Ivonne del Valle es profesora asociada de literatura latinoamericana en U.C. Berkeley. Sus intereses tienen que ver con temas como las políticas en torno al agua y la tierra en México y los movimientos sociales que han obligado o podrían obligar a cambiarlas, proyecto en el que trabaja actualmente. Ha publicado varios artículos al respecto, sobre todo en lo que se refiere a las diferencias entre los periodos colonial y prehispánico en la región central del país. Su trabajo actual incluye también la época contemporánea. Ha escrito sobre la relación entre jesuitas, conocimiento e imperialismo, así como también sobre grupos indígenas en las fronteras de la Nueva España y sus prácticas de vida. Le interesa la manera en que las colonias hispanas funcionaron en tanto que sitios de experimentación de proyectos administrativos y tecnológicos luego implementados en otros sitios. La relación entre religión, violencia, ley, y la cuestión de la tecnología han sido constantes en su investigación de la época colonial.
Este breve artículo se propone hacer algo simple: mostrar los puntos ciegos de la actual política estatal en México. Con el fin de enmarcar esta discusión de forma doble, por un lado, en el horizonte de las luchas de izquierda en Latinoamérica; por otro, en el momento contemporáneo. Inicio con la reseña de un libro, y su presentación. Una vez establecidas estas dos coordenadas históricas, paso al caso concreto de México para recordar la profunda deuda histórica del Estado para con las luchas sociales y los movimientos armados que lo hicieron posible con un objetivo claro: el de terminar con una serie de injusticias que posibilitaban una enorme desigualdad.
El punto de partida para marcar el pasado inmediato latinoamericano y lo que prometía, tanto como el presente más actual, lo constituye pues, el libro Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo. Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Ackerman, et al., (2021) y su presentación, llevada a cabo el 3 de diciembre de 2021 en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Elijo este libro por la manera en que acierta en delimitar los parámetros de toda discusión política en el momento contemporáneo, sin perder de vista la historia que lo precede. El volumen muestra, por ejemplo, cómo pese a las dudas de algunos de nosotros, es indispensable incluir análisis que anteriormente resultaban terreno minado. Con esto me refiero a artículos que estudian problemas que en apariencia exceden a la política definida en términos duros como: cuestiones de enfermedad, contagio, que parecían restringidas al terreno incómodo de la biopolítica. Me explico. La biopolítica en su definición clásica, tal y como la analizó Michel Foucault (1984), implica procedimientos y saberes por los que el Estado y la soberanía se construyen a través de administrar y manipular la vida de una población. A decir de Foucault (1979) la paradoja de la política construida en estos términos radica en que sea este poder sobre la vida lo que represente su debilidad y al mismo tiempo su fortaleza debido a la exigencia de un bienestar generalizado: todos quieren que el poder del Estado se extienda puesto que es éste el que se encarga de la construcción de hospitales, clínicas, centros de salud, el control de estadísticas, etc. En última instancia esta forma de poder siempre amenaza con discriminar la forma de vida que debe ser protegida de la que no. Incluso antes de que el término “fascismo” existiera, en sus manifestaciones coloniales, la biopolítica distinguía entre poblaciones diversas para administrarlas y “servirlas” (o no) de manera diferenciada. Por ello la incomodidad, por la manera en que refiere a una soberanía interesada en conocer y moldear a su población para los usos que le sean convenientes, y estos usos las más de las veces, tienen razonamientos raciales y económicos. Por el contrario, los capítulos del libro de Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo plantean algo muy distinto, quizás incluso una salida respecto a este paradigma.
En los artículos se le da una nueva inflexión o, más bien, una especie de torsión por la que las necesidades de la población, su salud, su bienestar entendido de forma global, deberían producir una forma de poder que se haga cargo de asegurarse que éstas sean cubiertas cabalmente. Esta es la razón de ser del Estado que debe actuar por encima y en contra de intereses económicos, o de cualquier otra índole si estos interfieren con el bien de la población. El ámbito de estos requerimientos es amplio y va mucho más allá de un simple aspecto biológico y médico, requiere del constante análisis y razonamiento y no de una aplicación automática, irracional. Es decir, el libro sugiere que es indispensable dejar atrás el paradigma biopolítico por otro que sea precisamente su inverso, su negación. Una salida o liberación de la biopolítica en tanto que vínculo entre soberanía y población. Es ahora la población la que debe determinar la forma de gobierno que garantice un bienestar general e igualitario.
En segundo lugar, los escritores hacen esto a través de contribuciones complejas y variadas. Desde análisis feministas hasta textos de personas que siendo también académicos han participado directamente en el gobierno de sus respectivos países, pasando por activistas, académicos y muchos que son ambas cosas. Se nos presenta una serie de lecturas sobre asuntos macroeconómicos, formas de articular el cuidado con el Estado, el avance necesario de una democracia combativamente real, y también artículos sobre agricultura y medio ambiente. De nuevo, como en siglos anteriores (el dieciocho, sobre todo) todo parece estar vinculado.
