Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Soy un niño que pregunta.
-Julio Toledo
¿En qué momento la infancia se vuelve un espacio heteronormado y violento? Ansío el día en el que empecemos a cuestionar el daño que le hacemos a nuestros niñxs al dotarlos de una educación con huecos pedagógicos que perpetúan espacios violentos. Históricamente, hemos dejado de lado la necesidad de cambiar la forma en la que educamos, la manera en la que transmitimos conocimientos y nutrimos un cerebro de ideales que llegan a parecer fallidos cuando alcanzamos cierta edad.
México es uno de los países que tienen más índices de violencia con las infancias; según el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal, en la última década se han registrado al menos 22 mil víctimas de abuso sexual infantil al año, sin contar la cifra oculta de los casos que no se denuncian por los largos procesos legales y psicosociales que esto implica para una infancia. Diariamente se cometen 61 delitos de violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes, de los cuales, 84% pertenece a niñas y 16% a varones.
Hoy en día, la perspectiva de género sigue siendo borrosa porque incomoda, porque no se enseña. Hablar de perspectiva de género no es únicamente una cuestión de feminismos, sino de romper un sistema que por siglos ha perseguido a las identidades sexogenéricas desde la infancia, enmarcando colores, prendas, ideales y comportamientos que bloquean la capacidad de crear una nueva escuela libre de violencias y de creencias que dejan en caja negra tanto el sexo como el género.
Esta necesidad de reconfigurar un sistema va más allá de la creencia de romper lo que conocemos hoy en día; reconfigurar la escuela es también cortar los ciclos de violencia social, un freno al abuso sexual infantil y un acompañamiento sano desde la niñez que permita jóvenes más informados y a su vez, adultos más responsables. Cuando se buscan espacios de aceptación a la multiplicidad de la educación, se crean a su vez entornos sanos que comprenden las identidades sexogenéricas y brindan una sociedad con más equidad.
En gran medida la sociedad avanza más rápido que la teoría, sin embargo, esta teoría es la que ha perpetuado por años una censura masiva que impone estructuras casi irrompibles de los comportamientos y conocimientos que debemos de tener desde pequeños. Enseñar a los niños algo tan frágil como las maneras en las que se reconoce un abuso físico, psicológico o sexual, así como la importancia de educar y acompañar a las infancias en todas sus diversidades se ha convertido en algo de lo que no se puede hablar por “ir en contra de lo que siempre se ha hecho”, pero somos una generación cansada de ambientes violentos.
Hagamos y seamos niños que preguntan, que alzan la voz, que se incomodan, porque esa incomodidad guiará a formar entornos pedagógicos más sanos y responsables que puedan aprender sin censura, hacer una nueva escuela. La educación con perspectiva de género no es un capricho de generación o una vaga falacia, es una necesidad social latente.
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