ISSN : 2992-7099

Sionismo en crisis: la batalla por la narrativa en medio del dolor palestino

Erick Rodríguez Velázquez

Erick Rodríguez Velázquez

Filólogo y Maestro en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Integrante del grupo de investigación “Palestina y América Latina” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y miembro del Colegio Internacional de Graduados de la Freie Universität de Berlín. Ha sido becario de El Colegio de México y realizado estancias de investigación en el Instituto Iberoamericano de Berlín y la Universidad de Luján en Buenos Aires. Sus investigaciones giran en torno a las materialidades de la escritura en contextos de dictadura, exilio y ocupación.

1 noviembre, 2023

El dolor ajeno tiene un poder único para unir a las personas. La imagen de alguien en medio de una crisis nos apela, nos sacude en lo más hondo y nos congrega. Sin embargo, ¿quiénes tienen derecho a defenderse del dolor? ¿Qué tragedias conmueven y cuáles pasan desapercibidas en la vorágine de la actualidad? En los últimos años, la cuestión de las migraciones masivas y los millones de desplazados y refugiados han dejado ver una jerarquía en la atención que provocan algunas víctimas de conflictos armados y del colonialismo. Es una verdad que, en la escala del dolor social, no todos los dolores son iguales. El dolor se convierte en un elemento que configura geografías sociales desiguales, que muestran u ocultan dependiendo de las características culturales de los actores. Hoy presenciamos un uso y abuso del dolor por parte del Estado de Israel que ha significado que parte de la comunidad internacional le otorgue un cheque en blanco para cometer los más atroces crímenes de guerra. Se comete entonces una venganza sangrienta, desproporcionada e inhumana que oculta el dolor de millones de personas que tienen que luchar por la dignidad de su dolor.

No es la primera vez que Israel viola todas las normas del derecho internacional humanitario para cometer masacres. El bloqueo ilegal de Gaza, el corte de energía, combustibles y suministros, la obstrucción de la entrada de ayuda humanitaria, el ataque a hospitales, médicos, y periodistas, todo esto no es novedad, es una repetición y una larga secuela de acontecimientos. En medio de estas circunstancias, se ha planteado un triste debate en torno a la humanidad de los palestinos, en nombre del derecho de Israel a defenderse del dolor. Cuanto las autoridades israelíes declararon que estaban luchando contra “animales humanos”, pudimos ver la consecuencia de esos usos del dolor que reconocen lo plenamente humano en un solo lado.

La explotación del dolor ha desempeñado un papel esencial en la construcción de la identidad nacional israelí, una identidad que es relativamente reciente. La centralidad del Holocausto, junto con otros eventos como el Farhud o el Yom Kippur, refuerza la narrativa sionista que presenta a Israel como una víctima constante en medio de todos los conflictos. Muchos de los episodios que conforman la historia de una nación adquieren una dimensión más profunda cuando se relacionan con el sufrimiento colectivo. En Israel, este sufrimiento constituye la base de una identidad nacional muy exigente para sus habitantes. El Estado reconoce lealtades y deslealtades en función del reconocimiento de un dolor específico: el dolor judío. Así, uno es sujeto en la medida que uno tiene derecho a defenderse del dolor. Será por eso que el servicio militar es el forzoso ritual de paso en que un israelí se vuelve ciudadano: cuando adquiere sentido de la pertenencia a través del reconocimiento de sus fuerzas y vulnerabilidades. Sin embargo, será en este proceso de colocar el dolor propio por encima de todo, que el dolor ajeno se vuelve amenaza. Las imágenes del sufrimiento palestino, así, se vuelven peligrosas armas contra un etnocentrismo que monopoliza el derecho al dolor.