Hace algunos años y ante la creciente alarma por las consecuencias del cambio climático, el trabajo de Dipesh Chakrabarty reconocido historiador marxista, dio un notable vuelco al indicar que debido a que la humanidad podía ya considerarse una fuerza geológica, capaz de cambiar radicalmente la tierra, las barreras disciplinarias que distinguían entre ciencias sociales y biológicas, ambientales, debían ser abandonadas para posibilitar un estudio completo y coherente de los procesos que nos colocaban al borde de un desastre de magnitud inusitada (Chakrabarty, 2009). Hay que recordar, sin embargo, que este tipo de análisis eran comunes en otra época. Como ejemplo, los trabajos disímiles de Alexander Von Humboldt (2020), y J. G. Herder (1966), y en el ámbito Latinoamericano, José Antonio Alzate (1790). En el caso de Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo, Chakrabarty estaría satisfecho por este conjunto que desde trincheras disciplinarias e institucionales diversas lleva a cabo un acercamiento más total que deja de lado precisamente los muros de contención de dichas trincheras: se trata de agricultura, sí, pero también de economía, salud y del orden climático global, y por lo tanto, de políticas locales e internacionales (Toledo, 2021).
La presentación del libro, que leo aquí de forma sintomática dirige la mirada al que tal vez sigue siendo el horizonte de lucha del que no conseguimos escapar, o del que no debemos escapar. Cosa que no es lo mismo.
El 3 de diciembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), Álvaro García Linera, en una ponencia distinta de su contribución en el volumen (que trata sobre una democracia verdadera), insistía en el carácter “congelado” de nuestro tiempo. García Linera oscilaba entre indicar que el tiempo está detenido, paralizado (aunque pasa, no pasa nada en realidad, la historia no se mueve en un sentido o en otro), o bien que nos encontramos en un momento liminal (algo está a punto de iniciar).
Como lectores de Walter Benjamin reconocemos la promesa de la situación. El tiempo (la historia) debería detenerse, poner un alto al “progreso” que la arroja hacia el futuro sin tomar en cuenta que antes de avanzar hay que retroceder, o cuando menos quedarse ahí, en un presente prolongado que se haga cargo de lo mucho que todavía, y antes de continuar, hay que reparar (Benjamin, 1968, pp. 257-258). Sin embargo, este momento de parálisis o posibilidad, viene con una pesada carga, puesto que no es el caso que toda sociedad esté constituida por grupos coherentes y homogéneos dispuestos a corregir, aliviar, eso que ha sido dañado. Al contrario, hay muchos intereses, el antagonismo es constitutivo. Y los intereses de algunos implican una aceleración y profundización del daño. En la FIL, Jeremy Corbyn insistió en este aspecto: la riqueza mal acumulada y distribuida tiene un impacto fundamental en la dirección de sistemas políticos que nos atañen a todos. Y esto es así lo mismo en una escala global que en una local. Quienes hemos seguido los acontecimientos recientes en México entendemos de qué se trata: hay siempre una clase (entendida como adscripción política determinada por intereses económicos) reacia a permitir el menor cambio, sobre todo aquellos que pongan en peligro las injustas condiciones que les han permitido acumular riquezas que en un mundo con sentido nadie debería tener.
Se trata entonces de un momento en que hay posibilidad, un tiempo liminal, que, al mismo tiempo en su parálisis, requiere de análisis y toma de decisiones sobre rutas a seguir, cuestiones a evitar, etc. En países como Bolivia, Colombia, México, toda Latinoamérica de hecho (incluidos los Estados Unidos que, con salvedades, reclamo aquí como latinoamericana), la derecha no deja de sorprender. Dicha fuerza requiere ser entendida, y confrontada, puesto que ha mostrado estar dispuesta a lo que sea con tal de mantener privilegios que no le corresponden. Esto con la ayuda desde luego de los indiferentes y de personas que, pese a su adscripción real de clase, se aferran a parámetros ideológicos contrarios a sus intereses. Quizás por tratar sobre España (Vox y el franquismo son todavía muy recientes), Juan Carlos Monedero en el texto que escribe para el libro parece, si no pesimista, sí cuando menos cauteloso. Pese a lo que la pandemia ha mostrado “los errores de privatizar sistemas de salud y de cuidado, los beneficios de un ingreso mínimo universal, los trabajos indispensables y lo que esto implica para su remuneración, etc.” pese a esto, la gente va a olvidar, indica. Habrá que recordárselos, insistir (Monedero, 2021, pp. 54-55). Esto en cuanto a la gente que pasivamente tiende a aceptar el estatus-quo. Hay otros que activamente buscan sostenerlo.
Tal vez por pensar desde el México actual, John Ackerman fue más optimista en su presentación en la FIL. La gente, sobre todo los grupos subalternos (grupos económicamente desprotegidos, mujeres, entre otros) tienden a ser más solidarios, a estar ahí, haciendo lo que se tiene que hacer en la lucha cotidiana por crear un mundo mucho más aceptable, habitable, no obstante, existen restricciones impuestas por un sistema económico y social adverso. Si a decir de Octavio Paz, los mexicanos sufrimos una especie de “trauma” de origen colonial que nos cierra al mundo (un complejo de inferioridad) (Paz, 1967). Para Ackerman, por el contrario, ni más “laberintos de la soledad” puesto que este es un México abierto y solidario; ni la tendencia a culpar a las víctimas, como hacía Paz y como lo siguen haciendo sus continuadores.
