede conseguir con el esfuerzo y la dedicación, hay topes de realidad que nos llevan a ello, el amor entre ellos. El amor posee un origen diáfano, muchas veces amamos a personas que no realizan las mismas acciones por nosotros. Cuando amas a alguien poco importa la reciprocidad, así sea el padre regalando regalos a su hija, un enamorado en busca del afecto de una chica, incluso un niño acariciando a un perro callejero. Las acciones del amoroso no van con el objetivo egoísta de conseguir el afecto del otro, por el contrario, van orientadas hacia la demostración del sentimiento, sacar aquello que se guarda para compartir la pureza del sentimiento.

El amor no nace espontáneamente, tampoco es una mercancía que se pueda comprar con cartas, regalos, caricias o cumplidos. Al contrario, el amor es un sentimiento que se construye a través del tiempo, en algunos casos con prontitud, en otros con lentitud, pero que apela hacia nuestra humanidad. La lógica del amor, como cualquier otro sentimiento, opera en un ámbito irracional, no reparamos en el qué, el cómo o el por qué, simplemente amamos. Finalmente en una realidad tan instrumental como ésta, amar es un acto de profunda rebeldía.

Dice Jaime Sabines: “Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor”.

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