Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur
Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur
11 de Febrero de 1990.
Ángel:
No sé ni por dónde empezar, necesito escribir bien de una sola vez, en esta ocasión no habrá copia, no pasaré a limpio esta carta, no borraré párrafos que sienta que no concuerdan. Me leerás, escucharás, me verás cuando pronuncies cada palabra, cada letra, cada isla. Esa es la intención: que quieras explotar porque estarás tan lleno de mí, y en un instante ya no tendrás siquiera un gramo de mi aroma, te quedarás vacío porque no mereces quedarte con nada mío, pues yo soy solo mía, me pertenezco a mí, ahora me doy cuenta de mi presencia.
Sabes Ángel, me ha costado dejar todo lo que tengo de ti aquí, en este papel, pero no porque me cueste no lo haré.
Llevo un tiempo pensando en el pasado, en aquel julio donde me hiciste daño, donde me hicieron daño, en especial Araceli, pues ella era la tercera en esta relación de dos. No me malinterpretes, mi rencor contra ella ya es mínimo, incluso el que tengo contigo. Pero he de ser sincera, que cada vez que proyecto en mi mente todas las decepciones que generaste, me duele el abdomen, me tiemblan las piernas. Sigo preguntándome por qué a pesar que ya sé de lo que eres capaz, mi cuerpo reacciona como si me tomaras desprevenida, no sé si se deba a mi memoria olfativa, a mi memoria muscular, yo creo que sí porque me consta al día de hoy que ya no te quiero. Lo único que sí quiero fue lo que fuiste, lo que alguna vez pudiste ser, a esos pedacitos de ti que se quedaron trabados en el tiempo, que no permiten ni que avance ni que se dilate. Pero para tu mala fortuna, temo decirte que esos fragmentos, al estar en el pasado, al ser del pasado ya no existen, podría elegir vivir en el pasado junto con ellos, sin embargo, ya nadie está ahí. Yo elijo no estar ahí, no quedarme atrás, en lo inexistente.
Hoy te reconocí, hoy me reconocí. Me consta y siento en cada célula que vibra que tu existencia se ha desprendido de la mía. Mi vibración ya no es compatible con la tuya.
Te quiero, no, mejor dicho, te quise, porque ahora me quiero a mí, ahora siento un gran brillo y calor dentro de mí, es tanta que me ahoga, se desborda, se quiere escapar por cada orificio que encuentre cerca de sí. Por fin, gracias a mí, a este destello, la oscuridad se va, se disipa y no hay donde retenerla. Me siento impotente de una buena manera, me siento invencible.
Con estas palabras, que salen de mis labios a la par que se impregnan en el papel, te digo adiós concienzudamente. Es un adiós feroz y con decisión porque sé que ya no me quieres, pues tú quieres a la Liliana que te aceptó incontables veces sin pensar en ella misma. Yo ya no soy ella, esta es una nueva Liliana, una nueva yo. Una Liliana con la que no congenias, una que no te pertenece.
Me voy, me voy, me voy, y no solo de ti, sino también del país, me quiero ir lejos, allá donde se encuentran mis sueños.
Adiós Ángel.
-L.
Por: Karen Alejandra Cázares Mejía
Un ejemplo de pederastia en el cine
Por: Amanda Mesa Guerra
Una crítica a la responsabilidad de la palabra “arte”
Por: Ruth Elizabeth Chargoy Ramírez
No sería justo reducir esto a una fotografía: yo te vi, te escuché, te sentí, te viví
Por: Brenda Paola Juárez Galaviz
¿Por qué nos encantan los personajes cínicos, divertidos e incorrectos?
Por: Sebastián Ortiz Pulido
El siguiente texto contiene spoilers de Cortar por la línea de puntos