El amor ha sido secuestrado. El neoliberalismo no sólo nos ha robado el trabajo, el tiempo y la vida, también nos ha quitado la posibilidad de amar libremente. Durante mucho tiempo nos han hecho creer que el amor es algo que se gana, que se negocia o se merece, cuando en realidad debería de ser lo más libre que existe y, sobre todo, no debería someterse a la lógica del mercado. El neoliberalismo convirtió al amor en una mercancía, incluso lo disfrazó con apps, citas rápidas y mensajes vacíos. Amar ya no es entregarse, ahora es competir por dar la mejor versión de uno mismo para ser “elegido”. El mercado nos ha vendido la idea de que estar bien depende de nosotros mismos y nos deja con la sensación de que no somos suficientes para alguien más.

¿Cómo pasamos de José José a Tinder? 

Antes el amor dolía. José José lloraba en Almohada por un amor perdido, aferrándose a los recuerdos del pasado porque amar era entregar el alma aunque doliera el corazón. Luis Miguel cantaba Hasta que me olvides, aceptando que amar podría destruirnos, pero aun así, valía la pena. Ahora el capitalismo nos hace creer que amar no debe doler, si algo no funciona o no nos sirve, simplemente deslizas hacia la izquierda y buscas otra opción. 

Las apps como Bumble, Tinder o Facebook Parejas convirtieron al amor en un catálogo donde los cuerpos se eligen como si fueran productos. Ahora, por la noche, sólo esperamos hacer un match con alguien que nos convenga. 

Bauman nos explica en su teoría del amor líquido, que el amor ha dejado de ser un compromiso para convertirse en un producto de consumo inmediato, donde las relaciones se vuelven frágiles y desechables. Si algo no te llena simplemente lo cambias por otra cosa. El capitalismo no quiere amor eterno, quiere usuarios que nunca estén satisfechos para poder consumir, consumir y consumir cada vez más.

¿Amor propio?

Nos han vendido la idea de que antes de amar a alguien, debemos amarnos a nosotros mismos. Pero la realidad es que ese amor propio no es otra cosa que la versión más cínica del capitalismo. Nos han dicho que si no encuentras el amor es porque no te esfuerzas lo suficiente en ti mismo. De acuerdo con esto, la clave para ser amado está en: cremas, terapias, cursos de autoestima e incluso en libros de autoayuda (sí, en el eterno ciclo consumista).

El neoliberalismo nos obliga a ser emprendedores de nuestro propio corazón, a invertir tiempo y dinero para convertirnos en el producto que alguien más quiera comprar, y cuando ya no sirvamos simplemente nos hagan a un lado. 

Y si nadie te quiere, pues la culpa es tuya y de nadie más por no haber trabajado lo suficiente en ti mismo. Es una desgracia que el capitalismo no sólo explota nuestro trabajo, también explota nuestras emociones. 

El amor como acto de rebeldía

Amar es una forma de atacar al sistema desde adentro. El capitalismo nos quiere solos, productivos y siempre ocupados, de lo contrario, el amor desajusta la maquinaria. Cuando amamos de verdad dejamos de ser consumidores y nos convertimos en cuidadores. El amor verdadero es detenernos en un mundo que nos obliga a correr, amar es cuidar al otro sin esperar algo a cambio.

Mon Laferte lo grita desde el fondo del alma en Tu falta de querer, porque amar es quedarse hasta el final, aunque duela. Esa obra de arte que es su interpretación de La nave del olvido se hizo viral porque la canta desde el fondo del corazón, con un dolor que rompe el alma, recordándonos que el amor real siempre conlleva entrega y vulnerabilidad. 

José José se desmoronó en Lo que no fue no será, aceptando la pérdida como parte del proceso del amor verdadero, que duele, exige, no se rinde y es un acto de resistencia. Mientras la lógica del mercado nos indica que el amor debe ser rápido, fácil y rentable, nosotros nos aventamos a amar con todo, incluso cuando no haya garantías de ese amor verdadero.

Es una realidad que el sistema nos quiere enfermos de soledad, porque un consumidor solo es el consumidor perfecto. Por eso, el acto de amar es peligroso para el sistema, porque amar es crear vínculos, cuidar al otro, aunque no haya ganancia. Amar con entrega, con ternura, significa prenderle fuego al capitalismo con nuestras propias manos.

Amor colectivo = rebelión

El amor no sólo es de dos personas, también se construye con los demás. bell hooks nos dice que amar en comunidad es un acto revolucionario porque rompe con la idea individualista que el sistema nos ha impuesto. El sistema nos ha enseñado que cada quién debe arreglárselas como pueda, por eso cuando cuidamos a los que nos rodean, estamos creando lazos de amor que el capitalismo no puede controlar. Amar en comunidad es la mejor forma de resistencia, nos ayuda a unir lo que el capitalismo quiere ver separado.

El mismo sistema nos ha vendido la idea de que si pedimos ayuda, somos débiles, porque según ellos, nosotros debemos resolver todo por nuestra propia cuenta. Pero amar es todo lo contrario, significa cuidarnos unos a otros, apoyarnos y acompañarnos cuando la situación se nos pone complicada, esa es la fraternidad universal a la que hacía alusión el expresidente López Obrador.

Cuando nos organizamos para cuidarnos entre todos como comunidad, estamos dándole un golpe a la lógica del mercado. El amor colectivo nos enseña que hay cosas más importantes que el dinero o la individualidad. Otra forma de vivir es compartir, acompañarnos y protegernos sin esperar nada a cambio, eso es una amenaza directa al capitalismo. El amor en comunidad es una gran forma de iniciar una revolución.

El amor que no se puede comprar

Si queremos recuperar el amor, tenemos que atacar con todo a la lógica del mercado. Debemos entender que amar no es invertir ni consumir, sino todo lo contrario, amar significa cuidar, esperar y entregarse sin esperar nada a cambio. El capitalismo odia el amor verdadero porque no le genera ganancias.

El amor que de verdad importa no se compra ni se vende. Es ese que se queda aunque no haya garantías, que duele pero no se rinde. Es amar despacio cuando todo va rápido, y amar con fuerza aunque el sistema nos diga que es mejor no amar.

El neoliberalismo podrá comprarnos casi todo, pero nunca podrá comprarnos el corazón ni el sentimiento de amar. 

“Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura”, Ernesto “Che” Guevara.