ISSN : 2992-7099

La verdad del liderazgo. Reflexiones sobre la unidad y la militancia para la época post-liderazgo de la 4T

Bernardo Cortés Márquez

Bernardo Cortés Márquez

Doctor en Filosofía Política por la FFyL de la UNAM. Con líneas de especialización en el pensamiento crítico contemporáneo y la filosofía política actual, el liderazgo popular que actualmente trabaja con E. Dussel. Formado en la corriente latinoamericana de la Filosofía de la Liberación. Ha sido miembro de la Asociación de Filosofía y Liberación (AFyL-México) y del Proyecto “Heteronomías de la Justicia. Territorialidades nómadas” (PAPIIT IN 401119) del IIFL-UNAM, dirigido por la Dra. Rabinovich. Ha escrito recientemente diversos artículos en torno al partido-movimiento y el liderazgo político y la coyuntura en torno a la 4T.

5 agosto, 2022

El liderazgo de AMLO es uno de los principales fundamentos concretos del presente proceso de transformación y actualmente aparece como un elemento central para la necesaria unidad del movimiento frente a la reconfiguración de la derecha mexicana y el propósito de que la cuarta transformación se mantenga en el gobierno. La emergencia de la cuestión de la unidad del Movimiento de Regeneración Nacional es, en gran medida, reflejo de la preocupación por el destino del movimiento una vez que su fundamento concreto, el liderazgo, se ausente. A este respecto vale la pena iniciar una reflexión sobre lo que resta de un movimiento después del liderazgo. Se trata en gran medida de un momento por el que han atravesado muchos movimientos políticos y que en el pensamiento filosófico político se ha registrado bien bajo el paradigma mesiánico del espíritu del liderazgo que surge en la militancia y que adviene posterior a la presencia del líder.

Una cuestión importante que como militantes y simpatizantes debemos tratar, es la unidad de nuestro movimiento en el momento de la sucesión del liderazgo. Un momento en el que la función del gran liderazgo de AMLO que, a pesar de las diferencias y divisiones entre diversos grupos que componen el Movimiento de Regeneración Nacional, hoy nos unifica, pero que en el momento del cese de su liderazgo como presencia activa el movimiento atravesará una necesaria reconfiguración. Una vez ocurrido este momento la figura del liderazgo comenzará a ser sujeto a un proceso de simbolización e interiorización por parte de las singularidades que componen el movimiento.

Así, la relación que el movimiento establecerá con el liderazgo corresponderá a una relación con tintes más “trascendentes”, pues éste llevará a cabo una función simbólica y moral, más allá de la presencia y la conducción efectiva. Dicho momento parece colocar las condiciones de lo que (Dussel, 2015) y otros pensadores han vislumbrado como la “disolución del liderazgo”, en donde todo el colectivo sustituye al liderazgo y asume su función. Sin embargo, considero que estamos muy lejos de este momento y más bien estamos ante la posibilidad de que se abra un tiempo de efusión del liderazgo en el que advienen diferentes modos de relacionarse con la figura del liderazgo, de interiorizarlo e interpretarlo.

Al mismo tiempo que puede darse una pluralidad de “obradorismos” en los que se harán más visibles los diversos motivos por los cuales la gente se adscribe al proceso encabezado por AMLO y las diferentes maneras en que distintos sectores constituyen su simpatía y militancia, está latente la fragmentación que por el momento está contenida por la presencia del liderazgo. El gran reto que viene para la parte institucional del movimiento, el partido, será el de su capacidad para catalizar el momento de efusión del liderazgo en la militancia, que podría provocar una diversificación del obradorismo, por ejemplo, o una dispersión de este.

Es por lo que el verdadero evento crucial que se avecina para la cuarta transformación es el del tiempo de la militancia, de la militancia que precisamente tendrá que hacer el duelo de la ausencia del liderazgo y asumir una responsabilidad y organización mucho mayor. Es ahí donde se pondrá a prueba, para decirlo como (Selci, 2018) la verdad del liderazgo en cada uno de los militantes, que es a la vez la verdad de la militancia como el hacerse cargo después de las exigencias, de responder a ellas. El liderazgo que del movimiento popular logró llegar a la presidencia tendrá que enfrentarse a la necesidad de un revelo a ese nivel y en la que habrá un cierto grado de transferencia de poder popular que encarna AMLO a otro candidato.

Esta es una dificultad no menor, pero de distinta índole a la función de un liderazgo popular que se ha gestado en el tiempo, a través de diferentes luchas y relaciones populares, que depende, incluso, de una encarnación bidireccional en donde un liderazgo logre encarnar un pueblo y el pueblo logre encarnarse en un liderazgo y aceptarlo como tal. En este sentido, el liderazgo popular no puede simplemente, en lo inmediato, obtener un relevo, un sustituto, sino únicamente en las funciones institucionales y formales que este logró conquistar en el gobierno.

El relevo formal, como el de la sucesión presidencial, no debe ser totalmente equiparado a la función del liderazgo en cuanto líder y fundador de un movimiento. Una tendencia que han mostrado, por ejemplo, los liderazgos de gobiernos progresistas en América latina, como alguna vez indicó el pensador Jorge Alemán, es que después de un liderazgo popular adviene un liderazgo que tiende a no tener la misma dimensión carismática, sino que suelen ser sucedidos por liderazgos de otro tipo, una especie de “nuevo político profesional con compromiso popular”, con ética, actitud de servicio, pero con perfil más técnico que “carismático”.

