Introducción

El triunfo electoral de Gustavo Petro y Francia Márquez ha modificado profundamente el panorama político de Colombia. Su llegada a la presidencia significa el quiebre de una élite que gobernó al país sudamericano por más de veinte años, la cual dejó de ser una alternativa que genere bienestar para el pueblo colombiano. Esto quedó de manifiesto a partir de 2019 durante las protestas multitudinarias, en lo que se ha denominado Paro Nacional en Colombia, en contra de las reformas fiscales regresivas y las políticas neoliberales del expresidente Iván Duque. Estas protestas y hartazgo social escalaron durante la crisis económica y sanitaria que provocó la pandemia, pero fueron reprimidas por la Policía Nacional; provocando detenciones, violaciones a los derechos humanos y muertes como lo han documentado medios internacionales.

En ese contexto de indignación y represión llega el triunfo del Pacto Histórico. Sin embargo, este cambio político va más allá de una alternancia electoral, ya que, para muchas y muchos colombianos, representa la esperanza de un proyecto político distinto. A diferencia de otros países de la región que en la primera década del siglo XX giraron a la izquierda mediante gobiernos y coaliciones progresistas, como es el caso de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y Venezuela, esta será la primera vez que una coalición de izquierda gobierna Colombia.

El programa político de Gustavo Petro es una agenda progresista que se ha nombrado Vivir Sabroso y presenta un catálogo de propuestas como la despenalización del aborto, políticas de identidad sexo-genéricas, políticas afirmativas a favor de las mujeres, aumento del salario mínimo, transición del modelo energético extractivista a uno productivo, recuperación del amazonas, reconocimiento y respeto a los conocimientos ancestrales, impuesto a los más ricos, a los dueños de tierras y viviendas no utilizadas, eliminación de privilegios fiscales, entre otras. Que en su conjunto representan una agenda que trastoca el modelo neoliberal impuesto durante los últimos gobiernos en Colombia y, al mismo tiempo, una afrenta hacia los intereses políticos y económicos de la oligarquía colombiana.

El pasado 7 de agosto, Gustavo Petro tomó posesión como nuevo presidente de Colombia en una ceremonia llena de diversos símbolos, pero sobre todo de muchos retos. Además de solicitar que se le llevara la espada del Libertador Simón Bolívar y de estar acompañado por Francia Márquez, la senadora María José Pizarro —hija del comandante del movimiento revolucionario 19 de Abril (M-19) Carlos Pizarro, asesinado tras la desmovilización de la guerrilla, con la presunta complicidad del Estado colombiano— fue la encargada de colocarle la banda presidencial. Este evento inaugural generó gran entusiasmo entre las y los asistentes, pero también reacciones por parte de políticos de oposición.

En Tlatelolco Lab documentamos y analizamos una serie de acciones desplegadas en el ecosistema mediático y digital en contra de Petro que buscaron descarrilar su camino a la presidencia y derrotarlo políticamente. Este fenómeno lo denominamos Guerra mediática y digital, y se manifiesta como un conjunto de estrategias usadas por élites políticas y económicas coordinadas para ejercer violencia simbólica en el espacio mediático y digital. Se ejerce contra actores, individuales o colectivos, con el objetivo de desprestigiarlos y desaparecerlos, para acumular y concentrar el poder. Estas estrategias usan discursos de odio, información falsa y manipulada.

Por lo tanto, desde la ciencia de datos y el análisis crítico del discurso, observamos noticias y artículos de opinión en medios, así como conversaciones en Twitter para presentar este estudio coyuntural y mostrar quiénes, cómo y mediante qué estrategias se implementó una Guerra mediática y digital en contra de Gustavo Petro durante la segunda vuelta del reciente proceso electoral en Colombia.

Revista Semana y su estrategia contra Petro

Un ejemplo de guerra mediática fue la campaña que emprendió la Revista Semana en contra de Gustavo Petro. Durante abril y mayo de 2022, este medio se mostró cercano a la derecha neoliberal y al conservadurismo al dar espacio a personajes como Enrique Gómez Martínez o Ingrid Betancourt. Además, respaldó al candidato más afín al goberno de Duque, Federico “Fico” Gutiérrez, calificándolo como un aspirante “carismático” con “gran apoyo popular”. En contraste, atacaba a Petro como “protector de ladrones” o decía que “si llegaba a la presidencia, no la soltaría nunca”. Estos embates se recrudecieron después de su victoria en la primera vuelta electoral.