La pregunta es entonces, por un lado, respecto al tiempo suspendido al que se refiere García Linera, la tensa calma que permite medir fuerzas e intentar estrategias para corregir lo que se tiene que corregir, y por otro, sobre el horizonte que se aproxima. Al respecto Monedero es explícito: la derecha tiene una utopía; la izquierda (Monedero, 2021, p. 45). Boaventura de Sousa Santos sugiere en cambio, que hay que definir los contornos y el nombre específico de lo que se construye aquí y ahora, pero no parece dudar de su existencia: hay alternativas, pero es necesario volver a la historia, vincular la política con procesos civilizatorios concretos que dejen atrás el sistema vigente. El título de su texto, “El futuro puede comenzar hoy,” indica claramente la posibilidad, pero también su carácter irresuelto, potencial (Sousa, 2021, p. 38).
En conclusión: el desasosiego que produce la sensatez del libro, su ser producto de análisis que provienen de perspectivas diversas y luchas concretas y prolongadas, de un innegable compromiso intelectual y político, deriva de su carácter coyuntural. La pandemia debería haber dejado claro que el sistema vigente (capitalista, neoliberal, patriarcal) no funciona. Y esta es una de las premisas del libro, que esta verdad tendría que ser evidente no solo para aquellos que ya estaban o estábamos convencidos de ella, sino, sobre todo, para aquellos que aún no. Como si hubiese un contingente terco y ciego, impermeable a lo irrefutable de los números y la serie de tragedias acumuladas, que sigue sin darse cuenta de la necesidad de un sistema de salud, de educación, alimentación, trabajo, (de cuidados, dirían María Luciana Cadahia y Paula Biglieri) que debe estar a cargo del Estado. Si la economía, la idea de justicia, igualdad no los había convencido, la pandemia debió haberse hecho cargo de esto de forma contundente. Pero no es así.
Tal y como sugería la pregunta de Guadalupe Valencia García en sus comentarios en la FIL respecto al principio de la pandemia (cuándo empezó, cuestionaba retóricamente para hacernos pensar en la larga trayectoria de un desastre anunciado), ésta inició no hace un par de años (sugieren las contribuciones al libro) sino hace mucho más. Este principio tiene que ver con formas de tratar la naturaleza desde el siglo XVI; con una larga trayectoria que ha fomentado la agricultura industrial y la ruptura de equilibrios ecológicos que tardaron siglos en ser construidos; con un proyecto económico que adquiere su especificidad actual en el Chile de 1973, etc. Y esto es y ha sido evidente desde hace tiempo. Es decir, el problema sigue vinculado a procesos ideológicos hegemónicos en los que no se ha incidido con suficiencia. Porque aún con todo y la avalancha de datos que desde cierta perspectiva son tan obvios como tajantes, hay muchos que siguen pensando que la solución se reduce a prácticas de beneficencia y caridad, y no a la co-responsabilidad ante problemas comunes, y a una urgente igualdad.
Este es pues el horizonte, el hecho de que en cierto sentido seguimos en el estira y afloja del siglo XIX (para el caso de México), se trata de revolución o reforma, de cambio radical o de ajustes que, aunque urgentes, son insuficientes. Porque el Estado, nos recuerda Monedero, tiene inercias; no puede virar drásticamente de derecha a izquierda a voluntad. En esta vertiginosa carrera que abarca e interrumpe distintos tiempos históricos y distintas geografías, el problema es doble: se trata de pensar qué hacer con quienes pese a las evidencias siguen sin estar convencidos respecto a la urgencia de cambios radicales no solo para que este mundo funcione, sino que, en un sentido más básico, continúe existiendo (el problema de la hegemonía ideológica). En el fondo pues se trata una vez más de re-definir el papel del Estado. De pensar si es necesario que, pese la continuada incredulidad de algunos, sea un Estado robusto el que se encargue de cambiar drásticamente la manera de hacer las cosas en todos los sentidos (economía, salud, educación, urbanismo, etc.) con el objetivo de servir con igualdad y justicia a su población. Y es por lo que un comentario durante la presentación del libro en la FIL permite leer lo que sigue faltando en el horizonte de lo posible.
Jeremy Corbyn cerró su charla citando un poema de Víctor Jara, “Cuánto tiempo caminando.” La cita vinculaba el momento presente con el pasado inmediato de Latinoamérica. Tal vez el momento liminal que anticipa García Linera, esa potencia, sigue estando atada a luchas como las que llevaron al poeta y músico a enfrentar, aún en estado emergente, a la dictadura en Chile. No hay utopía desde la izquierda, indica Monedero (Monedero, 2021). Sousa Santos señala en cambio, que hay que vincular la política a procesos civilizatorios concretos (Sousa, 2021). Cadahia y Biglieri optan por acercar el nombre de ese proceso al de “estado de cuidados” (Cadahia y Biglieri, 2021, pp. 181-192).
