ISSN : 2992-7099

Pocas personas tienen la dicha de vivir un siglo y, son menos personas aún, las que tienen la certeza de que su paso por el mundo terrenal quedará marcado en los anales de la historia. Ambos supuestos convergen en la figura de uno de los grandes universitarios que ha dado nuestra Máxima Casa de Estudios: Don Pablo González Casanova. 

Hay instituciones que son de gran importancia para entender el contexto histórico y la realidad social, al tiempo que hay personas que son indispensables para la creación de esas instituciones, tal es el caso de Don Pablo, un genio creativo sin el cual no tendríamos la universidad que tenemos hoy y, probablemente, el país en el que vivimos. Hace dos años tuve el privilegio de formar parte de los eventos conmemorativos de los 50 años del CCH (institución creada en el rectorado de nuestro homenajeado), donde tuve el gusto de formar parte de un grupo de destacadas y destacados egresados de ese sistema de bachillerato. Para mi sorpresa, me encontré con afamadas y afamados académicos, investigadores, servidores públicos y líderes de opinión, muchos de ellos reconocidos por su pensamiento crítico y sus valiosas aportaciones al desarrollo de nuestro país. 

A partir de lo anterior, podríamos preguntarnos: ¿Cuántos destinos cambió en lo personal y en lo profesional la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH)?, esa interrogante es muy compleja de responder y, por supuesto, no tenemos cómo contestarla, de lo que sí tenemos la certeza es que hay tantas historias como egresados. Este año celebramos los primeros 100 años de Pablo González Casanova. La razón por la cual uso la palabra “los primeros” es porque tengo la completa seguridad de “la inmortalidad” de Don Pablo, quien la ha conseguido a través de su obra y pensamiento que, perdurarán en el tiempo y en los debates académicos de forma indefinida. Tengo la fortuna de compartir con Don Pablo, no sólo ideales y simpatía intelectual a su extensa obra, sino también profesión. Nuestro homenajeado es un orgulloso egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, disciplina que nunca ejerció como tal, pero su vocación de servicio y la convicción de la defensa de los derechos de las minorías, así como su constante persecución de la justicia lo hacen ser un connotado jurista. 

Dentro de la trayectoria académica de González Casanova destaca su perfil multidisciplinario ya que, además de ser un brillante hombre de leyes, también estudió la maestría en Historia en el Colegio de México y fue acreedor al grado de doctor por parte de la Universidad Sorbona de París, siendo el primer doctor en Sociología en nuestro país. Este perfil tan completo en cuanto a su andamiaje teórico le permitió tener una gran claridad de pensamiento, de lo que se da fe no sólo en los párrafos que componen sus libros, sino también en su historia de vida. El objetivo de este pequeño escrito es dar un testimonio de la importancia del pensamiento del doctor Pablo González Casanova y, al mismo tiempo, rendir homenaje a este ilustre personaje, pero no con el único objeto de hacer público nuestro respeto y admiración, sino también de encender “la llama de la inspiración” en las nuevas generaciones, es decir, apropiarse del modelo de vida de Don Pablo como un ejemplo para las y los jóvenes quienes podremos dar relevo, en algún momento, a tan importante personalidad. 

  1. Cinco dimensiones para entender, recordar -y no olvidar- a Don Pablo González Casanova

Consideramos que para entender holísticamente el legado de Don Pablo González Casanova tenemos que hacerlo, al menos, de cinco dimensiones: la humana, la educativa, la investigativa, la demócrata y la de la lucha social. En los siguientes apartados justificamos cada una de ellas. 

2.1 El ser humano 

Son pocos los casos en los que detrás de un luchador social, un excelso académico y un reconocido profesionista no hay un ser humano ejemplar, Don Pablo, no es la excepción. La vida del doctor González Casanova en el ámbito personal no es algo que sea del dominio público, pero, a la luz de ciertos episodios de su vida, no es difícil retratar al ser humano que tomó decisiones de gran relevancia en momentos neurálgicos, en otras palabras, como dijera aquel adagio bíblico: por sus hechos los conoceréis.

En ese orden de ideas merece la pena remontarse a su propia rectoría (1970-1972) que, pese a la corta duración que tuvo, en gran medida, derivada de presiones políticas en el marco de la génesis de un sindicato (que al día de hoy es cuestionado por muchos), es recordada con añoranza por un cúmulo de universitarios donde, naturalmente me incluyo, como una de las mejores direcciones que ha tenido nuestra universidad; asimismo, es valioso rememorar cuando decidió renunciar a la dirección del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) -que el mismo creó- como una forma de protesta por la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP). 