En este caso, el papel de la militancia vuelve a aparecer como el fundamental porque será cada militante el lugar material, en tanto cuerpos vivientes, en quienes puede recaer la conservación de la efervescencia popular que se da entre las relaciones de encarnación entre liderazgo y pueblo. Aunque debemos de reconocer que la institución del partido también puede hospedar dicha energía popular, pero en otro grado y a través de otros mecanismos institucionales y de disciplina que no pueden compararse con la maternidad de los cuerpos y relaciones de los y las militantes que da lugar al liderazgo mismo.

Otra dimensión del momento crucial que el proceso va a enfrentar en el tiempo próximo es el de lograr construir una unificación del partido-movimiento, y una unificación entre la forma partido y el movimiento, en una época pos-liderazgo, pos-AMLO. En el momento actual la importancia y necesidad de la unidad no es sino una cuestión que es constitutiva de los orígenes mismos del movimiento. Todo movimiento popular propiamente político surge porque logra unificar, gracias a un liderazgo condensador, diversas exigencias democráticas que sin el liderazgo se encontrarían dispersas y separadas una de la otra. En la conformación del Movimiento de Regeneración Nacional se supone una unidad que ha hecho posible un movimiento capaz de atraer e incorporar diversos sectores inconformes de la sociedad. Está de más ahondar en el hecho ya indicado: que dicha unidad fue posible por el liderazgo. Ahí donde hay verdadero liderazgo, como personalidad democrática que incorpore a los muchos, y catalizadora de un pueblo, hay unidad.

El liderazgo también hace posible la articulación entre partido y movimiento. El liderazgo se sustenta en el movimiento popular, movimiento que se entiende como actor político en el momento en que es representado, representación que no podría tener ningún efecto incisivo en la política efectiva si no se organiza como partido. Si el liderazgo, como en el caso de López Obrador, es la acumulación de militancia hasta llegar al grado de poder representar las causas populares, entonces el liderazgo genera un vínculo que hace posible un tránsito del movimiento popular a la forma partido como institución que cataliza y ayuda a la organización del arrastre popular que produce el liderazgo y los mantiene unidos.

Se vuelve necesario, entonces, reflexionar como militantes ¿Cómo lograremos mantener la necesaria unificación entre partido y movimiento una vez que se ausente su elemento articulador material, que es el liderazgo popular? En este momento parecerá que la parte institucional del partido-movimiento, también tendrá que enfrentarse a la necesidad de cubrir el lugar que el liderazgo deja en la dimensión del movimiento popular y que se articula con la forma partido, donde probará sus capacidades como verdadera fuerza dirigente del movimiento.

Pero, si lo anterior pudiera significar que en la articulación partido-movimiento la parte del partido comienza a sobreponerse sobre el movimiento, poniendo en riesgo la unificación y equilibrio que el liderazgo logra y la existencia del movimiento mismo, entonces aquí la militancia tendría que comenzar a comprenderse como la sede donde se traslade la potencia que el liderazgo popular hereda. Esto implica una nueva etapa de la militancia y una nueva reconfiguración en la actitud de la militancia y el movimiento.

Se trataría de una militancia capaz de interiorizar el liderazgo y en la que cada uno tiene que asumir una responsabilidad radical, mesiánica, para expandir e irradiar el liderazgo de AMLO quien ha cumplido una de las funciones fundamentales en esta primera etapa del proceso de transformación. La etapa que viene es la de una nueva militancia en la que debe estar operando el espíritu mismo del liderazgo y no sólo la militancia que apoya y defiende el proceso, sino la militancia que debe constituir el liderazgo. Sin embargo, aunque la militancia que se mantenga en el proceso de la 4T sea capaz de hospedar la irradiación del liderazgo, deberá hacerlo sin perder de vista la finalidad de unificar partido y movimiento, ya que la forma de partido será también más necesaria para la organización en la época pos-liderazgo, en donde lo que reste del movimiento deberá echar mano hasta de los mecanismos institucionales que le ayudarán a abonar al intento de sutura de la ausencia de AMLO.

Si es cierto que una formación política (en este caso el Movimiento de Regeneración Nacional con el proyecto de la cuarta transformación) no desaparece hasta que haya desarrollado y agotado sus potencialidades, entonces nuestro proceso de transformación tiene por delante un tiempo relativamente garantizado en el que, sin embargo, tendrá que configurarse de otra manera para desarrollar sus potencias.

Ya no seremos la militancia con un liderazgo de gran arrastre popular propiamente presente, sino una militancia que tiene incluso que comenzar ella misma a surgir a la experiencia de su generación como liderazgo en su comunidad y en su accionar inmediato, y en donde incluso los liderazgos locales tendrán que alcanzar mayor importancia. Con sus aspectos positivos y negativos que esto pueda traer, de efusión del liderazgo fundador, pero de dispersión de poder que tendrá que ser unificado, una vez más, para mantener en pie un actor político para la transformación. En resumen, estamos ante una nueva etapa del proceso de transformación en el que realmente podremos experimentar y poner a prueba los efectos del gran liderazgo político de AMLO en cada uno de nosotros como militantes y simpatizantes del movimiento.

Referencias bibliográficas

Dussel, E. (2015). Cinco tesis sobre el populismo. En Filosofías del Sur. Descolonización y Transmodernidad. Akal.

Selci, D. (2018). Teoría de la militancia. Organización y poder popular. Cuarenta Ríos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

20 + five =