Esto que sigue no implica de ningún modo una crítica al libro o a sus presentadores. Quien esto escribe no es tan absurda para no reconocer tanto en uno como en otros a un grupo que tiene mucho tiempo caminando. No hay por qué insistir en la trayectoria de García Linera, o en la de académicos cuyo compromiso político es innegable y profundamente reconocido. En los comentarios finales, sin embargo, Valencia García decía que la opción ahora sea la que sea, no tendrá que ver con el capitalismo, pero tampoco ya con el comunismo. Puede ser. Monedero hace a un lado la posibilidad de la lucha armada y quizás la presencia de García Linera en este grupo indica un cambio insoslayable.
Entonces, si por un lado, como parecen reconocer la mayoría de quienes contribuyeron al volumen, y como se ha hecho evidente desde hace algunos años, la derecha no solo se aferra a no perder terreno, sino que está dispuesta a recurrir a métodos extremos (golpes de Estado, militarización, etc.) con tal de recuperar lo poco que se le ha quitado, por otro lado, parece que el horizonte de la izquierda actual (pese a lo que Jara invoca) lleva el nombre de democracia. Sin embargo, la democracia entendida con criterios comunes (voto universal y participación ciudadana que se lleva a cabo en el marco sociopolítico y económico vigente en las sociedades contemporáneas) es o debería ser absolutamente insuficiente. Solamente en un sentido como el que le da García Linera en el libro es que el concepto puede ser movilizado para proyectos verdaderamente de izquierda, “plebeyos,” como los llama él. Según García Linera, la igualdad política es la meta de la democracia, un producto de la lucha, y no su punto de partida. En este sentido el ejercicio del Estado, para ser democrático, debería quedar vinculado a movilizaciones de grupos que, con su lucha, lo llevan a decidir acciones políticas.
La cuestión es entonces saber si la democracia es suficiente contra la amenaza de la extrema derecha; si este tiempo liminal es el de la preparación para el salto de un tigre que aún viste ropas del pasado (Jara y lo que representa) o si es un tigre con nuevas garras y nuevos bríos. Benjamin en 1968 hablaba de la manera en que el continuum de la historia fue irrumpido por la revolución. En cierta forma, la presentación de García Linera sobre un tiempo congelado o un tiempo liminal puede ser leído en este sentido. La pregunta es pues saber si lo que viene luego de la espera es el salto de un tigre con ropas del pasado (la lectura de Benjamin del 18 Brumario, en este caso Jara y lo que nombra), o bien, de un tigre con un ropaje desconocido, el de la dialéctica, que representa el salto en “el aire libre de la historia” (Benjamin, 1968, p. 261).
El problema, me parece, es que las garras del tigre, de muchos tigres incluso, no existen todavía al nivel del Estado. Están en otro lado. En el presente momento, por ejemplo, el horizonte no es ni lucha armada, ni socialismo (Monedero, 2021), mucho menos comunismo. Es decir, en este caso, incluso la fuerza del pasado inmediato invocado por Corbyn (la lucha chilena contra el fascismo) aparece como una lucha mucho más frontal, decidida que las actuales. Esto con todo y que en el caso del Marx del 18 Brumario y del Benjamin de las Tesis, un presente que interrumpe la historia con ropas del pasado no ha reconocido todavía su potencial revolucionario.
Hay que hablar entonces del Estado. A decir de Paco Ignacio Taibo II, en el caso mexicano, éste no existió sino hasta el siglo XIX. Esto es claro en su libro, La gloria y el ensueño que forjó una patria 1 (1853-1858). De la revolución de Ayutla a la guerra de Reforma porque, aunque el título refiere a la noción de patria, lo que Taibo II demuestra es el proceso de creación de las instituciones que fundan un Estado mexicano, (no colonial, no hispano, sino mexicano) a partir de la revolución de Ayutla, la Reforma y la Constitución de 1857. La lucha de Independencia no había sido suficiente porque antes de dar forma a algo nuevo, había que dejar atrás lo anterior: el Estado colonial español con sus métodos e instituciones, su ideología y sus prácticas, sus alianzas e intereses. Y todo Estado, hay que repetirlo, tiene inercias, es un enorme aparato cuyos procedimientos van creando hábitos difíciles de romper, mecanismos y conexiones que se niegan a ser modificados, transformados, destruidos (Monedero, 2021). La prolongada guerra entre liberales y conservadores, tanto en el terreno de las ideas, como en constantes campañas militares, muestra precisamente el peso de esas inercias, la resistencia a cambiar, pero también la determinación de algunos de lograrlo. Esto desde el plano exterior, sin entrar aún a modificar el interior de prácticas e instituciones obsoletas, perjudiciales (como la alianza entre clero y gobierno, por ejemplo).
Es así como parece entender su época Francisco Zarco, como una extendida lucha que no se había agotado ni en el proceso independentista, ni en Ayutla. Había que lograr que “la libertad y la igualdad” fueran una realidad y no solo palabras escritas en las constituciones, indicaba (citado en Taibo II, 2017, p. 32 y Granados Chapa, 2019, p. 20). Es decir, no había que quedarse a medio camino. Había que insistir, continuar. En un despliegue de simbolismo político, Juan Álvarez, quien había peleado durante la guerra de Independencia al lado de Morelos, años después, en 1855, y luego de muchas otras batallas, entra a la Ciudad de México a ordenar la formación de un congreso constituyente, portando el paliacate de Morelos (Taibo II, 2017). La indumentaria, estaría de acuerdo el Marx del 18 Brumario (2005), es importante, incluso en sus manifestaciones literales. La separación de España había concluido, pero el objetivo de la Independencia no se agotaba en esto, había que formalizar un nuevo pacto, una nueva forma política que precisamente hiciera posible que libertad e igualdad fueran realidad.