El sionismo ha moldeado la percepción del individuo de una manera muy específica, donde ya no se le define por su capacidad de empatizar con el sufrimiento del otro, sino únicamente por su capacidad de reconocer su propio dolor, el cual se convierte en la medida de todas las cosas. Este enfoque silencia a cualquiera que experimente un tipo de sufrimiento diferente, a aquellos que no se ajusten a la rígida narrativa impuesta tanto a las naciones del mundo como a sus propios ciudadanos por parte del Estado de Israel. Es fundamental resaltar que esta narrativa sionista no solo silencia a los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza, sino también a sus habitantes musulmanes, cristianos y judíos que puedan cuestionar la política extremadamente belicista del gobierno de su país. En consecuencia, rara vez se ponen de relieve las imágenes de las protestas en Israel contra el régimen de Netanyahu, que han sido las más grandes en la historia de la nación, o de los numerosos desertores del ejército israelí. Tampoco se destacan las críticas constantes de los judíos ultraortodoxos, como los haredíes, de clara orientación antisionista. Estas voces se ven silenciadas y, en ocasiones, sometidas a duras represalias.

Desde hace varias décadas, cualquier judío que se atreva a criticar al Estado se encuentra etiquetado como alguien que siente aversión por su propia identidad, condensado en la expresión “el judío que se odia a sí mismo”. Aquel que cuestione el sufrimiento judío o las prácticas inhumanas de Israel, como el uso de fósforo blanco en Gaza o el bloqueo de la ayuda humanitaria, es catalogado como un traidor.

El dilema de la exclusión y la discriminación proveniente de una ideología supremacista es que nunca conoce límites; en lugar de ello, perpetúa la creación de nuevas diferencias. En este sentido, se presta escasa atención en Occidente a la marcada división que atraviesa a la sociedad israelí. La narrativa sionista, que establece una jerarquía interna, coloca al judío asquenazi, el israelí considerado “sujeto”, en un extremo, mientras que a los palestinos se les niega ese estatus. Entre los judíos asquenazíes y los palestinos, existe una diversidad de grupos que no encajan en el modelo del judío ideal, como los judíos mizrajíes, etíopes, samaritanos, e incluso los mencionados judíos ultraortodoxos. Si a esto se suma el deterioro de los servicios públicos, la creciente desigualdad y el alto costo de vida que afrontan los ciudadanos israelíes, lo que reluce es una profunda insatisfacción interna con las políticas del Estado israelí. Esto es especialmente notable en el caso del Primer Ministro Netanyahu, quien enfrenta graves acusaciones de corrupción al tiempo que encabeza el gobierno más belicista de la historia israelí. Estos problemas sociales surgen en un contexto en el cual cada vez se asigna un mayor presupuesto al gasto militar.

En una publicación reciente, la revista +972 denunció la creciente persecución contra aquellos judíos en Jerusalén que alzaron su voz para exigir el fin de la crisis humanitaria en Gaza, la cual padece los estragos del bloqueo impuesto por Israel (1). La oficina del Fiscal General emitió un comunicado en el que afirmó tener “tolerancia cero” para quienes expresen “apoyo al enemigo”. Estos casos de censura no son exclusivos de las circunstancias actuales, ya que mucho antes del estallido de la guerra, se había registrado una persecución continua contra los judíos antisionistas, quienes desempeñan un papel fundamental en la vida pública de Israel. De hecho, gran parte de las contribuciones que han enriquecido la experiencia judía provienen de judíos con posturas antisionistas. A pesar de esto, en ámbitos como el mundo académico, de gran importancia para la promulgación de la narrativa sionista, los discursos son sometidos a una vigilancia minuciosa, lo que ha resultado en el despido de académicos judíos que han adoptado posturas antisionistas (2).

Como parte de esta persecución deliberada en contra de la libertad de expresión en Israel, se han documentado arrestos ilegales y violentos de académicos, periodistas y judíos de izquierda, basándose únicamente en sus publicaciones en las redes sociales. A través de la organización de derechos humanos Adalah, se han registrado informes de personas convocadas para interrogatorios policiales simplemente por haber dado “me gusta” a publicaciones, como las difundidas por Eye on Palestine. Lo que es aún más preocupante es que no solo se trata de instituciones israelíes, sino que también algunos miembros de la sociedad israelí, que respaldan las ideas del sionismo, han llevado a cabo actos de intimidación contra aquellos que no respaldan la guerra. Por ejemplo, Israel Frey, un destacado periodista ultraortodoxo de izquierda y crítico abierto de la política israelí, fue objeto de una campaña de intimidación en su hogar en Bnei Brak, donde manifestantes de extrema derecha dispararon bengalas hacia su apartamento y lo persiguieron mientras él buscaba refugio (3).

