ISSN : 2992-7099

Una reflexión ecosófica…

Armando Bravo Salcido

Armando Bravo Salcido

Filósofo, músico outsider y explotado inconforme.

11 mayo, 2023

1. KICK Y LOS PROCESOS DE LIBERTARIZACIÓN DEL CAPITALISMO DE PLATAFORMAS

A mediados del mes de febrero de 2023, fue anunciada la posibilidad de un millonario contrato de exclusividad entre el influencer Adin Ross y  la plataforma Kick, aunque Adin afirmaba que no dejaría su actual plataforma principal (Twitch), promovió activamente el uso de Kick mediante diversas acciones, que tendrían como consecuencia que, el 27 de febrero del año en curso, fuera banneado permanentemente de Twitch, con lo cual se espera la solidificación de su compromiso de tiempo completo con la nueva plataforma, el cual se especula está mediado por el contrato de mayor valor económico en la historia del streaming.  Este pequeño suceso puede servirnos como fotografía de un proceso amplio y recurrente del capitalismo digital, que será explicado a lo largo del texto, al que llamaré libertarización del capitalismo de plataformas o de los entornos digitales.

Adin era uno de los streamers más seguidos de la plataformar Twitch, ha sido foco de recientes controversias y críticas por su apoyo a las formas más reaccionarias de discursos misóginos de la manosfera (por ejemplo, Andrew Tate, quien hoy enfrenta cargos de tráfico sexual en Rumania), así como algunas de las nuevas mutaciones de la retórica neonazi (la “campaña electoral “ de Kanye West). Kick por su parte, es una plataforma de origen reciente, cuya principal característica es la sustracción explícita de cualquier instancia reguladora, planteada bajo la forma de la inexistencia de terms and services (1). Kick es a su vez derivada de la exitosa plataforma de apuestas en línea y criptocasino, stake.com, plataforma multimillonaria cuestionada por establecer sus headquarters en la isla de Curazao, con la única la finalidad de estar sometida al menor escrutinio legal posible, ya que como es sabido, el gobierno de Curazao en los años recientes, se ha enriquecido de manera corrupta con la entrega de licencias, condicionadas a nada más que el pago de fuertes sumas en efectivo, a todo tipo de empresas creadoras de casinos en línea que operan en total opacidad. 

La propuesta de una plataforma como Kick, cobra sentido en el contexto económico de la competencia de redes y el capitalismo de plataformas. Se explica por el proceso derivado de la axiomática neoliberal, en el que de manera paralela a las redes mainstream que monopolizan la imaginación colectiva del ciberespacio (Facebook, Twitter, Youtube, Twitch), surgen empresas alternativas que ofrecen la desregulación explícita como principal diferenciador de mercado. Tenemos por ejemplo a la plataforma Gab, sitio de microblogging que se ha convertido en foro abierto para neonazis, antisemitas, supremacistas blancos y diversos tipos de libertarios de extrema derecha; el caso de Rumble, plataforma de distribución de videos financiada por el tech-oligarca Peter Thiel, frecuentada por los talking heads del establishment neoreaccionario como Steven Crowder, quien declaraba estar obteniendo de manera insólita, más vistas en aquella plataforma, que en Youtube, la cual ya había demonetizado sistemáticamente el contenido su canal; otro ejemplo sería Truth Social, el twitter alternativo que Trump creo para su movimiento neoreaccionario al ser banneado permanente de su plataforma e instrumento de comunicación predilecto. 

Se discute que los números de plataformas como Gab, Rumble o Kick pueden estar notoriamente inflados, debido a la cantidad de bots que se calcula existen en tales plataformas. Es claro que las empresas que siguen este modelo no tienen incentivo alguno para la implementación de medidas de ciberseguridad orientadas a la construcción y estabilización de un espacio comunicación y expresivo común y transparente. No se trata de a través de las plataformas, de construir una experiencia enriquecedora de transubjetivación, y de construcción de sentido colectivo, sino de generar cifras valoralizables en términos de la financiarización del capital de riesgo. 