Lo anterior nos muestra el perfil de un hombre de firmes convicciones, sólidos principios y, sobre todo, un personaje dotado de un carácter humanitario tendiente a la crítica y a la defensa de la justicia, siempre con una visión prospectiva, viendo por encima de sus tiempos y de sus intereses personales. Es predecible que los defectos y las virtudes de una persona, tarde o temprano, se ven reflejadas en el ámbito profesional, es decir, que nuestras acciones institucionales también hablan de quiénes somos, e incluso, por qué somos así. En el caso de nuestro homenajeado hay una constante: la actitud crítica y propositiva. Pablo González Casanova explica que apostar por un enfoque crítico también es velar por una visión que nos dé un panorama holístico y contrario al dogmatismo:

El nuevo planteamiento del pensamiento crítico no se presenta en términos de una clase, un partido y una ideología, sino en términos de pluralismo ideológico y religioso efectivo para la construcción de alternativas por los más distintos tipos de actores (González, 2017, p. 372).

Así pues, sin ese gran sentido, crítico, creativo y propositivo, pero, sobre todo, humanista que a modo de virtud se ve reflejada en la trayectoria de Don Pablo, no es posible comprenderle como educador, investigador, luchador social y demócrata, antes de todo ello, un gran ser humano. 

2.2 El educador

En tan sólo dos años de rectorado de Pablo González Casanova, se crearon dos instituciones que, hoy en día, son de vital importancia para la Universidad Nacional Autónoma de México: el Sistema de Universidad Abierta (SUA) y el Colegio de Ciencias y Humanidades, ambas resultado de una política de innovación educativa de gran calado que caracterizó su gestión. 

Su gran vocación, oficio pedagógico y visión educativa se pueden corroborar, no sólo en las decisiones que tomó cuando tuvo cargos burocráticos dentro de la universidad, sino también en su extensa obra, de manera particular merece la pena recordar un texto indispensable para la comprensión de los fenómenos educativos-universitarios: “La universidad necesaria en el siglo XXI” donde, a partir de un estilo ensayístico, se expone un auténtico tratado acerca de los anhelos de la universidad en el siglo XXI. 

En el referido libro, Casanova hace análisis muy puntuales en torno al neoliberalismo, la democracia, las humanidades y la universidad desde la experiencia propia de la máxima casa de estudios con el fin de responder a algunas preguntas como: ¿Qué universidad queremos? Y ¿Qué universidad es necesaria? Bajo esa tesitura, responde González Casanova (2001):

Ningún modelo alternativo de país o de universidad será valioso sin un proyecto que incluya la educación en ciencias y humanidades, en artes y tecnologías, y la organización demócrata de los profesores y estudiantes en vínculos crecientes con el resto de la sociedad (p. 13-14). 

El anhelo de Don Pablo acerca de una universidad con esas características sigue vigente, de hecho, consideramos que la lucha por un proyecto de universidad democrática del pueblo para el pueblo es una “estafeta” que nos toca tomar a las nuevas generaciones, con la ventaja de que tenemos el pensamiento de González Casanova como una guía de invaluable utilidad para llevar a buen puerto estas finalidades. 

2.3 El investigador

Pablo González Casanova es un investigador fructífero y brillante, sus ideas se encuentran plasmadas en una gran cantidad de artículos académicos, periodísticos, libros, entrevistas e, incluso, su influencia se puede leer entre las líneas del pensamiento de quienes han sido influidos directa o indirectamente por su brillo intelectual, principalmente, tesistas y académicos. Tan solo en la editorial del Colegio Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) ha publicado más de dos decenas de obras, de las que sobresalen: Yo soy Fidel; Encrucijadas abiertas; El vuelo del fénix (El Capital: Lecturas críticas a 150 años de su publicación); Las nuevas ciencias y las humanidades; y América Latina: la democracia en la encrucijada.

Dentro de sus aportaciones bibliográficas que más han trascendido en las discusiones académicas merece la pena referir: La democracia en México (1965); Sociología de la explotación (1969); Imperialismo y liberación en América Latina (1978); El Estado y los partidos políticos en México (1981); La falacia de la investigación en Ciencias Sociales (1987); La universidad necesaria en el siglo XXI (2001), por mencionar sólo algunos. 

La vida de Don Pablo no sólo se mide en función del paso del tiempo sino, también por medio del trabajo realizado a lo largo de todos estos años, el cual ha sido significativo para la discusión académica, pero también para el diseño de políticas públicas y creación de instituciones que han traído cambios paradigmáticos en la vida del país. El pensamiento crítico y abierto, como ya lo habíamos mencionado, es una de las características más notorias en su obra, lo que se demuestra de sus estudios inter, trans y multidisciplinarios, principalmente orientados a la problematización sociológica. En cuanto a la interdisciplina, explica el propio González Casanova:

El valor y los límites de las ciencias, las humanidades y las técnicas se reformulan con la interdisciplinariedad de los sistemas complejos y que plantean nuevas exigencias y posibilidades a la epistemología de la organización y de los efectos de las acciones organizadas (González, 2017, p. 19).

