ISSN : 2992-7099

La CNTE y el obradorismo: tensa relación entre la 4T y los movimientos sociales

Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Investigador del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, donde se desempeña como coordinador de Investigación y Seguimiento de Procesos Democráticos. Politólogo, profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Sus líneas de investigación son democracia, movimientos sociales y cultura política. Ha sido activista social, cree en una sociedad justa y democrática y gusta de escribir versos y canciones con sentido crítico y con esperanzas de cambio y transformación social.

9 septiembre, 2021

Las recientes movilizaciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Chiapas y los desencuentros generados con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), algunos sectores del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y figuras importantes de la denominada “Cuarta transformación” (4T) –que en su conjunto podemos denominar como obradorismo– nos invitan a reflexionar sobre la relevancia de este actor colectivo en la historia reciente de nuestro país y en las luchas por la democracia y los derechos del pueblo. De la misma manera, los recientes acontecimientos nos permiten reflexionar sobre la tensa relación entre la 4T y los movimientos sociales en estos tres años de gobierno abriendo un debate sobre la necesidad de un acercamiento, al tener ambos enemigos comunes que pueden regresar (como el PRIAN) o que puede crecer (como la derecha radical).

La CNTE fue creada en 1979 como una organización sindical disidente del patronal y “charro” Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Ha sido una organización del movimiento social magisterial durante 41 años en los que ha actuado bajo el principio de movilización-negociación-movilización, refrendado independientemente del gobierno y el partido en turno. La consigna “En la calle somos protesta, en la escuela somos propuesta”, los define de cuerpo entero, bajo ella han elaborado modelos alternativos de educación y han reivindicado la democratización del SNTE, del país y de la educación. Ello ha permitido la conformación de una cultura política democrática y de protesta hoy más viva que nunca. Dicha cultura política se ancla en un fuerte componente identitario del magisterio que recupera una tradición de lucha que va de los intentos por instaurar una educación socialista al objetivo de generar una profunda transformación social, pasando por la recuperación de las luchas de sus íconos como Lucio Cabañas Genaro Vázquez o Arturo Gámiz, la creación de escuelas normales rurales, así como la batalla contra la pasada reforma educativa de carácter punitivo durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. 

La impronta de la CNTE y las distintas generaciones de profesores y profesoras que han pasado por sus filas es de tal magnitud que requiere ser estudiada a fondo. En un libro colectivo de reciente publicación (https://bit.ly/3kQefqy), en el PUEDJS dimos cuenta de la larga trayectoria de la CNTE; sus luchas contra las reformas educativas y la defensa de sus derechos, la construcción de sus proyectos alternativos de educación, sus estrategias de protesta, solidaridad y alianzas con otras luchas, así como su posicionamiento crítico frente a la emergencia sanitaria provocada por la pandemia en curso.

El gobierno actual le abrió las puertas a la CNTE, le dio de facto un reconocimiento político que le había sido negado por los gobiernos anteriores. AMLO –y distintos miembros de su gabinete– ha mantenido 18 reuniones con la Comisión Nacional Única de Negociación lo que no ha significado la solución de todas sus demandas, tanto las recientes como las derivadas de la cancelación de la “Reforma educativa” de Peña Nieto y la actual. 

La CNTE ha realizado cinco plantones en el zócalo encabezados por sus secciones más movilizadas como la VII de Chiapas o la XVIII de Michoacán. Si bien sin la misma fuerza que el sexenio pasado, sí mostrando su cultura de protesta y su visión crítica hacia un gobierno que, sin embargo, han caracterizado como más cercano y afín a ellos en comparación con los anteriores que los perseguían, estigmatizaban y reprimían. La CNTE comprendió que hay una diferencia radical entre este gobierno y los del periodo neoliberal, entre AMLO y Peña Nieto o Felipe Calderón, por ello le dieron el beneficio de la duda, por ello le dieron legitimidad aceptando un diálogo que, en cierto sentido, los desmovilizó. A pesar de ello, existe una incomprensión del gobierno hacia la CNTE y hacia otros movimientos sociales como las luchas contra los megaproyectos, cuestión que quedó de manifiesto desde su desdén a las protestas contra el Proyecto Integral Morelos en el 2018 y que continuó con su posición despectiva hacia el naciente y potente movimiento feminista de 2019. 

El que AMLO haya expresado que no cederá a chantajes de grupos con intereses creados –luego de que miembros de la sección VII de la CNTE lo interceptaron el pasado 27 de agosto a las afueras de la zona militar de Tuxtla Gutiérrez en Chiapas, impidiéndole llegar a su conferencia mañanera– o que haya comparado a la CNTE con el Frente Nacional Anti AMLO (Frena) es, sin duda, una desproporción y un grave error político. La CNTE no es un grupo de interés o de presión, mucho menos un grupo delictivo o de choque. Es falso que haya intereses de líderes, cada movilización y acción tiene el respaldo de las bases mediante asamblea, esto es parte de su vocación democrática y lo que la distingue del “charrismo sindical” de su contraparte el SNTE. 

El discurso simplista de que los opuestos o radicalismos de derecha y de izquierda se unen contra la 4T sería tanto como aceptar el argumento –que a veces se escucha todavía en algunos sectores del obradorismo– que liga al movimiento zapatista con Carlos Salinas, como si los movimientos sociales fueran títeres de grupos de poder y no tuvieran capacidad de actuar por sí solos. La CNTE es antítesis de Frena. Los y las profesoras de la CNTE han combatido con ahínco el fanatismo religioso y otras expresiones de la derecha en México incluidas las proto fascistas contenidas hoy en las movilizaciones del Frena. 