La dinámica de estas plataformas se centra en generar picos abstractos de valorización en el contexto de una dinámica insostenible a largo plazo, debido al inevitable deterioro de la experiencia cotidiana de la plataforma al verse comprometida por un ambiente hostil (discursos de odio, acoso, doxingscams, proliferación de contenido ilegal como pornografía infantil, etc.) producto de la ausencia de cualquier regulación. Mediante una reestructuración del esquema rug pullestas plataformas se transforman simplemente, en el contexto de la financiarización de riesgo, en un instrumento de ganancia rápida, sin ninguna forma de responsabilidad por el daño generado al ecosistema de redes. Pese a que estas redes suelen autodenominarse alt-tech, lo que aparenta un carácter antisistema, por supuestamente oponerse al big tech, es claro que forman parte del esquema actual de reestructuración del actual capitalismo digital. 

Nos referiremos, en este sentido, con el término libertarización de los entornos digitales, al proceso en que las dinámicas de valorización del capitalismo financiarizado de riesgo, incentivan la producción de espacios que ofrecen la desregulación como diferenciador explícito de mercado, con la consecuencia de erosionar la posibilidad de construcción de espacios de producción comunitaria, en favor de regímenes semióticos hipercapitalistas e hiperpatriarcalizados (2).

Estos procesos de libertarización del entorno económico y normativo, suceden tanto en el ciberespacio (en su momento la deep web y la ruta de la seda fueron un ejemplo paradigmático, antes de su fragmentación en una diversidad de redes minoritarias, o de espacios intersticios en redes mayores o relativamente mayores, tal como el reciente escándalo por los chats de distribución de pornografía infantil descubiertos en Telegram) como en el espacio público.

Uno de los efectos del polo desregulador del neoliberalismo consiste en la producción endémica de “espacios sin ley”, en los que no existe forma de rendición de cuentas alguna que no sea resuelta por la imposición del modo de vida de aquellos que detentan más fuerza como consecuencia de su ejercicio del poder, lo que en el contexto del capitalismo significa, para aquellos con más capital. 

Este proceso de desregulación está vinculado con la proliferación de todo tipo de formas de economía criminal (tráfico de personas, narcotráfico, extorsión, nuevas formas de esclavitud sexual, laboral, redes de pornografía infantil) que operan como mecanismos de sobreexplotación que se suman a la explotación generada en el marco de la economía formal/legal. En diversos escenarios del sur global, la concentración de los polos de financiarización de la economía tienden a producir espacios sin ley en que la precarización de las condiciones materiales para la reproducción de la vida y el sentido, producen la expresión de una violencia hiperpatriarcalizada que tiende al lado virtual gore y snuff del capitalismo, tal como ha sido descrito por Sayak en su análisis del espacio fronterizo de Tijuana (2010). Otros espacios como Acapulco, Tulum, pueden ser descritos como supuesto “polos desarrollo”, que en su apertura al espacio de inversión trasnacional, se convirtieron en espacios de radicalización de la fascistización de los modos de vida y de destrucción de cualquier forma posible de comunidad, tal como es precisado por Lydia Cacho (2015) en su investigación sobre las redes de pedofilia que existen en México, amparadas por diversos agentes del poder político y empresarial.

Zuboff (2020) precisa a la desregulación como un componente indispensable de la arquitectura rapaz del ecosistema de las Big Tech (ideología ciberlibertaria), ya que solo en tal ambiente es posible el manteamiento del masivo extractivismo de datos y la mercantilización informática que sostiene el actual proyecto tecnofascista en curso (capitalismo de vigilancia, poder instrumentario), pero existe además, todo un espectro de desregulación concretizado en una multiplicidad de dinámicas diferentes, que va desde las grandes disputas definidas por agentes como Google, Amazon, Alphabet, Meta, y las dinámicas moleculares de producción de subjetivación gestadas en los más delgados vasos capilares del ciberespacio, como los espacios de libertarización previamente descritos.

2. LA PRODUCCIÓN DE SUBJETIVACIÓN EN EL CAPITALISMO MUNDIAL INTEGRADO

Desde la óptica foucaultiana del poder como instancia productiva (2007), la dimensión desreguladora será insuficiente para una caracterización integral del neoliberalismo. Lo que se inserta y opera en tal espacio de desregularización, no es la naturaleza humana, sino una multiplicidad de subjetividades, sintética y estructuralmente alineadas con la reproducción del status quo, una subjetividad no sólo heteropatriarcal y colonial, sino también normie, es decir, cuyo centro inequívoco de gravitación son los estándares sociales y las prácticas aceptadas, siguiendo la definición de Urban dictionary

