Facultad de Filosofía y Letras
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Dejó de apreciar las flores y solo miraba las paredes grises mientras pasaba por las calles, preguntándose por qué no era más bonita, más inteligente, más delgada. Su vida se limitaba a seguir un ciclo interminable que empezaba con el abrir de sus ojos a una vida que no quería y terminaba pensando en el vacío que causaba su estancia en la habitación.
Ya no veía la vida como solía hacerlo, ya no quería hablar con sus amigos y no le interesaba el día de descanso, pues prefería dormir reduciendo su estado de conciencia. No se percató del momento ni la hora en que sus sueños dejaron de brillar, no supo a dónde se fueron todas esas palabras de amor que sacaba de sus libros favoritos, ni en dónde quedaron las ganas de ver la vida pasar.
Ya no era ella, dejó de serlo en cuanto la primera pieza fue robada deliberada y descaradamente, dejando un aire de desolación. Después fue perdiéndolas una a una, hasta quedar tan incompleta que intentaba llenar todos esos huecos con flores y miradas que nunca llegaron, con sentimientos provocados que dejaron marcas. Ella no cambió de un día para otro, intentó luchar, pero al final fue vencida y prefirió encontrarse con lo que más miedo le daba en vida: el vacío.
Llegó una mañana en donde la vida le sonreía, sabía que sería un día bueno, por fin dejaría de aguantar las lágrimas y comenzaría a fluir como el mar, sabía que a partir de esa tarde se convertiría en la persona valiente que siempre quiso ser. Sonreía, bailaba, gritaba, miraba y nada le parecía más bello que su reflejo en los coches, que pasaban a velocidades impresionantes bajo sus pies, llenado de luces aquel atardecer naranja que le decía hasta luego. Había llegado el momento de empezar un baile interminable y alcanzar las nubes.
Se lanzó, fundiéndose con sus miedos y mirando todo a su alrededor mientras terminaba algo que nunca quiso empezar, iniciando el viaje sin fin con que soñaba cada noche. Observó todo con ojos veloces, impaciente por llegar a sentir la paz que tanto añoraba. Pero nunca llegó, quedándose en el olvido y la desolación de una noche fría de noviembre sin nadie que la salvara de sus miedos.
La depresión es una de las enfermedades mentales más comunes entre la sociedad, en mayor medida entre los jóvenes que intentamos descubrir nuestro lugar en el mundo mientras que somos bombardeadxs por infinidad de estereotipos y exigencias que “deberíamos” cumplir.
Fui diagnosticada hace cuatro años con depresión y ansiedad, lidié toda la vida con ella hasta que un día simplemente mi cuerpo y mente no pudieron más. Yo sabía que algo no estaba bien, yo sabía que algo me estaba pasando, sin embargo, la sociedad me decía que debía de ser fuerte, que solo era una etapa, que no tenía importancia, que era un berrinche para llamar la atención. Afortunadamente decidí buscar ayuda, decidí ignorar todos los prejuicios que recaen sobre las personas que reciben atención psicológica, lo hice porque quería estar bien.
Después de este tiempo en tratamiento y una “yo” más consciente de lo que implica tener una enfermedad o trastorno mental, me he dado cuenta de que muchas de las personas que me rodean están pasando por una situación similar y, que aun sin saberlo, están librando una batalla contra sí mismxs, contra su mente. Muchxs de ellxs lo estan haciendo solxs o incluso se niegan a aceptarlo, porque no quieren ser llamadxs “loquxs”, porque sus padres no le dan importancia que merece, porque los servicios médicos de esta área son precarios y deshumanizados en algunos casos, porque nunca se nos enseño que, así como la salud física es importante para poder desarrollarnos, la salud mental tiene la misma importancia. La salud en México es un derecho que no ha llegado a todxs, la salud mental es un privilegio de quienes tienen el apoyo, la fuerza y las herramientas de llegar a ella, pero hay un grupo aun más pequeño de afortunadxs que reciben esta atención de manera correcta, constante y oportuna.
Vivir sin depresión, ansiedad o alguno de los 400 trastornos mentales, declarados por la OMS, es un privilegio en un México donde las estadísticas apuntan que hasta septiembre del 2021: 6,366 personas se han suicidado.
Todxs conocemos a alguien que puede necesitar nuestra ayuda, los cambios son pequeños pero notables antes de que lleguen a formar parte de la cifra. Trabajemos desde nuestra trinchera para cambiar el hecho de que la salud mental es un privilegio y empiece a ser una realidad para todxs, la realidad de un derecho que nos pertenece.
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3 Responses
Qué talento, es muy fuerte hablar sobre este tema pero es muy necesario, un abrazo y excelente trabajo
Podemos hacer un gran cambio cuando ayudamos a alguien que está pasando por algo así. Tú me ayudaste en algún momento y te lo agradezco muchísimo compañera. No estamos solxs en la trinchera
Podemos hacer un gran cambio cuando ayudamos a alguien que está pasando por algo así. Tú me ayudaste en algún momento y te lo agradezco muchísimo compañera. No estamos solas en la trinchera