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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Moisés González Morales, CCH Azcapotzalco
Picture of Cristian Fernando López Lucas

Cristian Fernando López Lucas

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Una autobiografía irrelevante

Número 3 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2021

Cada uno de los “yo” que aquí se describen fueron creados por la imaginación del autor. Y aún así, existen en él mismo.

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Cristian Fernando López Lucas

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Mi vida es irrelevante tanto para mí, como para ustedes, ¿y por qué lo digo? Porque sólo hubo una gran experiencia en todas mis personas. Y la gente valora las experiencias y las emociones demasiado. Pero, ¿quiénes son estas personas? Todas son partes del yo, un yo que en conjunto es irrelevante, pero que separados, son únicos y especiales.

Todos nacieron un 5 de marzo del 2006 en Atizapán de Zaragoza, todos crecieron avergonzados de su pasado y todos fueron creados por mi pedante imaginación. Cada uno de ellos tiene algo qué contar sobre sí mismo, en cierto punto, todos escriben estas palabras. Creo que dirán que estoy delirando.

El punto de origen es la Olimpiada del Conocimiento Infantil en 2018. El ser uno de los 72 ganadores del Estado de México y uno de los mil ganadores a nivel nacional fue el único logro de mi vida: como premio se nos dio un recorrido por el Estado de México y la Ciudad de México de 5 días cada uno. Formé muy buenas amistades, de las cuales, obviamente, me distancié como si de una exnovia se tratase (las amistades y las relaciones a distancia tienen algo en común: no funcionan).

Cada uno de los yo se describirá en una tercera persona que realmente no existe, después de todo, el narrador es cada uno de estos yo: me veo a través de un microcosmos.

La situación de los yo no es muy buena que digamos, sobre todo en los aspectos económico, laboral y socioemocional.

Uno de los yo es inteligente, pero pesimista: entre más ve videos de esquizofrenia natural, más desea no saber sobre ello. Considera que no puede mejorar su situación, escribió una carta de un suicidio que sólo sucedió en su mente, por lo cobarde que es, así que, lamentablemente, sigue vivo.

El otro yo, es un fanático de las vtubers, los animes y el k-pop (curiosamente, en el caso del k-pop, lo que menos le agradan son las agrupaciones femeninas). Últimamente se ha encerrado en su cuarto mental para procrastinar. Pero no falta día en el que deambule por las redes sociales para encontrar alguna razón por la cual guardar diversos tipos de imágenes (memes, lewds o imágenes wholesome), algunas para supuestos “propósitos de búsqueda” (todos aquí ya sabemos para qué son los lewds, pero mejor no mencionarlo para no incomodar). A pesar de esto, NO es un incel (después de todo, no interactúa con mujeres).

Otro de los tantos yo es el gamer. Conoce de MinecraftClash of ClansClash RoyaleFree Fire, entre otros juegos underground. Por el tiempo destinado a éstos, el daño de su celular y las responsabilidades, no ha podido jugar otros juegos no experimentados que anhela, pero esto pronto cambiará (claro, si esperar hasta diciembre significa esperar a que los Estados Unidos dejen de ser el “policía del mundo”). Él considera que todo juego es bueno dependiendo de los gustos del jugador. Si no te gusta, respeta.

El yo filósofo edgy suele deambular por República Cordurista: Fallen Kingdom o por otros grupos de Facebook para deleitarse con las estúpidas opiniones extremistas de unos, además de traumarse con el cringe que emiten otros. Es gracioso ver cómo opina para sus adentros burlándose de lo absurdo que son esos argumentos (como el considerar que los humanos somos un virus) y autodenominarse “basado” por decir obviedades –¿basado en qué?–.