Guattari en su caracterización del Capitalismo mundial integrado (CMI) (3), desarrolla la idea de que el capitalismo actual, más que producir mercancías, modula subjetividades en masa, con la finalidad de producir una subsunción virtualmente absoluta del modo de vida a la reproducción de la axiomática capitalística, forma de poder que Guattari denomina servidumbre maquínica. El espectro normie se define por su índice de inserción en esta dinámica de poder. Paul Preciado (2018) define como subjetividad zombi heteropatriarcal y colonial a aquella que “utiliza la mayor parte de su energía pulsional para producir su identidad normativa: angustia, violencia, disociación, opacidad, repetición…”, la tesis de Preciado apunta a que la reproducción de la normalidad, lejos de ser algo dado, requiere de una enorme programática operatoria de represión del deseo y la vida.

En “El nacimiento de la biopolítica” Foucault, por su parte, destaca como una de las características nodales de la gobernabilidad neoliberal, el enfoque sistemático de abordar los problemas de la realidad social desde sus efectos no sus causas (2007), lo que tiene como consecuencia una construcción de soluciones abstractas que no afectan el funcionamiento estructural del sistema económico político, sino tan sólo paliar sus desastrosos efectos. A este horizonte pertenecen, por ejemplo, las utopías paracapitalistas in situ al estilo del Foro de Davos, que buscan compatibilizar la profundización del despojo neoliberal con medidas como la renta básica universal, o un seguro permanente al desempleo. Esta incapacidad sistémica de una comprensión de la violencia estructural neoliberal, no es solo un componente de la razón política (gobernabilidad) que estructura los discursos y las prácticas mediante los que se construye el poder, sino también el horizonte cotidiano ético-estético-existencial en que las subjetividades cobran forma (4). Es una dimensión constitutiva del horizonte en que los sujetos se relacionan consigo mismos a través de la producción de una verdad, lo que Foucault llamó aleturgía (2009). La servidumbre maquínica, la subjetivación zombi heteropatriarcal colonial, la aletúrgica neoliberal y la identidad normie serían los diferentes ejes que articulan la producción de subjetividad contemporánea.

La producción de subjetividades en masa como dispositivo de las sociedades de control insertas en el CMI, fue una respuesta a la crisis de sentido y de reproducción de los modos de vida expresadas en el 68 global. El capitalismo respondió creando una matriz de líneas de expresividad, identidad y subjetivación, las cuales permitían la creación de territorios existenciales mínimos necesarios para la reproducción de la vida, a la vez de contener tal multiplicidad de posibilidades en los horizontes de reproductibilidad de lo capítalístico. Podemos denominar como telesubjetivación al régimen de producción de semiótica de producción de subjetividades (Guattari, 2010) bajo la producción centralizada de consignas en polos diferenciados de lo que podríamos llamar poder comunicacional (Castells, 2016), así como distinguir al menos dos etapas cualitativamente distintas, la primera referente a la emergencia de la televisión y consolidación de los mass media (telesubjetivación mediática), la segunda, referente al entorno digital como espacio de referencia privilegiado de producción semiótica (telesubjetivación meta-mediática). Es importante señalar que la subjetividad no se produce meramente por la interiorización de contenido con un determinado sentido ideológico, sino por su inserción en el agenciamiento que compone el entorno digital, el cual está conformado no solo por consignas, sino también por atractores particulares de interacción, así como por la proliferación de todo tipo de redundancias pragmáticas. 

3. ESQUIZOANÁLISIS (5) DE LA SUBJETIVACIÓN INCEL: LA EXISTENCIA IMAGINARIA DEL OTRX

De momento nos centraremos en un fenómeno particular de la telesubjetivación meta-mediática en el contexto de la libertarización del capitalismo de plataforma, la radicalización de entornos de producción de subjetivación hacia líneas hipercapitalistas e hiperpatriarcalizadas, tal como la subjetividad incel. Partiremos de la idea de que la integral de la subjetivación que define el espacio de lo incel, es la reducción del otrx de una figuración imaginaria (6) impositiva.  La reproducción del modo de vida capitalista implica la continua producción de afectos que reprimen las posibilidades subjetivas de experimentación colectiva, a la vez, tal represión se encuentra estructuralmente vinculada con una insensibilidad trascendental a la vida concreta del otrx, es decir, tal crueldad no tiene su origen en razones atribuibles a las particularidades de los individuos, sino al contexto pragmático en que la subjetividad se construyó, en el contexto de lo que Rita Segato (2018) denomina el proyecto histórico de las cosas, definido por la universalidad de las pedagogías de la crueldad. El capitalismo se configura como un momento particular de la prehistoria patriarcal de la humanidad, en que es casi imposible expresar nuestros deseos sin desear al mismo tiempo a la forma capitalista como la profunda verdad de nuestras interioridades, desear como si se tratase de nuestra liberación, la lógica capitalista que precariza la vida de nuestras comunidades y que fundamenta una lógica de exterminio contra los “improductivos” de la sociedad. 

