Escuela Nacional de Estudios Superiores Morelia
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El calor se desnuda.
Deja de lado su humedad; se quita los rayos de sol que adornan sus cabellos, lo deja de lado en su buró.
Se desprende de la pesadez de sus piernas y comienza a adormilarse. La lluvia le canta al oído mientras se acomoda entre sábanas blancas.
Sabe que se ha acabado su momento de esplendor, pero también sabe que le espera despertar al terminar los sueños.
No se duerme con miedo, el amor del sueño le arrulla.
Las aves se posan sobre ella, se acurrucan y esperan en sus cálidos valles el día donde sus ojos vuelvan a abrirse.
La hermana, otoño, siente movimiento a través de sus cortinas.
Regresa a sí misma, lentamente, descubriendo que nunca se fue.
Comienza a recuperar fuerzas y entiende quel verano busca descanso. Lanza un bostezo largo; sacude sus muñecas y sus pies. Lentamente se acerca a su espejo y con el letargo mañanero retoca su pelo y toma sus colores favoritos (café, amarillo, y griz azulado) para adornarse los párpados.
No es vanidosa pero reconoce en ella la belleza que nace mientras se quita las lagañas y las migajas de pereza.
La esperan, ya el viento lo repite.
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