En la portada del 18 de junio, un día antes de la segunda vuelta, Semana exhibió el titular “¿Exguerrillero o ingeniero?”. Con esta pregunta enfatizaba el pasado de Petro en la guerrilla urbana (M-19), connotando que era violento o intempestivo; en cambio, presentaba al contendiente más popular en las encuestas, el populista de derecha Rodolfo Hernández, como un profesionista reconocido (“ingeniero”). La antítesis entre un “destructor” y un “constructor” utilizó lo que Van Dijk [1] denomina discurso ellos vs. nosotros, que consiste en oponer dos figuras, grupos o proyectos que contrastan ideológicamente para tomar partido por uno, recalcando sus aspectos positivos y lo negativo de su contraparte.

[1] Van, Dijk, T. (2003). Ideología y discurso. Madrid.

Tras un monitoreo de textos sobre las elecciones en Semana y el Diario El Tiempo, llevado a cabo entre el 15 de mayo y el 18 de junio, encontramos que estos medios cubrieron dos escándalos: Los “Petrovideos” y El “Caso Vitalogic”

El primero, consistió en la filtración de grabaciones de reuniones del equipo de campaña de Petro donde se comentaba que la estrategia a seguir consistiría en desprestigiar a sus rivales con desinformación: “ponerle a Fico cara de depravado”, decían; “jugar con temas emocionales”. Mientras tanto, el segundo escándalo fue una serie de señalamientos y demandas a Rodolfo Hernández por irregularidades y corrupción cuando este autorizó, como alcalde de Bucaramanga, la recolección y el manejo de la basura a la empresa Vitalogic, beneficiando presuntamente a su hijo, que formaba parte de esa corporación.

Llama la atención que Semana dedicó más notas a la cobertura de los escándalos que El Tiempo. Aunque en ambos medios se destacó la atención a Los Petrovideos, los datos sugieren la intención de la revista por establecer una agenda acerca de Petro; sobre todo, conforme se acercaba la segunda vuelta.

Tras un análisis crítico del discurso, observamos que la estrategia de Semana fue usar adjetivos denostativos para señalar Los Petrovideos como un “grave escándalo”, una “macabra estrategia”, un “contenido demoledor” y un “plan aterrador”. Incluso, recurrió a la exageración para decir que fue “la mayor filtración de la política colombiana” y un ejemplo de “guerra sucia”. También, al hablar de “descubrimiento” e “historia desconocida”, Semana se presentaba ante la audiencia como un medio heroico y “comprometido con los lectores, la democracia y todos los colombianos”. Sin embargo, la revista no usó el mismo tono con el Caso Vitalogic. Solamente comentó que era una “polémica” de Hernández. Por otro lado, en la cobertura de ambas cuestiones por parte de El Tiempo no se utilizaron adjetivos, sino sólo una redacción descriptiva.

Noticias de El Tiempo y Semana
sobre Petrovideos y Vitalogic

Pero, ¿por qué Semana estaba empeñada en desprestigiar a Petro? Según el periodista Daniel Coronell, las intenciones de la revista no han sido casuales. Su dueño, Gabriel Gillinski, ha intercambiado favores con el saliente gobierno de Iván Duque y la derecha colombiana para acumular una fortuna millonaria. Por eso, Petro puede ser visto como una amenaza para sus intereses. Esto evidencia que, a veces, la guerra mediática puede propiciar alianzas entre corporaciones y gobiernos, en contra de proyectos antagónicos a sus intereses.

La avanzada anti-petrista

En otros medios también se libró una batalla por los sentidos comunes. Tras analizar 70 columnas de 17 periodistas, identificamos 9 narrativas, de las cuales, hemos resaltado dos: el ‘anti-petrismo’ y el ‘anti-rodolfismo’. A continuación, evidenciamos cómo la primera de estas usó estrategias claras de guerra mediática, mientras que la segunda consistió en una campaña negativa, que se entiende cuando se critica a una persona o sus acciones pero sin recurrir a la violencia ni a estrategias de desinformación.