El mismo Zarco, uno de los liberales más comprometidos, indicaba dos cosas más. Primero que el orden público no era sino una forma “deleznable” un concepto-llave que se emitía para impedir todo cuestionamiento del estatus-quo. Exigir que no se alterara este orden era una forma de impedir que se hablara de lo que debía hablarse. Para cambiar en un sentido real, para hacer que la potencia se actualizara, era indispensable alterar el orden público, porque era ese sistema el que sostenía la injusticia acumulada (Zarco, 1979). Segundo, a decir de Zarco, no debía ser el temor a la reacción lo que detuviera la implementación de medidas justas, necesarias. En el debate con Ignacio Ramírez respecto a lo que éste indicaba sobre el peligro de una respuesta negativa (incluso militar) a las propuestas radicales del congreso en marcha, Zarco responde que tal línea de pensamiento no era un argumento contra las medidas en sí mismas, sino contra todo cambio y todo avance (Zarco, 1979). No había pues, insistía Zarco, que andar con temor, dejando las cosas a medias.
Y pese a esto, o tal vez por esto mismo, no es sorprendente que Ayutla, y la Constitución de 1857 aparezcan de nuevo en la primera manifestación formal del zapatismo, el Plan de Ayala. En este caso, no era ya el porfiriato el enemigo a vencer, sino Madero mismo, por haber traicionado a la revolución y al “Código del 57 escrito con la sangre revolucionaria de Ayutla” (Plan de Ayala, 1969, p. 394). Si el porfiriato había sin duda significado entonces un retroceso, no por esto había que detenerse y aceptar toda la auto adscripción de quienes se entendían a sí mismos en tanto que revolucionarios, sin serlo de verdad puesto que no contaban con el reconocimiento de quienes peleaban por ese Código del 57, llamado inmortal, en el Plan de Ayala.
Porfirio Díaz había desmantelado lo logrado por Ayutla y por el año 57 y Madero por su parte, se negaba a volver atrás y corregir. Por eso la revolución, por eso Villa y Zapata, los Flores Magón que no se quedan desde luego, en la simple reiteración del 57 sino que empujan más allá. Y, sin embargo, como advierte Adolfo Gilly (2014), esta revolución también quedó trunca, interrumpida. Zapata insistió hasta 1919, Zarco también había insistido: a medias no había que quedarse.
Ni en el terreno de la ideología, ni en el de la praxis claudicaron muchos liberales del siglo XIX, tampoco lo hicieron los Flores Magón, o Zapata. Insistieron en las modificaciones que eran urgentes y necesarias de parte del Estado. Desde lugares distintos, unos exigiendo desde dentro; otros, desde fuera. La tan conocida y analizada elección del zapatismo de no asumir el poder, no lo desvincula del todo del Estado. Era a éste al que demandaba el cumplimiento del Plan de Ayala. Mientras lo lograban, ellos mismos instauraron en una extensa área, su Plan e incluso medidas más radicales. Desde fuera del Estado, sus propuestas pretendían vigencia en todo el territorio nacional (Warman, 1988).
De la misma manera que libros como los de Jesús Sotelo Inclán revelan la historia no visible, pero determinante de movimientos que parecen responder únicamente a circunstancias que les son contemporáneas (en este caso, un entendimiento de la revolución zapatista de 1911-1919 restringido a los últimos años del porfiriato y las contingencias inmediatas de la lucha), hay otros que muestran la diversidad expansiva de la lucha. En Sotelo Inclán esa larga historia invisible en el presente de la acción es, sin embargo, lo que ayuda a explicar ya sea la modalidad de la respuesta, o aquello que pone a un grupo en movimiento. En otro sentido, están también otros textos que nos recuerdan que ahora mismo, que siempre, hay un conjunto importante, crucial, de movimientos, asambleas, acciones, documentos, acuerdos que nos son contemporáneos y a los que solo el futuro podrá entender en toda su magnitud y su alcance. Aunque siempre hay personas con una capacidad privilegiada para ver en el presente, lo que viene.
Tal es el caso, por ejemplo, de los hermanos Flores Magón, y sobre todo quizás de Ricardo Flores Magón, quien en Regeneración (2015) se dedicó a reunir lo disperso; unir las luchas que desde su variedad (pueblos indígenas luchando por sus tierras y sus derechos, obreros en huelga, periodistas y políticos asesinados o encarcelados por pelear por lo justo) exigían al Estado cambiar radicalmente, a corregirse desde la raíz. Es decir, los liberales más radicales de fines del siglo XIX y principios del XX, sabían que además de esos cortes verticales, a fondo (como el que realiza Sotelo Inclán en 2011 para el caso de Zapata), hay también una serie de acontecimientos y acciones, decisiones que, unidas en un plano horizontal, sincrónico, son la razón de ser de movimientos más grandes que las engloban sin minimizar sus diferencias. Es por ello un acierto que Gilly no marque el inicio de la revolución en el tibio y a la larga ilegítimo llamado a las armas de Madero. La revolución mexicana había empezado antes “en todos esos hechos registrados por Flores Magón”, en otros lugares. (Gilly, 2014, pp. 82-85).
