ISSN : 2992-7099

Los ponchos de colores nuevamente nos interpelan

Gina Chávez Vallejo

Gina Chávez Vallejo

Doctora en Derecho, Ciencia Política y Criminología, Máster en Derecho Constitucional, Doctora en Jurisprudencia y Abogada de la República del Ecuador. Profesora Titular del Instituto de Altos Estudios Nacionales IAEN.

29 junio, 2022

El lunes 13 de junio del 2022 dio inicio el denominado “Paro de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE)”. Arrancó con una movilización de representantes de organizaciones indígenas, fundamentalmente de la sierra, afiliadas a la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas Indígenas y Negras (FENOCIN), Organización de los Indígenas Evangélicos en el Ecuador (FEINE), y Federación Nacional de Productores Bananeros del Ecuador (FENABE), hacia la capital ecuatoriana; y con la entrega de un manifiesto que contiene 10 demandas dirigidas al presidente de la República Guillermo Lasso. El documento de 16 páginas, titulado “Frente a la crisis causada por el modelo neoliberal: organizarse es necesario, resistir es justo, luchar es un derecho”, comienza expresando que dicha convocatoria está respaldada por un gran número de organizaciones locales y regionales, pobladores, asociaciones, estudiantes y trabajadores, movilizados y unidos para “enfrentar la crisis del capitalismo neoliberal”. 

Sustentado en un diagnóstico previo sobre las características de la crisis y el sometimiento del gobierno ecuatoriano a las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el documento se detiene en el análisis de la crisis de seguridad, mientras el gobierno mantiene grandes recursos ociosos. En las políticas que han resultado en grandes ganancias para la banca y los grupos económicos. El peso de dicha crisis cayó sobre los hombros de los trabajadores y los humildes. En el “giro vasallo” de la política exterior del país expresada, entre otros, en “la complicidad de la Corte Constitucional”, frente a la aprobación de decreto ejecutivo que volvió a poner en vigencia el Convenio con el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), sin que sea debatido por la Asamblea Nacional; o el aval de la Cancillería ecuatoriana frente a la aprobación en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, de la propuesta de Ley de Asociación Estratégica Ecuador – Estados Unidos de 2022. Y en la problemática del extractivismo y los desastres generados por la minería en territorios indígenas.

De este diagnóstico se derivan las 10 demandas, las mismas que están relacionadas con los precios de los combustibles, la moratoria de deudas, empleo, derechos laborales, libertad sindical y de organización, límites a la ampliación de la frontera extractivista, respeto a los 21 derechos colectivos, rechazo a la privatización del patrimonio nacional y al sometimiento al CIADI, sobre el control a la especulación, políticas de salud y educación, y políticas de seguridad ciudadana.

Desde el primer levantamiento indígena en 1990 (1) las demandas del movimiento indígena agrupado en la CONAIE y sus filiales contienen una interpelación cultural, histórica y política al Estado ecuatoriano; esto convirtió a las comunidades históricamente marginadas y excluidas, en sujetos históricos de las luchas por la transformación social, y desde entonces, actor ineludible en el espectro de la política nacional. Así, las nociones de pueblo, territorio, lo comunitario, la plurinacionalidad, la interculturalidad, la etnicidad, el sumak kausay, se insertaron en el discurso político, penetraron las políticas públicas, forman parte de los programas políticos de los partidos, y de las constituciones de 1998, y en mayor medida en la del 2008 cuando alcanzaron dimensión de norma jurídica constitucional. 

Lo que ha sido más difícil de remontar en los últimos 30 años de luchas indígenas contemporáneas(2) -en donde se han dado avances en políticas públicas y en el reconocimiento de derechos de pueblos y nacionalidades-, son los índices de pobreza y pobreza extrema(3), del racismo, la xenofobia y la aporofobia de los que son históricamente víctimas, y cuyas grotescas expresiones emergen en una suerte de vapor maloliente de las mismas entrañas de una sociedad que se aferra a las promesas de prosperidad marcadas por E.U.A., mientras desprecia todo lo que le recuerde el porcentaje de sangre indígena que corre por sus venas.  

El racismo nos acompaña desde la Colonia, y de él dieron buena cuenta los enciclopedistas como Buffon, sosteniendo que la inferioridad de los indios se explica por la “breve historia de sus pueblos y la facilidad con la que fueron conquistados”; Depauw sentenciando que el clima americano es la causa de la inferioridad física y mental de los indios, a quienes se les ve a la vez como niños y como degenerados. Raynal sosteniendo que América es un continente decrépito, y los indígenas el buen y feliz salvaje. O Voltaire explicando que la inferioridad de América se debe a su geografía pantanosa, poblada por naturales estúpidos e indolentes, … (4)

Con la misma crudeza de entonces, el racismo se manifestará a lo largo de la vida republicana en distintas formas e intensidades -sea bajo políticas tutelares, economicistas, desarrollistas, de transculturización o integracionistas-, pero con la misma saña e intolerancia, determinando lo que A. Memmi denominó como el “grado de cortesía o etiqueta”(5), que se da entre distintos grupos sociales, y que consisten en formas de humillación que deshumanizaba al “indio”(6). 