Las narrativas encontradas fueron: 1) El ‘anti-petrismo’; 2) La oposición al gobierno de Duque; 3) La oposición a los gobiernos de derecha posteriores al de Álvaro Uribe (‘anti-uribismo’); 4) El papel del feminismo en las elecciones; 5) El apoyo a Rodolfo Hernández; 6) El ‘anti-rodolfismo’; 7) Que conviene votar por Petro como última alternativa; 8) El apoyo a Petro; y 9) Que las elecciones fueron la crisis de la democracia (ni Rodolfo ni Petro eran la opción).

Estos columnistas escribieron sobre las campañas y el
proceso electoral en los medios El Tiempo, El Espectador, Cambio Colombia y Semana, entre el 15 de mayo y el 19 de junio del 2022. Fueron elegidos por su popularidad en Twitter (número de seguidores) o por haber sido un referente en la cobertura de las elecciones.

El ‘anti-petrismo’ fue la narrativa predominante durante la primera vuelta electoral. Esta consistió en ataques directos a Petro sin adentrarse en su proyecto político, y haciendo uso de desinformación, exageraciones o sobrenombres que lo hacían ver como un líder peligroso o polarizante. 

Por ejemplo, se calificaba al candidato de izquierda como autoritario. Salud Hernández llamó a Petro “Rey Sol”, en referencia a Luis XVI: gobernante absolutista que decía “El Estado soy yo”. Asimismo, esta columnista llamó al actual presidente “petrobasura” y comentó que era un “defensor de dictaduras”, mientras que el ex-fiscal general, Néstor Humberto Martinez, lo señaló como un “violento” que “no reconoce la diferencia, sino la elimina”. 

Otra táctica asoció al ‘petrismo’ con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o con el narcotráfico, destacando que el candidato era “una peligrosa propuesta”. También, Nancy Patricia Gutiérrez señaló que Petro traería los mismos “males que el castro-chavismo”, simplificando las iniciativas del Pacto Histórico a “un gobierno sin libertades, diálogo ni iniciativa empresarial”. Cabe destacar que, en América Latina, asociar a la izquierda con Hugo Chávez, Venezuela, Fidel Castro o Cuba consiste en una estrategia de las corporaciones, los medios o las derechas que lleva más de dos décadas, y que afirma que todo progresismo es un socialismo empobrecedor, bélico y rígido.

Gráfica de radar que muestra las narrativas más relevantes
que aparecieron en 70 textos de opinión de los columnistas
y medios antes referidos.

Estas acusaciones crecieron más en la segunda vuelta y se extendieron a la figura de Francia Márquez, considerándola “un mero activo político”. Por su parte, los medios aumentaron los espacios dedicados a Rodolfo Hernández, que ganó el apoyo de los columnistas del anti-petrismo. Podemos observar cómo las mismas personas que dicen algo negativo sobre Petro, terminan exaltando a Hernández. Tal es el caso de Juan Lozano, que mientras escribe que el representante de la izquierda está “perdido” o “desbancado”, señala que Rodolfo “avanza, sorprendente”. 

Sin embargo, algunos periodistas también posicionaron una narrativa ‘anti-rodolfista’, que, si bien fue una campaña negativa contra el candidato de la Liga de Gobernantes, no partió de señalamientos infundados, sino que se basó en las declaraciones y escándalos del propio Hernández. 

Gráfica de radar que muestra las narrativas más relevantes
que aparecieron en 70 textos de opinión de los columnistas
y medios antes referidos.

Anti-Rodolfismo: una campaña negativa

El anti-rodolfismo caracterizó a Hernández como un “bufón” y una consecuencia de la crisis de oferta política del país. Algo “peor que la enfermedad” del gobierno actual”, en palabras de Daniel Coronell. Por su parte, Piedad Bonnettt lo llamó “inmaduro políticamente” y “populista de derecha disfrazado de progresista”, comparable con Trump. 

También, hallamos pronunciamientos contra Hernández desde el feminismo por ser un retroceso para los derechos de las mujeres. En palabras de Catalina Ruiz-Navarro, bajo el discurso del ‘outsider’ se ocultó un “viejo machista, imprudente y con prácticas de derecha”.