El incelismo (7) ha sido presentado como la experiencia subjetiva masculina de una intolerable insatisfacción en términos de expresividad sexual y afectivo-romántica, en un contexto por lo general, de valores y roles tradicionales. Para el incelismo, la revolución sexual trajo como resultado la liberalización de un mercado sexual, construido con expectativas injustas hacia el sexo masculino, en el cual, de acuerdo con la óptima de Pareto, un veinte por ciento de la población masculina, calificada como “de alto valor” (ya sea por su atractivo físico, por su éxito económico), monopoliza el acceso al ochenta porciento de las mujeres sexualmente disponibles, lo que deja, según este discurso, al restante de la población masculina, en el marco de una competencia insostenible que solo puede llevar a la insatisfacción sexual, así como a la precarización de la salud mental. 

La identidad incel ha proliferado como un esquema de identificación atractivo y viable para todo tipo de hombres jóvenes precarizados a nivel no solo político, económico y social, sino también existencial, que buscan en la reafirmación de su masculinidad la construcción de territorios existenciales mínimos que les permita resistir la subsunción total a la explotación capitalística y del deterioro del poco bienestar restante, así como la disolución de las formas de comunidad y de confianza interpersonal tras el despojo neoliberal. Esto ha generado la proliferación de influencers que hacen de su causa la defensa de estos hombres, como si se tratara de grupos sistemáticamente excluidos y violentados, tal como lo ha hecho desde hace algunos años, Jordan Peterson. En su dimensión más programática y radical, el incelismo ha sido promotor de una imaginación política totalitaria y fascista, que se enorgullece de plantear sociedades orientadas a valores tradicionales heteropatriarcales, en que las mujeres son esclavizadas y obligadas a proporcionar a todos los hombres el placer y la satisfacción sexual a la que tienen derecho. 

Parecería que las líneas de subjetividad incel se dan principalmente en los “hombres de bajo valor”, incapaces de acceder al mercado de la liberalización sexual, sin embargo es común observar que ciertos “hombres de alto valor”, como los influencers de la manosfera, comparten la misma imaginación política y deseante que los incels, con la única diferencia que estos últimos presumen de una vida sexual envidiable, tal como Andrew Tate, quien constantemente presumía de siempre tener un séquito de mujeres dispuesto a complacerlo sexualmente en cualquier momento. 

Anyone else suspect that electric car man isn’t getting laid?”, Twittea Jake Bowen, refiriéndose a la reciente serie de impromptus de Elon Musk en twitter, quien entre otras cosas, ha sido acusado de exigir a sus ingenieros que inflaran el alcance de los tweets de su cuenta personal, después de que su tweet sobre el super bowl obtuviera menos engagement que el de Biden; recolektion twittea, en respuesta, que Musk tiene suficiente dinero para obtener todo el sexo que desee, sin embargo, es cierto que “emite esa clase de energía”.

La masculinidad frágil suele pensarse como una de las características propias de la inseguridad existencial que experimentan los incels, al tener que aferrarse y defender las territorialidades masculinistas como única instancia de significación posible de las relaciones humanas, pero a la vez, no existe en el mundo actual, instancia de poder que no requería para la reproducción de su legitimación, la construcción de una burbuja de eco encargada de reafirmar ciegamente su postura. No hay instancia de ejercicio del poder que no se encuentre atravesada por la estructura de la masculinidad frágil. El poder fetichizado es un poder incel, atemorizado por la soledad ontológica en que el mismo se ha recluido, y constantemente en necesidad de violencia para mantener la fantasía solipsista que de sí ha creado. 