Es justamente, lo que ha marcado las masivas jornadas del Paro de la CONAIE en estos 16 días que llevan (hasta el cierre de este escrito), con grotescas e insultantes expresiones de grupos de personas que, auto calificadas como “gente de bien”, propinan insultos xenófobos como “indios HPutas”, “piojosos”, “apestosos a grajo”, “fuera indios”, “qué bueno que les mataron”, “ya era hora hay que utilizar la fuerza letal”; todo lo cual lo hacen mediante redes sociales, trolls, grupos de WhatsApp, o directamente en concentraciones públicas donde hacen alarde de la gama de sus autos, de las pistolas que disparan, o del festejo que hacen de los policías participantes en las jornadas de represión (muy al estilo Nazi). Adicionalmente, estas jornadas se han caracterizado por un errático manejo de la crisis por parte del presidente de la república y su equipo de gobierno; por un alineamiento abierto y descarado al relato gubernamental, de la mayoría de medios de comunicación nacionales y locales; y por una represión brutal por parte de la policía y el ejército, comandados por Lasso y el Ministro del Interior Patricio Carrillo, denunciado por crímenes de lesa humanidad derivados de la represión que éste dirigió en el levantamiento indígena de octubre de 2019 (7). 

Diálogo de sordos: entre la precarización social y el desgaste gubernamental

Uno de los detonantes del paro de la CONAIE y demás organizaciones convocantes, es el reclamo que hacen éstas, al presidente de la República, sobre los resultados infructuosos de los “Diálogos” que sostuvo el gobierno con el movimiento indígena, y que por más de un año no han arrojado ningún resultado más que “engaños, burlas, menoscabo, deslegitimación, y una narrativa racista y colonialista que se ha instalado en los medios de comunicación con nexos gubernamentales, y a partir de ello, estos medios se han convertido en una caja de resonancia de los prejuicios de las élites más recalcitrantes del país”(8). 

Los engaños de los que hablan las más de 12 organizaciones indígenas que convocaron al paro, tienen que ver con la disminución constante de la calidad de vida de los ecuatorianos y ecuatorianas como resultado de las políticas del gobierno de Lasso, y que, de acuerdo con la CONAIE, pueden cambiar de rumbo modificando la política gubernamental en los temas que ésta plantea. 

Los 10 puntos de la demanda reflejan, sobre todo, la capacidad que desarrolló el movimiento indígena ecuatoriano, desde el primer levantamiento indígena en 1990, de articular demandas propias de su colectivo con demandas del resto de la ciudadanía precarizada. A esto se debe el apoyo y la sintonía que tienen dichas movilizaciones con amplios sectores de la ciudadanía.

La dimensión nacional/estructural de las demandas es sin duda, una de las mayores dificultades que tienen las aspiraciones del paro, dado que su aceptación por parte del gobierno significaría abandonar los compromisos con el FMI; lo que de ninguna manera se encuentra dentro de sus planes. En su lugar, el gobierno desplegó desde el primer día de paro, un conjunto de medidas de represión, amedrentamiento, jugadas engañosas, falsos acuerdos, y un incendiario relato que acusa a las personas del paro de violentos, terroristas, criminales, guerrilleros, y una larga lista de epítetos y calificativos inculpatorios; los que son amplificados en aquel círculo de desinformación llamado facke news, y que es bombardeado por medios de comunicación y las demás formas y medios por los que circula la información hoy en día. 

La respuesta gubernamental en estos 15 días que vamos de paro -mensajes presidenciales inconsistentes, adopción de medidas que alimentan la indignación ciudadana, brutalidad policial, incitación al racismo y a la violencia, entre otras- hacen ver que sus “cálculos” dan por sentado que podrá completar su mandato, pese a incumplir su plan de gobierno, al igual que lo hizo el gobierno de Lenín Moreno, aplicando una gestión centrada en las recetas fondomonetaristas del achicamiento (desarme) del Estado; alimentando un clima social en permanente conflicto; alineando a los distintos actores sociales y políticos aliados o en pugna, en un solo discurso: “la culpa es de Correa”; y derrotando el levantamiento indígena de Octubre del 2019 con una estrategia que combinó represión, falsa negociación, persecución política a sus líderes -y a líderes correistas que inculparon sin sustento alguno-. ¡Réditos de la política canalla!

