Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
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Llegar a la Ciudad de México desde el Estado de México no es algo fácil, pero estaba dispuesto a pasar dos horas de tráfico por el amor al cine. El 13 de julio de este año se celebró uno de los tres días del MUBI Fest en la Cineteca Nacional, ubicada en Coyoacán. Había comprado con anterioridad dos boletos para mí y mi amiga para ver Close, película de 2022 que aún no había visto y llamaba mi atención entre la oferta que ofrecía el festival.
Desde semanas antes había escuchado y visto en redes el interés por adquirir la famosa tote bag de MUBI, un bolso de tela color azul con el logo de la plataforma, interés que para ser honesto se me contagió; parecía que tener la bolsa te acredita como un cinéfilo real y quería la aprobación pública que se recibe al usarla. Lo que no contaba es que ese día todos iban con el mismo objetivo, y la oferta de las tote bags iba a ser rebasada por la demanda.
Cuando dieron las doce del día, mi amiga y yo salimos de la cafetería y fue como si nos hubiéramos teletransportado: el lugar estaba completamente diferente, los stands estaban listos, pero las largas filas de gente y los tumultos también habían llegado. Con los boletos asegurados días antes para una de las funciones, nos dedicamos a disfrutar de lo que ofrecía el festival. Empezamos formándonos en la experiencia exclusiva para estudiantes.
En la fila de aquella primera experiencia, las conversaciones giraban en torno a las expectativas que se tenían sobre todo lo que la gente quería conseguir. Fue allí cuando me di cuenta que muchos no estaban interesados en las películas, sino en la mercancía gratuita que te regalaban en las dinámicas. Después de un rato en la fila una página de Tik Tok llamada ‘Butaca 80’ pasó a entrevistarnos, preguntándonos qué película veríamos y nuestra opinión acerca de la oferta cinematográfica del festival. Mi respuesta a la última pregunta fue que para mí es importante distribuir el cine de autor, que al ser de bajo presupuesto no tiene tanta difusión como el comercial y un festival como este, aunque la gente solo vaya por la emoción o por la influencia de redes, están viendo un cine menos comercial y apoyan al cine independiente.
Ya más cercanos al stand, uno de los encargados nos contó que ahora nos iban a pintar el dedo para que no pudiéramos volver a formarnos, ya que el día anterior que fue el primero del festival la gente se formó tantas veces que se llevaban 10 o hasta 20 bolsas. Lo primero que pensé fue por qué la gente nunca puede comportarse y no sabe usar los espacios de convivencia; quieren quedarse con todo lo que pueden y no piensan que hay más personas que igual merecen ganarse las cosas que ofrecen; esta cultura egoísta de acaparar todo lo que se puede, hace que este tipo de eventos terminen siendo un caos.
Pasé y gané una gorra. Enseguida de eso fuimos a la cabina de fotos y creo que fue mi dinámica favorita, ya que nos dieron una tira con nuestras fotos impresas. Fuimos a buscar comida que a mi parecer estaba a sobreprecio, pero es normal en ese tipo de eventos. Yo decidí no comprar nada ya que planeaba llegar a comer a mi casa y comer palomitas dentro de la función; estuvimos un rato sentados en una de las áreas verdes del lugar. Después de un rato sentados y platicando se nos acercaron unos novios para que les tomáramos una foto en el mismo lugar y con la misma pose de hace un año, antes de que fueran novios y se me hizo un gesto bastante tierno.
Faltando poco para entrar y después de ir al baño era momento de prepararnos para la función, a lo que nos dimos cuenta que la tinta de nuestros dedos se había ido, mi amiga como no ganó nada en el primer stand decidió volver a formarse en otro y yo accedí a ir con ella, ya que si otra vez no ganaba nada y yo sí, le iba a dar lo que yo ganara. Afortunadamente ella ganó una gorra y yo una playera que me pude quedar, ya que mi primer premio igual fue ese. Después de ganar ese último premio olvidé mi sueño de tener la famosa tote bag, bolsa que gané al día siguiente que volví.
Al entrar a la función y ya empezada la película me di cuenta que había lugares vacíos y hubo mucha gente que llegó bastante tarde, cosa que me pareció sospechosa ya que al momento de comprar los boletos la sala estaba casi llena y ese día volví a revisar la disponibilidad de asientos y ya estaban todos agotados, así que ver varios vacíos me extrañó. La película fue muy emotiva, toca temas de masculinidad frágil y homofobia en las infancias y siento que es un tema del cual casi no se habla.
Al salir nos dimos cuenta que hubieron lugares vacíos porque la gente se quedó en los stands, la necesidad de ganarse algo del festival fue más fuerte que la del propósito real del evento, que es ver una película. Fue allí cuando me di cuenta que estamos en una época en la que parece más importante portar algo o postear algo en redes sociales que te acredite como cinéfilo, que el mismo hecho de ver películas.
Haberle dado tanta importancia a los regalos que daban para mí fue lo peor del festival, porque la intención es entrar a la mayor cantidad de funciones que puedas y los stands solo eran un valor agregado. Que le demos más importancia a lo que se puede presumir y subir a redes, para mí es lo que está provocando la situación actual que estamos teniendo. El cine se volvió un medio para ganar dinero y una moda para seguir, dejó de ser un medio para expresarte y para que tú como espectador puedas consumir algo con calidad, con un mensaje; y hasta que no dejemos la cultura de la “tiktokficación”, es que volveremos a recibir películas de calidad más enfocadas en contar una historia y no de presupuestos exageradamente elevados, que sólo buscan obtener el mayor número de ganancias posibles.
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