Otro de los yo es el normie: series animadas, hip-hop, fotografía no profesional, momazos de SDLGshitpost y un canal abandonado en Youtube que mezcla a los yo anteriores. Un penoso caso de irrelevancia, inocencia y conformismo. Serie que termina (o ni siquiera comienza), fandom al que entra, y déjenme decirles que varias de sus experiencias no fueron gratificantes (y algunas alientan al yo “fanático de oriente”). No sabe cómo ser sociable, lo que lo lleva a pasar desapercibido (y añádanle la timidez que todos los yo comparten), y suele conformarse con los resultados de sus trabajos y proyectos (para luego notar lo que les hacía falta a éstos y avergonzarse de no cumplir con las expectativas ajenas). Y no hace nada después de eso, a menos que sea culparse.

El yo de barrio es un caso particular: se sabe albures, tiene sentido común, sabe hablar como chalán (o al menos eso parece), sabe andar y comer en las calles. Es particular en el sentido de que ni siquiera uno cree que sea naco (y no lo es), pues gracias a algunos comportamientos de los otros yo, sabe exactamente cómo ser parte de la banda sin ser ni tan fresa ni tan pelado. Le falta perfeccionar sus habilidades por la timidez ya mencionada antes. –Ntp, bro, ya sabrás lo que yo algún día. Me voy a mi chamba imaginaria. Bye–.

El yo formal sabe tratar a la gente como cualquier persona debería tratar a otras, sabe cómo hablar en cada ocasión, es ese alumno del que esperarías demasiado y no te decepcionaría. –Eso es todo, gracias por su atención, ilustres lectores–.

El yo pasivo emocionalmente suele ser bastante calmado, serio y paciente. El problema con este tipo es que guarda sus emociones y no las expresa. Esto le causa aún más problemas con su timidez y su incapacidad de relacionarse con la gente. Sus emociones no se caen como las Torres Gemelas ni aumentan como la gente hablando de los talibanes. Es una biblioteca en el mejor de los casos: sabiduría y silencio.

El yo romántico es la definición de simp al derecho y al revés. Trata de captar la atención de la chica que le llegue a gustar, pero fracasa por su timidez y porque NADIE quiere al simp. El simp puede ser considerado como el más grande idiota de todos los tiempos, o considerado como la forma más pura del amor. Decidió quedarse con la segunda. No quiere sentir vergüenza de sí mismo.

El yo escritor es todo una figura: el yo filósofo edgy, el yo inteligente-pesimista y el yo normie crearon y criaron un monstruo. Crítica cínica, deprimente y fome en sus ideas abundan. Historias fantásticas con muchos power-up’s como si de un manga se tratase (y esa era su meta, pero al ser mal dibujante –y un intento fracasado– lo hicieron recapacitar y decidir que no volvería a hacerlo, pero no puede plasmar esas ideas al escrito). Historias con una subjetiva mala redacción (y esto lo mencionan los otros a cada rato). En efecto, todo esto lo desanima y lo lleva a procrastinar sus proyectos y abandonarlos en el vacío de la imaginación.

El yo inteligente y positivista: una voz apagada que mueve a todos los otros yo a ser mejores. Le gustaría que le dieran una voz y lo dejaran de ignorar casi todo el tiempo –cosa que supongo nunca va a pasar–.

Cada uno de ellos se tomó la libertad de poner una frase característica de sí mismo al momento de describirse (y algunos creyeron que sería el acto final), sin embargo, como dije, provienen de mi pedante imaginación (pedante porque el yo escritor así lo considera), así que no sé qué decir sobre el hecho. ¿Debería ir al psicólogo? ¿Debería ir al psiquiatra? ¿Debería ir a trabajar para evitar pensar en mis problemas? ¿Debería aprender más sólo para obstaculizar mi camino a mi plenitud? ¿Debería enfocarme en mi confort para perder toda esperanza en vivir “óptimamente” en el gran y nuevo bote de basura al que llamamos “mundo”? Son bastantes dudas que no se responderán en poco tiempo. Y mucho menos conozco su solución, ni que fuera una clase de dios que lo sabe todo: soy un humano, y como humano, tengo derecho a tener problemas y tardarme el tiempo que sea necesario en encontrarles solución. De mientras, viviré con estos monstruos llamados yo y lidiaré con los problemas cotidianos de este mundo en colapso.

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