A nivel virtual la subjetividad incel se caracteriza por una experiencia solipsista de la diferencia sexual, en la que toda relación con una mujer solo podrá darse, mediada por asfixiantes concepciones dogmáticas de lo que la mujer es. La insensibilidad que define el modo de vida masculinista incel se produce a través de la vivencia de la inexistencia de la mujer como objeto de referencia real, a la vez que, coexiste un imperativo a demostrar que son quienes conocen exactamente lo que es ser mujer, tal como el reciente suceso de un presentador de noticias de hacer mansplaining a sus colegas reporteras, con respecto a la menstruación. Incel no es tanto una identidad, como una estructura de posibilidades de concretización del deseo, fundada en la pretensión de dominio absoluto y en la incapacidad de una apertura procesual a la realidad de la mujer, que solo puede ser percibida como abstracción/cosificación. 

¿Qué podemos decir con respecto a las líneas de subjetivación que caracterizan espacios como Kick y comunidades como la de Adin Ross? Una de las principales consecuencias de la dinámica de desregulación propuesta por la plataforma, es que no se podrá ser baneado como decisión de una instancia inmanente a la plataforma. En palabras de Adin, podríamos ver películas, deportes en vivos (prohibidos en otras plataformas por cuestiones de derechos de autor), ver pornografía juntos (como lo hizo días después), incluso, si quisieran, verlo masturbarse, etc. Además, el chat, su comunidad, podría sentirse con la libertad de decir lo que deseen sin el miedo de que existieran represalias. Es sabido que la comunidad de Adin, como otros espacios libertarizados, tiene una aguda tendencia no sólo a las líneas incel, sino a todo tipos de humor que reproducen las formas más burdas de la imaginación heteropatriarcal colonial. Por ejemplo, vulzyyy twittea defendiendo el sentido del humor de la comunidad a la a la cual pertenece, diciendo básicamente: “podemos reírnos de la idea de negros siendo usados como esclavos, pero no significa que no seamos seres racionales, que no le desearíamos mal alguno a persona alguna por su color de piel”. 

¿A qué se debe esta profunda insensibilidad a la violencia estructural del poder colonial? Se respeta a las minorías como parte de un ideal abstracto universal de humanidad, que solo existe en la imaginación de los actores sociales, pero no existe un referente mental empírico sobre la concretitud del racismo estructural que atraviesa la sociedad, ni las formas de violencia simbólica implícitas en sus mecanismos de reproducción. Sin la conceptualización de la violencia simbólica como instancia de reproducción del poder social y el sentido común que lo legitima, resulta obvio que el chiste racista es un dispositivo inofensivo que no tendría por qué lastimar a nadie.

Tal postura implica por supuesto, borrar la experiencia de la vivencia de la violencia colonial que experimentan las personas racializadas, la cual a su vez, está ligada a la reproducción de mecanismos de invisibilización que son condición de posibilidad de que los chistes racistas sean percibidos como graciosos. En el contexto de aleturgía neoliberal es perfectamente posible construirnos la autopercepción de una identidad que respeta la dignidad humana mínima de cada ser humano abstracto, a la vez que se lucha por la reproducción de un sentido de la realidad que implica el borrado de la experiencia de grupos subalternos.  El libertarianismo en su forma más general implica el borrado de toda experiencia humana que no sea la propia, lo que sirve de caldo de cultivo para una catálisis de los procesos de otrificación constitutivos de los espacios actuales de imaginación política, tal como el suprematismo blanco y el incelismo, los cuales implican el borrado de la experiencia concreta de personas racializadas, así como de las mujeres, de ahí la convergencia de subjetividades racistas e incels en los entornos digitales libertarizados. 

4. APUNTES PARA UNA PROGRAMÁTICA ECOSÓFICA CRÍTICA MÍNIMA ENTORNO A LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS ENTORNOS DIGITALES

La ecosofía propone una revolución radical del mundo a través de la proliferación de espacios de experimentación en los que se inventen nuevas dinámicas de valoralización que no solo se opongan al sentido de la razón de gubernamentalidad dominante, sino que también den forma a nuevas relaciones sociales, de subjetivación y ecológicas (Guattari, 1996). La ecosofía de la subjetivación implica una intervención colectiva de las formas en que se produce y se significa el deseo, el inconsciente libertario, en oposición, implica un rechazo total de la inter y la transubjetivación, como instancias enriquecedoras de la complejidad social y semiótica, ya que el individuo atómico y atomizado no tiene soberano derecho más que sobre la territorialidad efímera de su deseo personal, sobre el cual se construye el derecho de autodefensa de su propia identidad reificada. El sujeto libertario niega la existencia de la sociedad, y de cualquier instancia ecológica que se oponga al microfascismo del deseo propio. 

