Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
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Te observo a través de la pantalla. Solamente conozco una parte de ti, sólo puedo mirar una fotografía retocada hasta el infinito para que te veas bien. Solamente escucho tu voz a través de un micrófono dos veces a la semana, el zoomestre nos ha cambiado para siempre.
Ya casi no tengo interacción con nadie que no sea mi propio ser, es complicado y abrumador pensar que tal vez ya no sepa cómo entablar una conversación con alguien más. Y aún así, tu existencia virtual me hace sentir esperanza e ilusión. Ilusión de volver a caminar por los pasillos de mi querido CCH, ilusión por compartir momentos con las personas a las que quiero y aprecio, ilusión por volver a escribir rápidamente en un pizarrón, ilusión por revivir los sonidos y el bullicio de un día escolar; pero sobre todo, me provocas un deseo incontrolable de conocerte. De saber de ti, de que conozcas de mí, de escucharte hablar sobre tus pasiones y tus miedos, de escucharte reír y de escucharte cantar. De pasar tiempo contigo y coexistir en armonía, de volver a sentir una interacción real, más allá de los dispositivos móviles.
Solamente quiero una relación real, porque la dinámica social ha cambiado, la forma de conocer y convivir con las personas ahora es artificial. Ya no somos reales, tratamos de darle a los demás una imagen perfecta de nuestro ser, cuando no es así. Somos seres humanos, pero pareciera todo lo contrario, quiero conocerte y al mismo tiempo conocerme de nuevo. Para bien o para mal, así es el amor en los tiempos de zoomestre.
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