Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9 Pedro de Alba
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Desde muy chica siempre quise ser independiente; siempre hacía todo yo, no dejaba que nadie me ayudara. Al no admitir que había veces en las que no podía con algo, hacía que mi salud mental decayera cada vez más hasta el punto en que lloraba si no sacaba un 10. Cuando tenía 10 años empecé a tener ataques de ansiedad por mis calificaciones; me sentía muy agobiada. Me dormía hasta las tres de la mañana tratando de conciliar el sueño por lo que siempre lloraba por mis calificaciones y se que suena un poco dramático pero así fue.
No es que mi familia me exigiera un 10, yo me lo exigía y aún sigo sin saber la razón. Recuerdo que en secundaria lloré porque saqué 99 de 100 en un examen oral de Inglés. Lloré porque me sentía insatisfecha conmigo misma; sentía que no dí todo lo que tenía aún cuando sabía todo el empeño que había puesto.
Me afectó de una forma extraordinaria pues pensaba que para lo único que servía era para las
calificaciones; a veces lo sigo pensando. Me hubiera gustado tener a un profesional en psicología para hablar de lo que me estaba pasando.
El mayor problema que tenemos hoy en día es que somos incapaces de vernos a nosotros mismos como seres vulnerables; pero sobre todo queremos que los demás nos perciban como personas fuertes, personas que pueden con todo, personas que jamás se rendirán; sin embargo, somos seres que necesitan ayuda, seres que necesitan a otros para existir.
En la edición número 3 del ¡Goooya! escribí “Generación de cambio”. Quisiera relacionar ese tema con esto pues cuando los hombres comparten una emoción de vulnerabilidad, muchos les dicen frases como: “No llores porque son cosas de maricas” o “Solamente las mujeres lloran”. En estas frases podemos encontrar que la vulnerabilidad está relacionada con la comunidad gay o mujeres; generalmente se relaciona a un hombre gay con lo femenino; los hombres afeminados, por lo común, son percibidos como gays y por lo
tanto se les ve como hombres defectuosos.
¿Por qué? porque lo femenino se ve como algo malo, algo frágil. A las chicas se nos ha inculcado que debemos ser fuertes, no tanto como los chicos claramente, pero sí debemos ser resistentes porque si en algún punto mostramos un poco de debilidad se nos cuestiona si realmente somos aptas para el trabajo que estamos haciendo o si otro hombre debe hacerlo. Por lo regular, vemos a las mujeres amas de casa como inferiores a las mujeres trabajadoras o lo que llamamos “boss girl”, porque hubo un tiempo en donde la feminidad fue rechazada por el feminismo pues al parecer en aquella época la feminidad y el feminismo se contradecían porque queríamos ver a una mujer fuerte, una mujer empoderada, y una mujer débil y vulnerable no entraba en este concepto de “boss girl”. Por todo lo anterior, para mí el problema principal del por qué es tan difícil comunicar que somos vulnerables, en todos los géneros, es porque seguimos viendo la feminidad y vulnerabilidad como algo malo.
No cabe duda que la “Generación Z” está haciendo un gran trabajo para que la feminidad no sea un motivo de burla y por tanto hacemos más visible la vulnerabilidad y con ello, la salud mental. Es lindo que todos a tu alrededor te vean como una persona valiente y determinada. Una persona con todos los adjetivos para triunfar en este mundo. El problema es que en algún punto de nuestra vida sentiremos que no tenemos fuerzas, que el mundo se nos cae a pedazos, que no estamos hechos para este mundo; no obstante, como nos encargamos de ponernos en el pedestal de no necesitar a nadie, cuando suframos esos momentos, sentiremos miedo de contarle a alguien lo vulnerables que somos o lo necesitados de ayuda que estamos, por tanto, no habrá nadie a nuestro alrededor que nos acompañe y nos diga que todo estará bien. Por eso es importante que la valentía e independencia vengan junto con vulnerabilidad y dependencia pero de manera balanceada.
La mayoría de las personas tienen miedo a morir y saber que no hicieron todo lo que quisieron. Intentar ser algo que no eres no saldrá bien porque no te estás amando a ti; no te estás disfrutando, y si no lo haces entonces no vivirás una vida que quieras recordar el último día de tu existencia sino que recordarás que nunca te mostraste como eres por miedo al rechazo. Tener miedo a morir es normal, tener miedo es de gente valiente, y perdonar nuestros errores es lo que hará que seamos personas plenas. Por último, me gustaría decir que no eres la persona que fuiste dentro de un año y no serás la persona que eres hoy dentro de un año, cambiarás y eso está bien.
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