Hay que destacar que, mientras algunas voces del anti-rodolfismo se muestran como simpatizantes del petrismo, otras declaran no estar a favor, ni de Petro ni de Rodolfo.  Ruiz-Navarro, por ejemplo, destacó que Francia y Petro podían reducir las desigualdades, por lo que votaría por sus propuestas. Mientras tanto, Piedad Bonnett se lamentó de que las elecciones colombianas “fueran lo que fueron”: la confrontación de un “patán capataz que se brinca las leyes” (Rodolfo) y un “arrogante pendenciero” (Petro). 

Aunque algunas voces se opusieron a Rodolfo, los descalificativos no fueron más que la respuesta a declaraciones suyas que pueden considerarse como ofensivas o extravagantes. No obstante, vemos que la guerra en medios privados se enfocó en desprestigiar a Petro. Ahí, destaca el tono agresivo y la cantidad de columnas del ‘anti-petrismo’, así como la falta de espacios para los simpatizantes del proyecto ‘petrista’.

Guerra mediática en el espacio digital: el caso de Twitter

En un contexto de guerra mediática y digital, las manifestaciones mediáticas no se encuentran aisladas de su contraparte digital. En particular, dado que Twitter es la red socio-digital por excelencia para la discusión de asuntos políticos, analizamos la conversación alrededor de redes de co-ocurrencia de hashtags.

Esta red fue obtenida a partir de 2,530,068 tweets recopilados entre el 1 de mayo y el 20 de junio de 2022.

Con ella, identificamos 3 comunidades de hashtags, pero llama la atención que una de ellas (la más grande) usó hashtags tales como:  #PetroNuncaSeraPresidente, #PetrismoSucio, #LaMaldadPetrista o #petrovideos, esta última en relación clara con la revista Semana;  para referirse al entonces candidato Gustavo Petro

Red de co-ocurrencia de hashtags en torno a las elecciones de Colombia.

Aunque este tipo de estrategias estuvieron presentes tanto en la primera vuelta, como en la segunda, y afectaron a todos los candidatos, es durante la segunda vuelta que el número de publicaciones con hashtags de desprestigio hacia Petro se incrementó significativamente.

Por ejemplo, en las publicaciones asociadas a hashtags en contra de los candidatos, fueron identificados 109 hashtags Anti-petristas y 29 Anti-rodolfistas. Llama la atención el aumento en el número de veces que se usaron estos hashtags entre la primera y la segunda vuelta; sobre todo en el caso de Gustavo Petro

Análisis del sentimiento y secuestro de hashtags

En las conversaciones digitales es clave analizar aspectos subjetivos del lenguaje, como las emociones. Para ello, el uso de la técnica denominada análisis de sentimientos nos permite estimar el tono de la conversación que se dio en Twitter y calificar si esta es negativa o positiva

Es así que mediante el análisis de sentimiento de los tweets recopilados, usando un modelo de clasificación basado en una red neuronal entrenada con el corpus TASS, observamos que tanto los mensajes calificados como positivos, como los negativos, están asociados en su mayoría con hashtags relacionados con Gustavo Petro.

Sin embargo, en los hashtags que fueron impulsados desde el petrismo (#petropresidente y #petropresidente2022), hay un alto número de tweets con sentimientos negativos (56% y 60% del total de tweets con estos hashtags respectivamente). Este comportamiento, en el que cuentas intentan cambiar el significado de un hashtag se conoce como secuestro de hashtags; y es una manera de manipular la conversación en Twitter.

Por ejemplo, observamos que en tweets calificados como negativos se relaciona a Petro con palabras como “odio”, “violencia”, “miseria” y “muerte”, calificándolo como “de lo peor que ha parido este país”, “un ser miserable” o “terrorista”.

El uso de este tipo de expresiones suelen ser precursores de discursos de odio, y en contextos de guerra mediática pueden escalar a llamados y actos de  violencia en contra de un actor o colectivo; además de generar inestabilidades en gobiernos elegidos democráticamente.

En el caso que estamos estudiando, identificamos que muchos de los  mensajes asociados a hashtags en contra de los candidatos, fueron impulsados por cuentas cuyo comportamiento temporal sugiere que hubo algún tipo de automatización. Por ejemplo, detectamos al menos 500 cuentas en Twitter, que realizaron cientos de retweets en tiempos inferiores a 12 segundos. 

