Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2 Erasmo Castellanos Quinto
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Veinticuatro horas, tal vez un poco más, unos cuantos instantes del tiempo que causan tantos destrozos e inseguridades. No lo sabes y no lo sabrás, pero, ¿hoy? Hoy no fue el mejor día y la culpa la tienes tú. No, en realidad más de este pesar me corresponde a mí, a mis tonterías y falsas ilusiones, es un hecho que ya lo estoy cargando, pero ¿y tú? Tú puedes ir y tirarte a tu cama como si nada porque eso fue lo fuimos hoy: nada.
La nada es inofensiva, eso es cierto, pero si hoy nada pasó, ¿por qué todo aconteció? Mil y un razones recorriendo mi mente, que tonta e imprudente muchas veces resulta ser, pero también es la que me permite sentir todos los bellos momentos. Una pizca de tristeza y desesperación para recibir kilos y kilos de alegría, a un precio razonable en verdad, pero esa pizca supo amarga y no la esperaba.
Planteaste pensamientos tan tontos e irreverentes en mí, sin siquiera estar mínimamente presente. “Tal vez sea demasiada tarea”, “otra vez se la pasará durmiendo todo el día, nada grave”, “tal vez espera que yo le escriba”, “tal vez…”, “quizás…”, “es probable que…”
Escenarios y pretextos, cada uno más tonto e irreverente que el anterior ¡Ah, pero por supuesto que no he olvidado el peor de todos!: “tal vez le ocurrió un accidente, podría estar en el hospital y ni siquiera lo sabría”. Oh no, corrección, este fue el peor: “¿y si ya no quiere saber nada de mí? Seguramente le aburrí, siempre pasa” y es que así es. En realidad no sé y no lo sabré porque no voy a preguntar cuando decidas reaparecer, si es que lo haces. Y ¿Por qué no preguntaría? Sencillo, sólo existen dos tipos de respuestas: la primera —la que deseo— es la fantástica y extraordinaria razón, destacable e importante que explique tú ausencia. La segunda, bueno, no hay una explicación en realidad y sólo no lo hiciste porque te dio la gana. La razón de por qué nunca te lo cuestionaré es porque no quiero que me digas que la explicación es la segunda.
Sinceramente no se trata de que no estés, se trata del por qué no estás. No necesito que escribas siempre, ni a todas horas, porque sé que es algo que nunca harás, no lo dices y finjo no verlo, un perfecto engaño, pero la realidad es que yo estoy muy por debajo en tu lista de prioridades y lo acepto. Lo que sí necesito saber es que no me odias, que no te he hartado o aburrido, necesito saber que todo está bien entre… que todo está bien, y que en algún momento, tomarás tu teléfono y escribirás, tal vez con un poco de suerte sea a mí.
Sólo requiero saber que no tomarás las maletas, subirás a un ferri y te largaras, o si te has ido al menos hazme saber si volverás. Si piensas volver, entonces, puedes tardar el tiempo que desees. Pero si estás a punto de abordar y no volver, ten decencia, y despídete.
Pero descuida, no pasa nada. Tal vez pase este tiempo intentando descifrar cómo diablos es que me enamore de ti, y mejor aún, cómo deshacerlo, aunque debo decir que en estos momentos eso parece imposible.
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