Me pregunto cuáles son y dónde están ahora mismo las movilizaciones que desde abajo están empujando al Estado a transformarse radicalmente ya sea desde dentro, desde fuera, o, en otra opción, construyendo alternativas que no lo tocan. Algunas posibilidades. La Asamblea Popular de Santa María Mixtequilla (Chaca, 2022), por ejemplo, que como un Cherán que se extiende, insiste en expulsar a partidos políticos que no solamente no sirven, sino que incluso dañan (Aragón, 2019). Abogados que como Susana Prieto Terrazas llevan años acompañando y promoviendo la lucha obrera: en el caso de Prieto Terrazas, por ejemplo, la huelga más importante y significativa en el país, esa de 2019 en las maquiladoras de la frontera norte (Carrión, 2020). Están también los abogados que como Abel Barrera (Lamas, 2016) y Vidulfo Rosales Sierra (Raphael, 2016), guían y dan forma a los reclamos de derechos comunales y derechos humanos de poblaciones indígenas, sobre todo en el sur del país. O colectivos como: Emancipaciones (crucial en la lucha de Cherán y Tlachinollan), y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña, que realizan una labor inmensa para no permitir que la justicia y la razón hagan a un lado los derechos de los pueblos indígenas. El trabajo constante y cada vez más arriesgado de los ambientalistas (muchos de ellos indígenas también) como Samir Flores (Wattenbarger, 2020) o Mario Luna (“Casos Mario Luna”) y Tomás Rojo (Post, 2021), Irma Galindo Barrios (“La activista”, 2021) quienes arriesgan todo por defender el derecho de sus comunidades a lo que debiera ser básico: el agua misma, la tierra, los bosques. Todos estos son ejemplos de esas luchas que empujan al Estado a continuar movilizaciones interrumpidas.
Están también los grupos que, para decirlo coloquialmente, “no quitan el dedo del renglón” las muchas agrupaciones de madres y familiares de desaparecidos que se empeñan en recordarnos que un país con tantos miles de desaparecidos simplemente no puede ser. Como la tenacidad de los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, caso emblemático por todo lo que implica, respecto ya no sólo a la responsabilidad por omisión, sino por la directa participación del Estado en actos como la desaparición forzada, (7 años del caso Ayotzinapa, 2021). Seguramente estos padres y madres que llevan siete años insistiendo, continuarán haciéndolo hasta que los miembros del ejército y cualquier otro responsable, sean identificados y castigados, así se lleven más de 30 años que fue lo que tomó llevar a juicio a los asesinos de Jara en Chile (Los detalles, 2016); o más de 15 como lo que ocurrió en el caso de La Cantuta, en el Perú (Fujimori, 2009). Como Zarco, y como Gilly, estos padres saben que no hay que quedarse a la mitad, hay que insistir.
En este mismo lugar están académicos, indígenas o no, que como Yásnaya Aguilar o Violeta Núñez se concentran en investigar temas cuyo estudio tiene tanto implicaciones intelectuales, como políticas: las lenguas indígenas y su lugar en la cultura nacional, o la extracción de minerales cruciales para la economía de un país. Están también los que han seguido la lucha de pueblos como Atenco, la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), el zapatismo, las normales rurales (Tanalís Padilla, por ejemplo). Y también, desde luego, los periodistas, los muchos periodistas que como los defensores de tierra y territorios continúan arriesgándose en su rechazo a ser complacientes con el poder. Ni qué decir que en esta pequeña lista parcial deben estar incluidas todas y cada una de las personas (obreros, comuneros, asambleístas, sindicalistas, estudiantes, artistas, madres de familia) que de forma natural o por cuestiones contingentes dedican años de su vida a trabajar por sus comunidades inmediatas o por comunidades expansivas. Están también viejos (aunque jóvenes) luchadores como Omar García (Manuel Vázquez Arellano) que se atreven a ensuciarse las manos entrando a participar directamente en el aparato del Estado (Aguilar y García, 2021). Podrá parecer que, a excepción de este último caso, las agrupaciones y personas mencionadas anteriormente ejercen presión por fuera del Estado. Esto no es así en la medida en que el trabajo de periodistas, ambientalistas, académicos y de casi todos en general, intenta (y con fuerza) influir en políticas de Estado. Hay también quienes, al igual que Ignacio Ramírez y Francisco Zarco en el siglo XIX, pelean desde el Estado mismo, insistiendo en la urgente necesidad de crear un sistema igualitario verdadero.
Creo que es frente a esta serie de movimientos que por su diversidad y complejidad aparecen como un conjunto que no lo es, cosa que dificulta su visibilidad, que se puede y debe medir el supuesto progresismo del actual gobierno y de cualquier otro. De esta multiplicidad surge el verdadero tigre cuyo salto no debería ser obstaculizado por el Estado. No sé tampoco el nombre de esta multiplicidad (los nombres del paradigma histórico son importantes, recuerda Boaventura de Sousa Santos, pero seguramente se acerca a un comunalismo generalizado que si no hace uso de las armas es simplemente porque no hay condiciones. Sus luchas, en todo caso, son como las de Jara, frontales, no se pierden en elecciones, curules y escándalos mediáticos.