En días recientes, un video que mostraba la liberación de una rehén israelí retenida por Hamás también generó tensiones. La mujer, de edad avanzada, compartió sus experiencias, afirmando que “nos dijeron que eran musulmanos y que no nos harían daño; nos cuidaron muy bien, nos proporcionaron nuestras medicinas y compartimos la misma comida que ellos, se preocuparon por todas nuestras necesidades” (4). Estas palabras desencadenaron una reacción negativa hacia la rehén recién liberada por parte de un sector de la sociedad israelí que exigió que se la acusara de colaboración con el terrorismo debido a sus declaraciones. Este incidente pone de manifiesto que, para Israel, lo más importante no es únicamente la liberación de los rehenes, sino también la preservación de la narrativa que retrata a los árabes como enemigos. De esta manera, la campaña genocida de Israel contra el pueblo palestino se presenta como una guerra contra individuos despiadados, diseñada para atraer a una audiencia que requiere esta narrativa.

Para profundizar esta visión, el Estado de Israel ya contempla nuevas legislaciones para restringir aún más el espectro de contenidos que circulan en los medios de comunicación. En virtud de estas propuestas, el ministro de Comunicaciones israelí podría tener la autoridad para retirar transmisiones si se determina que estas contribuyen a la “propaganda enemiga”. Podemos esperar que “contribuir a la propaganda enemiga” sea cualquier crítica a la política de exterminio de la sociedad gazatí. También es previsible, teniendo en cuenta la reciente ola de asesinatos a periodistas palestinos, y a los cortes de electricidad que dificultan la conexión a internet y con ello la salida de información, que el genocidio palestino se vuelva cada vez más silencioso y pasemos por alto buena parte de las atrocidades que se viven en Gaza en esta época oscura. Sin embargo, reconocer cómo la lógica sionista también se vuelve contra su propia sociedad israelí es un paso crucial para evidenciar los aspectos autoritarios y supremacistas de esta ideología más allá de las fronteras de Palestina. Por consiguiente, tanto si se busca apoyar a los palestinos, como si se tiene interés en el bienestar de la población judía en Israel, la lucha contra el sionismo es una vía que cobra igual relevancia para ambas partes.

NOTAS

(1) Bisharat, G., Ziv, O., y Zoubi, B. (2023, 17 de octubre). ‘This is political persecution’: Israel cracks down on internal critics of its Gaza war. +972https://www.972mag.com/israel-gaza-war-political-persecution/

(2) Scher, I. (2022, 25 de enero). A Hebrew Teacher Called Herself an Anti-Zionist. She Was Fired. Jewish currentshttps://jewishcurrents.org/a-hebrew-teacher-called-herself-an-anti-zionist-she-was-fired

(3) Cohen, I. D., y Shimoni, R. (2023, 15 de octubre). Far-right Israelis Threaten, Attack Left-wing Journalist Who Dedicated a Prayer to Gaza Victims. Haaretzhttps://www.haaretz.com/israel-news/2023-10-15/ty-article/.premium/far-right-israelis-threaten-attack-journalist-who-dedicated-a-prayer-to-gaza-victims/0000018b-3434-d450-a3af-7d3ccb9d0000

(4) Chen, H., Tal, A., Melwani, M., y Jeong, S. (2023, 24 de octubre). “Pasé por un infierno”: rehén de Hamas liberada describe su secuestro de un kibutz y el cautiverio. CNN Españolhttps://cnnespanol.cnn.com/2023/10/24/rehen-hamas-liberada-habla-trax/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

one × five =