Dicha actividad anómala se prolongaba por intervalos de tiempo de aproximadamente 10 minutos, en los que las cuentas hacían decenas de retweets, y luego cesaban este comportamiento para realizarlo en otro momento. A dicha estrategia, le llamamos ráfaga de amplificación; y su intención es posicionar artificialmente un mensaje.

La animación muestra éstas ráfagas. Cada línea representa el momento en el que la cuenta hizo un retweet. El color rojo de las líneas indica  que el tiempo que la cuenta tardó en hacer un retweet y el siguiente fue de menos de 7 segundos. Nótese que al hacer zoom  en la línea temporal se pueden ver las ráfagas de retweets. El porcentaje indica el número de retweets que se hicieron con dicho comportamiento anómalo.

De todas las cuentas con comportamiento anómalo, se encontraron 207 que utilizaron hashtags en contra de Petro, mientras que 12 cuentas usaron hashtags con mensajes anti-Rodolfo. Las 289 restantes posicionaron hashtags a favor de uno u otro candidato. 

Si bien es cierto que todos los candidatos fueron afectados por estrategias de guerra mediática, fue Gustavo Petro quien recibió ataques mucho más intensos que los otros contendientes

¿La guerra mediática terminó o apenas comienza?

Después de la toma de posesión de Gustavo Petro hay muestras de gran entusiasmo popular; sin embargo, el nuevo gobierno también puede enfrentar grandes retos. Las pasadas elecciones presidenciales, en donde contendieron Petro y Rodolfo Hernández, fueron el escenario de una intensa guerra mediática y digital. Sin embargo, la manera en la que se produjeron y emitieron discursos de ataque para los dos candidatos en medios de información y en Twitter no fue la misma, ya que, mientras Hernández recibió una campaña negativa, Petro se convirtió en blanco del desprestigio mediático y digital, con el objetivo de incidir en la intención de voto de los colombianos y eliminar simbólicamente al ahora presidente de la nación.

El discurso anti-petrista estuvo presente  en los medios de comunicación, principalmente en la revista Semana, el cual fue amplificado mediante cuentas con comportamientos anómalos en el plano digital. Este discurso se nutrió de  términos con una alta carga simbólica de desprestigio, describiendo a Petro como un dictador, un miserable, y señalando sin pruebas su supuesta alianza con la desmovilizada guerrilla de las FARC, el narcotráfico y el castrochavismo.

La guerra mediática y digital de las elecciones presidenciales colombianas, tuvo como efecto unos comicios muy reñidos, en donde Petro superó a Hernández por solo el 3% de los votos. Esta victoria para el candidato de la izquierda no marca necesariamente el cese de  la guerra mediática en su contra, por el contrario, la reubicación de poderes y su proyecto político, lo hacen blanco de futuros ataques por parte ciertas élites políticas y económicas colombianas.

La llegada de gobiernos progresistas en distintos países de América Latina en las últimas décadas representa una alternativa para la transformación regional y resistencia al neoliberalismo. Sin embargo, el cambio democrático se ve amenazado por guerras mediáticas constantes que pueden generar inestabilidad y confusión. El asedio de los medios y las grandes corporaciones a gobiernos elegidos democráticamente se ha observado en el siglo XXI, en países como Ecuador, Brasil, Honduras, Venezuela y Chile; hasta escalar a golpes de Estado como sucedió en Bolivia en 2019.

México no es la excepción, el presidente López-Obrador ha sido objeto de una guerra mediática y digital, ya que continuamente los medios corporativos de comunicación han buscado desinformar y manipular la opinión pública, así como atacar la figura presidencial mediante insultos a su persona y a su familia, con el objetivo de desestabilizar el proyecto político que representa.

Además de tener en común una política progresista, estos gobiernos comparten un contexto de concentración mediática y desregularización digital que propicia la aparición y el desarrollo de este tipo de guerra. 

La guerra en medios y redes vulnera la pluralidad y veracidad indispensables para el debate democrático. En este contexto, una ciudadanía informada y crítica es fundamental para debilitar las estrategias de ataque y desinformación.