Por supuesto el libertarianismo de ninguna manera le garantiza al individuo una experiencia libre de su deseo personal, ya que el deseo personal no existe, es una ficción tras la cual se enmascara la producción social y colectiva del deseo. El individuo libertario es un individuo ya formado, sin diálogo posible con el exterior, sin posibilidad de cuestionar, complejizar o singularizar las multiplicidades de deseo que lo habitan. Esto explica porque en el inconsciente libertario coexisten la infinita libertad abstracta de un futurismo sin límites del deseo individual, con la redundancia sin fin de los mismos valores tradicionales, autofágicos y patriarcales.

A continuación, precisamos una serie de líneas para establecer una micropolítica mínima ecosófica para la reversión de la libertarización de los entornos digitales, tal como es experimentada actualmente:

  • Crítica de los sistemas semióticos de valorización que sostienen actualmente la economía de redesla reconstrucción de entornos digitales no será totalmente posible en la medida que no se trastoquen los sistemas semióticos de valorización que son condición de posibilidad de la actual dinámica en redes. Estas semióticas de valorización promueven formas específicas de viralización e interacción de usuarios y contenidos que incentivan la existencia de ecosistemas de desinformación, construcción de cámaras de eco, y dinámicas estructurales de violencia tales como las que existen en el contexto de la libertarización de los espacios digitales. La dinámica actual en redes no se trata de producir espacios idóneos para la colectivización ecológica de la infosfera, sino de generar focos de interacción que por sus características son inherentemente valorizables y mercantilizables para la lógica del capital. Tales sistemas semióticos de valorización no pueden ser interrumpidos sin imposibilitar de raíz la convergencia del capital financiero económico con el poder comunicacional/digital.
  • Oposición al reduccionismo de la grilla de inteligibilidad neoliberalLa transformación de los entornos digitales no puede plantearse de una manera abstracta y separada del resto de entornos sociales de los que forma parte, tal como lo pretenden los actuales enfoques de derechos digitales. Por ejemplo, la alfabetización digital necesaria para el empoderamiento de las comunidades digitales, no será posible sin una total reformulación de las esferas del trabajo, la vivienda, la producción alimentaria, la distribución de bienes y servicios, la creación de entornos descentralizados de educación desescolarizada y emancipatoria, así como la total transformación de la relaciones Estado-Capital-Tecnología (abolición de toda forma de propiedad intelectual y de bloqueo de la transferencia tecnológica), así como una reorientación tecnomaterialista del telos científico hacía la producción y reproducción de la vida. 
  • Cuestionamiento del horizonte de la imaginación política estadocentríca y republicana: La concretización última de un horizonte de justicia epistémica en que el entorno digital se convierta en un espacio de producción comunitaria, implica un cuestionamiento radical de la división social tecnocrática y centralizada del trabajo político (división entre quienes dan órdenes y las obedecen, entre quienes organizan y son organizados). Si la abolición de los vínculos estructurales entre el capital económico e informático llevan a plantear un horizonte post redes sociales privadas, queda claro que la solución no puede estar del lado de redes sociales estatales, o de cualquier combinación entre ambas formas. La disolución de imaginación política republicana implicaría la posibilidad de trascender la dicotomía entre redes sociales privadas y públicas, para comenzar a hablar de “redes comunes”. Algunas posturas comunitarias críticas de la realidad estatal, ha propuesto la idea de estados transicionales, cuyas principales funciones serían la protección de las esferas de producción de las dinámicas económicas globales, así como el aseguramiento de condiciones mínimas para la transición a regímenes de autonomía, de una forma análoga, la transición hacia redes comunes implicaría la mutación de la teleología estatal, hacía un horizonte post-estatal. 
  • La proliferación de todo tipo de experimentaciones ecosóficas en las que se construya un nuevo sentido postmediático: Desde una perspectiva crítica del esencialismo detrás del concepto de ideología, podemos plantear que el principal problema con los medios digitales no es el tipo de información que se produce, sino el modo de vida concreto que presupone la interacción con tales medios, y que tiene como consecuencia la producción e iteración de tal información en específico. Es decir, no se trata de sustituir los medios existentes por otros que distribuyan contenidos “críticos”, no basta con que existan think thanks de izquierda, si estos operan en la misma dinámica de centralización de poder comunicacional de la que parte la telesubjetivación. La existencia de redes comunes implicaría una apropiación del ciberespacio que dependa de la multiplicación inédita, y hoy inimaginable, de los espacios materiales de autonomía que permiten la reproducción de la vida. 