Los maestros y maestras de la CNTE han recibido diversos ataques de la derecha radical, de esto ha dado cuenta recientemente de manera magistral Luis Hernández Navarro (https://bit.ly/3BQOJbB). No hay que confundir al enemigo, el magisterio democrático es un aliado de esta transformación, pero eso no le quita su derecho a criticar al gobierno y protestar como lo ha hecho durante tantos años. La cargada del obradorismo y particularmente de Morena contra el magisterio democrático me parece errónea, muestra lo que ha sido ese partido desde julio de 2018: una maquinaria burocrática en busca de mantener el poder a toda costa, dejando de lado la dimensión movimientista que le dio gran presencia en el ámbito popular y generó respaldo de sectores sociales, incluyendo a los docentes de la CNTE quienes a título personal votaron por Morena (cabe mencionar que por sus estatutos la CNTE es apartidista y no puede manifestarse a favor de ningún partido o candidato, pero respeta la libertad política de sus agremiados), siendo un factor más que abrió la posibilidad al triunfo de la izquierda. Eso parece olvidarlo dolosamente Morena y el propio AMLO. El triunfo de 2018 provocado por el tsunami ciudadano es, en alguna medida, una condensación de las luchas populares y políticas de los movimientos sociales (de los que la CNTE es parte y heredera) y de los partidos políticos de izquierda (Morena).

En esa cargada del obradorismo contra la CNTE merece especial mención la postura de Rafael Barajas “El Fisgón” –destacada figura de la 4T y responsable de la formación política de Morena y caricaturista del diario La Jornada– cuyo cartón en donde exhibe a un dirigente de la sección VII abrazado al empresario Claudio X. González pretende ligar a los supuestos extremos (de izquierda y de derecha) en una alianza contra AMLO y la 4T. El Fisgón reproduce además un argumento usado precisamente por el empresario a través de su organización “Mexicanos Primero” para atacar a la CNTE y justificar la reforma durante el sexenio pasado. En el cartón se pueden leer las siguientes frases (dichas por Claudio X. González) “Recuerdan que denunciamos a unos líderes magisteriales corruptos disfrazados de radicales que vendían plazas? Pues qué creen… ¡son de los nuestros!”. Ante las exigencias del magisterio de que aclarara su cartón que los ligaba a uno de sus más acérrimos enemigos el Fisgón no sólo se mantuvo en su postura sino incluso comparó la postura de la CNTE con la de Yaku Pérez a quien acusó también de haberle hecho el juego a la derecha en las pasadas elecciones en Ecuador, abriendo la puerta al triunfo del neoliberal  Guillermo Lasso. En su respuesta en el correo ilustrado de La Jornada (el pasado 5 de septiembre) Rafael sentenció: “Si la sección 7 de Chiapas de la CNTE no quiere acabar en la misma trinchera de Claudio X, González debería revisar a quién sirven sus métodos de lucha”. Con esta respuesta el Fisgón negó de facto cualquier legitimidad que pudieran tener las demandas de la CNTE y sólo dio crédito a los efectos que las protestas tuvieron contra AMLO y la 4T como si el objetivo de la CNTE hubiera sido que la derecha tomará su bandera para golpear al presidente. De un plumazo se borraban 40 años de lucha por la democracia y la educación.

El obradorismo piensa erróneamente que por definirse como progresista automáticamente representa los intereses de las luchas sociales restándoles legitimidad de acción. Sin embargo, una transformación como la que se está impulsando necesita la presencia de la sociedad organizada y movilizada aunque ésta critique y discrepe de las acciones gubernamentales y le exija interlocución. Es más importante y necesaria para la actual transformación la existencia de una oposición desde la izquierda al no existir una real desde la derecha. Ha sido evidente una negación –y ahora ataque frontal– del obradorismo a la izquierda social y movimientista, particularmente a aquellos sectores que asumen autonomía, independencia y expresan cierta radicalidad saliéndose de lo políticamente aceptado, como en los casos de la CNTE o los grupos opositores al Tren Maya. 

La cultura política de la CNTE es no sólo democrática sino contestataria, rebelde y radical. Ni en momentos donde el gobierno es menos desfavorable que los anteriores, la CNTE deja de tener una posición de protesta y movilización en la defensa de sus derechos. Prueba de ello son los plantones y movilizaciones que han realizado durante los primeros tres años del gobierno de AMLO. En un mitin frente a Palacio Nacional realizado el 25 de junio de 2021, Gamaliel Guzmán Cruz, secretario general de la sección XVIII de Michoacán, aseguró que si el gobierno federal “[…] cree que por aplicar esta política de puertas cerradas, de oídos sordos, vamos a desistir, se equivoca rotundamente. Tenemos más de 40 años de resistencia ejemplar que nos prepara para seguir en esta lucha”. 

La CNTE tiene más de 40 años de aprendizaje político, de consecuencia y perseverancia, más de 40 años de movilizaciones ininterrumpidas, de diálogo y reflexión permanentes, de construcción de proyectos políticos y pedagógicos, de prácticas democráticas y sueños de justicia y transformación social. Las demandas de la CNTE son justas y de fácil solución, existiendo voluntad política. Por bien de la 4T y para evitar regresos no deseados o peor aún, un ascenso de la derecha, es oportuna una valoración y reflexión por parte del obradorismo sobre su visión y relación con los movimientos sociales que pueden ser sus aliados. Aún hay tiempo.

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