Aunque a este día no se vislumbra un desenlace posible, regurgita en las entrañas ciudadanas los horrores que provoca un Estado debilitado en su rol de gobierno de las poblaciones, un gobierno pendenciero que desprecia a sus ciudadanos, una ciudadanía con rostro desencajado por el odio y la revancha, y unas peligrosas fuerzas del (des)orden con licencia para matar al disidente. 

Pero, “Quién dijo que todo está perdido…”. Los pueblos indígenas tienen una memoria de más de quinientos años, y más de una vez han demostrado que, como dijo Dolores Cacuango “Somos como la paja del páramo que se arranca y vuelve a crecer…” El sentido simbólico de las masivas movilizaciones de ponchos de colores invadiendo la capital ecuatoriana son una recreación de sus formas de resistencia desde la colonia, así como la participación, por igual, de sus hombres, mujeres, niños y niñas en los levantamientos de resistencia, en las fiestas comunitarias, en las procesiones y en las mingas. La lógica comunitaria que les da organicidad y sentido de pertenencia hace que la voz de la asamblea sea el “mandato constituyente” que nosotros conocemos y teorizamos. No obstante, muy lejos están los pueblos y organizaciones de ser sociedades perfectas, acabadas o coherentes en su sentido interno ¡Qué sociedad lo es! Solo recordemos que la adopción del “Nulo ideológico” que promovieron en las últimas elecciones favoreció el triunfo de Lasso.  Pero, más allá del todo y de la nada, su diferencia nos interpela, y nos obliga a repensar, una vez más, en la verdadera necesidad de construir ese Estado constitucional de derechos y justicia, plurinacional e intercultural del que habla nuestra también maltratada y manipulada Constitución.

Notas:

(1) Después de 1990 el movimiento indígena articulado por la CONAIE volvió a levantarse entre el 15 al 26 de junio de 1994, demandando políticas agrarias y que se detuviera la concentración de tierras; acto que desembocó en un diálogo entre los indígenas, el gobierno y los terratenientes. En 1995 se conforma el Movimiento Plurinacional Pachakutik-Nuevo País, como expresión política de la CONAIE, lo que le permite impulsar acciones políticas coordinadas con otros sectores sociales y participar en elecciones. En 1997 participó del derrocamiento del gobierno de Abdalá Bucaram. En el 2000, el movimiento indígena promovió un levantamiento contra la dolarización y participó del derrocamiento del expresidente Jamil Mahuad. En febrero de 2001, protagoniza un nuevo levantamiento en el que sufre una fuerte represión gubernamental que deja un saldo de siete muertos, algo sin precedentes en movilizaciones anteriores. El levantamiento del 3 al 13 de octubre de 2019, en la presidencia de Lenin Moreno, fue un nuevo episodio de violencia estatal que dejó como saldo 11 muertos, 1507 heridos y 1128 detenidos. En ese entonces, el líder del Partido Social Cristiano, Jaime Nebot, dijo en un discurso público “Hay que hacer la guerra para lograr la paz”.

(2) Contados a partir del primer levantamiento indígena en 1990.

(3) Según el INEC 2021, mientras a diciembre 2021 la pobreza llegó a 27.7% y la pobreza extrema a 10.5%. De esto, la población indígena que en su mayoría se ubica en zonas rurales, mantiene los peores índices de pobreza por ingresos (42,4%), por necesidades insatisfechas (57%,0%) o por pobreza multidimensional (70.7%).

(4) Kohut, K. 2006. Clavijero y las disputas sobre el Nuevo Mundo en Europa y América. Destiempos (14), 67-103.

(5) Citado en: Burgos, H. (1977). Relaciones interétnicas en Riobamba. Dominio y dependencia en una región indígena ecuatoriana. Corporación Editora Nacional.

(6) Más allá del racismo cotidiano que instaura esta “étiqueta” racista -y que el discurso de los derechos ha logrado aplacar en sus manifestaciones y expresiones más explícitas-, las acciones puntuales como son los levantamientos y otras formas de protesta o resistencia, han sido la oportunidad para que emerjan formas explícitas de racismo, impactando a la sociedad y fracturándola entre quienes niegan, denostan y desprecian a los indígenas y quienes lo admiten, sea bajo criterios de igualdad o de solidaridad. 

(7) Al día 13 de paro, los datos arrojan: 5 fallecidos, 8 desaparecidos, 11 hechos de represión, 145 heridos y 127 detenciones, en varias provincias del país. Datos que se van actualizando cada día, y cuyo verdadero saldo se sabrá, muy probablemente, tiempo después de terminado este cruento episodio.

(8) Carta Comunicado de la CONAIE al gobierno nacional y a la opinión pública, de 22 de junio de 2022. Con “este diálogo sin respuestas” se refieren a las reuniones que han sostenido con el gobierno el 11 de junio, el 5 de agosto, el 4 de octubre y el 10 de noviembre de 2021.

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