Uno de los grandes méritos de las obras de González Casanova es, justamente, su rigor epistemológico que, paradójicamente, convive con su flexibilidad metodológica, la cual es plural, diversa y rica en cuanto a aportaciones, como lo podemos ver desde La democracia en México, donde el autor “no niega la cruz de su parroquia” al hacer un análisis jurídico, político, económico y sociológico, es decir, presenta un enfoque multi e interdisciplinario, estrategia que, podríamos decir, es parte de su estilo editorial. 

2.4 El demócrata 

No cabe duda en que Pablo González Casanova es un activista en pro de la democracia -en obra y palabra-, no es casualidad que su primer y gran trabajo académico, La democracia en México, tuviera como punto de partida un profundo análisis acerca de los fenómenos democráticos y del desarrollo en nuestro país. La referida obra representa un “parteaguas” en los análisis del sistema político mexicano, aquí se integran varios tópicos y conceptos sobre los que Don Pablo había trabajado y escrito con anterioridad, mismos que permitieron la apertura de una nueva agenda de investigación sobre la política y la participación ciudadana en México (Labastida, 2015). Todo ello, al margen de los gobiernos priístas opresores lo cual, además, nos habla de la valentía de González Casanova.

Esta posibilidad de problematizar estos tópicos por medio de metodologías críticas sigue dando frutos, por ejemplo, en 2019 se creó, bajo la dirección del investigador John Ackerman, el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM, el cual tiene como uno de sus objetivos prioritarios el estudio, investigación y análisis de los problemas y fenómenos democráticos en nuestro país. Obras como El presidencialismo mexicano (1978) de Jorge Carpizo cuyo objeto de estudio tiene que ver con el estudio y crítica de los problemas políticos, particularmente, la democracia, no dejan de tomar en consideración, directa o indirectamente, la genialidad de Casanova, quien es considerado un autor clásico de la teoría política en México. Naturalmente, como buen demócrata que es, González Casanova ha sido un fiel activista en contra del sistema económico desigual y a los colonialismos e imperialismos que siguen latentes en nuestro mundo contemporáneo, como se constata de la siguiente transcripción: 

La nueva situación del capitalismo mundial y de la globalización imperialista implica encontrar a la vez el punto o los puntos de unión de todas las fuerzas alternativas. Lleva determinar y articular la unidad en la diversidad, con combinaciones variables; pero siempre pensando en cómo alcanzar las tres metas -democracia, liberación y socialismo- en distintas civilizaciones culturas y sociedades (González, 2017, p. 372).

De la lectura de sus textos es inevitable no percibir el sentido democrático y liberador que se desprende de los párrafos de “la película” de su vida, se ve un hombre que ha luchado en contra de la hegemonía imperialista con la espada de la propuesta y no sólo con el grito de la crítica, y por supuesto, de su actividad docente, un activismo infatigable en pro de las causas justas y la liberación de conciencias. La lucha de nuestro homenajeado no ha acabado y, probablemente no concluya con el simple transcurso del tiempo, por lo que los retos que nos plantea siguen vigentes y hay que enfrentarlos desde la teorización, la praxis y el activismo en todas sus caras, como bien advierte Don Pablo:

Reconocer nuestra realidad, acabar con los fantasmas que nos asustan, con la simulación, con la retórica y la propaganda que nos enajena, con la falsa idea de que la mejor manera de amar a México es ocultar sus problemas; buscar así una acción política que resuelva a tiempo, cívica, pacíficamente, los grandes problemas nacionales es el principal objetivo político que buscamos, sintiéndonos como nos sentimos corresponsables y partícipes del gran movimiento que inició en 1910 y que, una y otra vez, lucha por salir del eterno retorno y alcanzar sus metas (González, 1975, p. 11).

¡Qué reflexión tan más vigente!, ojalá desde la izquierda contemporánea pudiéramos tener la humildad de ser autocríticos y no ponernos la venda del autoengaño en los ojos -y en la mente- cuando se trata de dar cuenta de las vicisitudes que enfrenta la realidad nacional y la responsabilidad que tenemos para no repetir errores del pasado, en miras de la construcción de una auténtica democracia. Tengamos claro, que el neoliberalismo no muere con el simple hecho de “proscribir su muerte”, sino con hechos fehacientes y confrontables. Si pretendemos ser unos verdaderos demócratas, lo que indubitablemente implica ser autocríticos, tengamos cerca la obra de Don Pablo, la cual, puede ser un faro que nos dé luz intelectual para no perder el buen camino.