NOTAS

(1) Tal diferenciador es incluso, virtualmente irreal, ya que en efecto existe en la plataforma terms and services así como community guidelines, que excluyen la mayoría de las prácticas que tampoco son permitidas en otras plataformas. Más aún, un análisis más minucioso de la autoregulación de la red permite ver que existe una potencial discrecionalidad para restringir el uso de cualquier usuario sin justificación alguna, lo que hace imposible la transparencia de las decisiones tomadas por la plataforma. Esto no excluye que obviamente, la red hasta el momento se haya comportado conforme a las expectativas de mercado, permitiendo abiertamente todo tipo de actividades que infringen su normatividad. Trainwrecks, influencer y dueño parcial de la plataforma, ha puntualizado que por “sentido común”, existen reglas y límites, y que si algún influencer las han infringido pero no ha sido baneado, se debe a “circunstancias especiales”, que obviamente, jamás serán esclarecidas si no es del interés de la plataforma.  

(2) El libertarianismo como imaginación ética, política y existencial, implica la presuposición de que la modulación óptima de la sociedad se obtendría mediante un poder absoluto de los derechos de propiedad y la libertad de los mercados. Para el sujeto libertario es inaudito que se le cuestione sobre su deseo e interés individual, sobre el cual tiene soberano derecho, si Badiou define al enemigo cuya designación funda el campo de lo político, sobre aquel de quien resulta intolerable una intromisión en lo propio/mío/nuestro, el libertarianismo implica una ética política en que todo otrx es un potencial enemigo frente al cual debemos estar preparados y armados para defendernos (La serpiente amenazante en la bandera de Gadsen). El libertarianismo como horizonte de sentido, implica una intersección de estructuras no solo capitalistas, sino patriarcales y coloniales.  

(3) “En el capitalismo mundial integrado, la semiotización ya no se limita a los instrumentos financieros y a la fabricación de un mercado, sino que se lleva a cabo en el conjunto de las interacciones simbólicas mediante las cuales las personas copresentes hacen sociedad” (Guattari, 2004, p.27).

(4) Esto se materializa por ejemplo, en el caso de Adin Ross, cuyas transmisiones constantemente muestran una total incapacidad de análisis desde una perspectiva informada de sus causas sociales y políticas. Hace poco en unas de sus transmisiones Adin lee frente a su audiencia, una definición sencilla de fascismo proporcionada por Wikipedia, para después declarar que no fue capaz de entender absolutamente nada. 

(5) Por esquizoanálisis nos referimos a una analítica crítica de la economía política en términos de la economía deseante y los procesos de subjetivación que operan en un cuerpo social determinado. 

(6) Es decir, como una narrativa que le permite al incel experimentar su deseo como una realidad satisfactoria para sí mismo, pero que depende de un borrado de la experiencia concreta del otrx.

(7) Lo incel presenta una multiplicidad heterogénea difícilmente reducible a una serie de principios homogéneos, para la presente caracterización nos referimos a algunos de los puntos más reiterados en diversas fuentes, tal como el video ensayo de Contrapoints

BIBLIOGRAFÍA 

Foucault, Michel (2007), El nacimiento de la biopolítica, Buenos Aires, FCE.

Foucault, Michel (2009), El gobierno de sí y de los otros, Buenos Aires, FCE. 

Castells, Manuel (2016) Poder comunicacional, Barcelona, Paidós. 

Cacho, Lydia (2005), Demonios del Edén, México, Random House Mondori.

Guattari, Félix (2004). Plan sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares, Madrid, Traficantes de sueños. 

Guattari, Félix (1996), Las tres ecologías, Valencia, Pretextos. 

Preciado, Paul (2018). “La izquierda bajo la piel. Un prólogo para Suely Rolnik” en Rolnik, Suely, Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente, Buenos Aires, Tinta Limón. 

Sayak, Valencia (2010), Capitalismo Gore, Madrid, Melusina.

Segato, Rita (2018), Contrapedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Tinta Limón.

Zuboff, Shossana (2020), La era del capitalismo de la vigilancia, La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder, Barcelona, Paidós.

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