Si un Estado no decide sus políticas generales y, sobre todo, las fundamentales, para servir a estas luchas diversas, no puede considerarse un Estado representativo, mucho menos justo o de izquierda. Un Estado no puede servir de dique a movilizaciones que lo impelen a ir más allá y radicalizarse, a cambiar sus viejas formas. Porque como muestra la historia, se ha quedado ya muchas veces a la mitad, mientras que la lucha social siempre, o casi siempre, va a fondo.
La derecha siempre ha estado ahí, en México y en todas partes, pero por eso mismo habría que empezar por esos derechos que son indiscutibles, indebatibles, que deben ser para todos. Muchos de ellos: agua, tierra, vivienda digna, salario digno, derecho a la salud, educación, etc., están ya contemplados en la Constitución de 1857 y también la de 1917 y son, con toda la fuerza del adjetivo, simplemente básicos. Y serán derechos de papel en la medida en que no se vuelvan políticas reales aún con todo y la amenaza de la reacción, que como indicaba Zarco, no es nunca argumento en contra del derecho, sino en el fondo, la decisión de cerrarse a todo cambio.
1. Ver el debate en torno a la libertad de expresión de la sesión constituyente del 25 de julio (Zarco, 1979, sobre todo las páginas 295-296 y 299; citado también por Taibo II, 2017, pp. 90-91). Utilizo la palabra liberal resaltada por el quizás merecido desprestigio de la palabra, sobre todo por la contaminación del uso del término en los Estados Unidos, pero también por el mal nombre que le han dado personajes que han sido considerados “liberales” y que no fueron sino muy conservadores. Creo, sin embargo, que personas como Zarco, Ignacio Ramírez, Juan Álvarez, y otros, fueron ideólogos radicales que tuvieron la valentía de llevar sus ideas al campo de batalla. De hecho, por una de esas extrañas cuestiones que hacen que el tiempo y espacio no se correspondan, y no marchen de manera lineal, es posible decir que las ideas de estos pensadores “liberales” del siglo XIX son mucho más avanzadas que las de muchos de nuestros contemporáneos. Hay que recordar igualmente que el partido de los Flores Magón llevaba precisamente el nombre de Partido Liberal.
2. En Raíz y razón de Zapata, Sotelo Inclán hace una historia de larga duración, que alcanza incluso hasta antes de la llegada de los españoles, para mostrar la tenacidad de la prolongada lucha de Anenecuilco por sus territorios. Ésta es, según el historiador, la razón (profunda como esas viejas raíces no visibles, su metáfora.) de ser de Zapata. (Sotelo, 2011, p. 39).
3. La nota periodística sobre Galindo Barrios, “La activista Irma Galindo no está desaparecida, es protagonismo, dice edil de Atatlahuca” (2021), es particularmente interesante porque deja en claro la total indefensión de los protectores del medio ambiente y sus comunidades, empezando por su ámbito más inmediato, el local.
4. Recomiendo el programa de Julio Astillero del 6 de septiembre del 2021, en el que el periodista, dialoga con Yásnaya Aguilar y Omar García sobre la distinta postura de ambos respecto al lugar deseado para la lucha social, dentro o fuera del Estado.
Ackerman, J., Ramírez, R. y Ramírez, M. A. (2021). Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Siglo XXI Editores/PUEDJS.
Alberto Fujimori, condenado a 25 años de cárcel por delitos contra los derechos humanos. (7 de abril 2009). El País. Internacional. https://elpais.com/internacional/2009/04/07/actualidad/1239055212_850215.html
Alzate, J. (1790). Gazeta de Literatura de México. Felipe De Zúñiga y Ontiveros.
Aragón, O. (2019). El derecho en insurrección: hacia una antropología jurídica militante desde la experiencia de Cherán, México. Universidad Nacional Autónoma de México.
Benjamín, W. (1968). Theses on the Philosophy of History. Illuminations. Essays and
Reflections. Schocken Books.
Cadahia, M. y Biglieri, P. (2021). El futuro en reversa: Claves para una república de los cuidados. En J. Ackerman, R. Ramírez, y M. A. Ramírez (Coord.) Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Siglo XXI Editores/PUEDJS.
Carrión, L. (2 de julio de 2020). Susana Prieto: la abogada del diablo…y de los obreros. Pie de Página. https://piedepagina.mx/susana-prieto-la-abogada-del-diablo-y-de-los-obreros/
Casos Mario y Fernando: Voceros de la Tribu Yaqui. (s/f). Comisión mexicana de defensa y promoción de derechos humanos. https://cmdpdh.org/casos-paradigmaticos-2-2/casos-defendidos/caso-mario-fernando-voceros-de-la-tribu-yaqui/
Chaca, R. (9 de enero de 2022). Mixtequilla busca deshacerse de los partidos políticos. El Universal.
Chakrabarty, D. (2009). The Climate of History: Four Theses. Critical Inquiry 35, 197-222.
Foucault, M. (1979). Omnes et Singulatim. Toward a Criticism of Political Reason. The
Tanner Lectures. Stanford University.