2.5 El luchador social 

Pocos académicos, investigadores y personas pueden jactarse de haber alcanzado la tan anhelada congruencia, es decir, la sincronía entre las palabras que profesan y las acciones con las que justifican su actuar, Pablo González Casanova es un ejemplo vívido de ello. Nuestro investigador emérito no sólo puede sentirse orgulloso de haber aportado valiosos conocimientos a las discusiones académicas, sino también coadyuvar a la transformación social del país en el mundo fáctico y no únicamente en el de las ideas. Recordemos que fue el Comité Clandestino Revolucionario Indígena del Ejercito Zapatista Liberación Nacional (EZLN) quien lo nombró como el “comandante Pablo Contreras”, fruto de su apoyo en la lucha zapatista por el trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia y paz, así como por un mundo donde quepan muchos mundos. El papel de González Casanova en la lucha zapatista ha sido protagónico y de vital importancia en distintos momentos, por ejemplo, cuando se requirió el apoyo para recabar firmas de la entonces aspirante a la presidencia de la República en 2018, Marichuy. No cabe duda, que la figura de este ilustre pensador es y ha sido determinante para el destino del zapatismo:

Recordando la consigna de los combatientes mexicanos de la guerra contra los intervencionistas franceses y sus colaboradores criollos: “¡nosotros tenemos a Víctor Hugo!”, el movimiento rebelde zapatista tiene a González Casanova, un pensador que conserva la esperanza en otro mundo posible (Castellanos y López, 2022, p. 13).

Lo anterior, nos habla acerca del sólido compromiso social que González Casanova ha tenido a lo largo de su vida en miras de materializar los anhelos que teóricamente planteó en ensayos como: De la sociología del poder a la sociología de la explotación, donde estudia detalladamente el funcionamiento de la  explotación en la sociedad, las estructuras del colonialismo interno y la lucha por la democracia y el desarrollo, aquí dejó en claro que sólo con los valores y principios democráticos se da batalla al poder (Sánchez, 2020). La apuesta del exrector y comandante zapatista siempre ha sido por un México autónomo, descolonizado que dé batalla en contra de las imposiciones imperialistas que atentan contra la dignidad y la soberanía nacional, para lo cual se requiere de ciudadanos y ciudadanas con un alto sentido crítico y un activismo constante. Don Pablo González afirma que hay dos Méxicos: uno políticamente activo y otro pasivo e indiferente, el segundo es sujeto de manipulación y control sometido a la voluntad de los poderosos:

Frente al México político hay un México impolítico, que no lucha cívicamente, que carece de instrumentos políticos. Y este México y político, que no es sujeto político sino objeto político no se limita a que el sector de la población que, por falta de cultura, experiencia, es dominado, manipulado en sus propias organizaciones por las de gobernantes, y que, organizado efectivamente en sindicatos, ligas, asociaciones ve cómo esos organismos son controlados desde fuera o desde arriba (González, 1975, p. 144).

El reto que tenemos principalmente las nuevas generaciones es justamente, el de acrecentar la flama de la batalla cívica, exigir la implementación de más y mejores herramientas para llevar a buen puerto la democracia, pero sobre todo, la sensibilidad y paciencia de despertar conciencias a fin de visibilizar y romper las cadenas de explotación y abuso en nuestro contexto. 

  1. Reflexión final 

En Don Pablo González Casanova hallamos no sólo un investigador y académico excepcional, sino también un ser humano de altos estándares morales y éticos, así como un demócrata y luchador social cuya obra quedará para la posteridad, en otras palabras, es un personaje histórico del que podemos tomar un modelo ideal de universitario y académico para el porvenir.

  1. Referencias bibliográficas

Alonso, J. (2020). Breve nota personal en torno a Don Pablo González Casanova. Utopía y    Praxis Latinoamericana, 25(91).

Castellanos, A., y López, G. (11 de febrero de 2022). El zapatista que lleva dentro. En 100 años de lucha y amor. Pablo González Casanova. La Jornada, pp. 13-14.

González, P. (1975). La democracia en México. Ediciones Era.

González, P. (2001). La universidad necesaria en el siglo XXI. Ediciones Era.

González, P. (2017). Las nuevas ciencias y humanidades. CLACSO.

Labastida, J. (2015). Jaime Torres Guillén. Dialéctica de la imaginación: Pablo González Casanova, una biografía intelectual. (Reseña). Revista Mexicana de Sociología, 77(3), 497-509.

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