Foucault, M. (1984). Right of Death and Power over Life. The Foucault Reader. P. Rabinow. (Ed.) Pantheon Books.
García, Á. (2021). Tres conceptos de igualdad. En J. Ackerman, R. Ramírez, y M. A. Ramírez (Coord.) Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Siglo XXI Editores/PUEDJS.
Gilly, A. (2014). La revolución interrumpida. Ediciones Era.
Granados, M. A. (2019). Francisco Zarco y la libertad de expresión. Siglo XXI Editores.
Herder, J. (1966). Outlines of a Philosophy of the History of Man. Bergmann Publishers.
Humboldt, A. (1808). Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. Tomos I-II. Universidad Veracruzana.
La activista Irma Galindo no está desaparecida, es protagonismo, dice edil de Atatlahuca. (9 de diciembre de 2021). Aristegui Noticias. https://aristeguinoticias.com/0912/mexico/la-activista-irma-galindo-no-esta-desaparecida-es-protagonismo-dice-edil-de-atatlahuca/
Lamas, M. (6 de marzo de 2016). El Abel de Tlachinollan. Proceso. https://www.proceso.com.mx/opinion/2016/3/6/el-abel-de-tlachinollan-160436.html
Los detalles del asesinato del cantautor chileno Víctor Jara surgidos en el juicio al exmilitar Pedro Barrientos en EE. UU. (27 de junio de 2016). BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-36646756
Marx, K. (1852). The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte. Mondial.
Monedero, J. (2021). La centralidad del Estado ante la crisis de la covid-19 y sus posibles
salidas. En J. Ackerman, R. Ramírez, y M. A. Ramírez (Coord.) Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Siglo XXI Editores/PUEDJS.
Paz, O. (1967). El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica.
Paz, O. (1970). Posdata. Siglo XXI Editores.
Plan de Ayala. (1911). John Womack, Zapata y la revolución mexicana. Siglo XXI Editores.
Post, J. (22 de julio de 2021). Charges Brought Against Killers of Yaqui Water Defender Tomás Rojo Valencia. Cultural Survival. https://www.culturalsurvival.org/news/charges-brought-against-killers-yaqui-water-defender-tomas-rojo-valencia
Raphael, R. (18 de abril de 2016). ¿Quién es Vidulfo Rosales? El Universal. https://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/columna/ricardo-raphael/nacion/2016/04/18/quien-es-vidulfo-rosales
Regeneración. Obras completas. Vol. VII. (2015 [1910]). J. Barrera Bassols. (Coord.) Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
7 años del caso Ayotzinapa: marchan y realizan homenajes a normalistas en varias ciudades. (26 de septiembre de 2021). Animal Político.
Sotelo, J. (1943). Raíz y razón de Zapata. Conaculta.
Sousa Santos, B. (2021). El futuro puede comenzar hoy. En J. Ackerman, R. Ramírez, y M. A. Ramírez (Coord.) Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Siglo XXI Editores/PUEDJS.
Taibo II, P. (2017). La gloria y el ensueño que forjó una patria 1 (1853-1858). De la revolución de Ayutla a la guerra de Reforma. Planeta.
Toledo, V. (2021). Eco-Política y Covid-19: La salud del planeta y la salud humana son
inseparables. En J. Ackerman, R. Ramírez, y M. A. Ramírez (Coord.) Pos-Covid/Pos-Neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis. Siglo XXI Editores/PUEDJS.
Yásnaya Aguilar y Omar García dialogan sobre hermenéutica del “chale” y trincheras de lucha social. (6 de septiembre de 2021). Julio Astillero. https://www.youtube.com/watch?v=Z3COkf3QiE8
Warman, A. (1988). The Political Project of Zapatismo. F. Katz (Ed.) Riot, Rebellion, and
Revolution. Rural Social Conflict in Mexico. (pp.321-337). Princeton University Press.
Wattenbarger, M. (18 de febrero de 2020). The Legacy of Samir Flores. One Year Later. NACLA. https://nacla.org/news/2020/02/18/legacy-samir-flores-one-year-later
Zarco, F. (1979). Crónica del Congreso Extraordinario Constituyente (1856-1857). El Colegio de México.
Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, todos los derechos reservados 2023. Esta página puede ser reproducida con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite la fuente completa, y su dirección electrónica. De otra forma, requiere permiso previo por escrito de la institución.
REVISTA TLATELOLCO: DEMOCRACIA DEMOCRATIZANTE Y CAMBIO SOCIAL, Vol. 1, Núm. 2, enero – junio 2023, es una publicación semestral, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Alcaldía Coyoacán, Ciudad de México, C.P. 04510, a través del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818 ext. 49787, URL: https://puedjs.unam.mx/revista_tlatelolco/, correo electrónico: revistatlatelolco@puedjs.unam.mx. Editor responsable: John Mill Ackerman Rose. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo de Título: 04-2022-111112043400-102, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: John M. Ackerman Rose, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818, ext. 49787. Fecha de última modificación: 28 de febrero de 2023.
El contenido de los textos es responsabilidad de los autores y no refleja forzosamente el punto de vista de los dictaminadores, o de los miembros del Comité Editorial, ni la postura del editor de la publicación.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.