Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala
Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala
Este es mi recorrido de 17 años, desde preescolar hasta la licenciatura. Fue hasta el año 14 cuando empecé a cuestionar muchas cosas, a tener un criterio más propio: ese cuestionamiento encontró salida cuando en clase de filosofía la pregunta era ¿te sientes libre? Una pregunta muy personal y muy profunda que estuve apunto de contestar en automático y decir que sí, sin embargo, tomé una pausa y lo pensé mejor, sentí mi interior y encontré una respuesta mía. Entonces fue un contundente “no”… no me sentía libre. Al parecer fui el único en poner esa resolutiva, la maestra me habló y me pidió explicación. Entonces con un sentir muy claro, no tanto así para ordenar mis ideas, expresé mis argumentos y sentires, después a través de sus palabras y de su tono, noté en su reacción la sutileza de una actitud por querer anteponer la idea contraria, no como una dialéctica sino como una imposición. Ella me explicó por qué debería sentirme libre y yo en ese momento no tenía las herramientas suficientes para expresarme, solo tenía un sentir muy claro que era difícil poner en palabras. Acabó la clase, y desde un segundo piso miré por la ventana, añore estar afuera: me había convertido en una especie de prisionero, sin embargo mi necesidad de hacer algo por escapar era neutralizada por la invisibilidad de las rejas, era una prisión invisible, quizás más mental que material… Creo que esta experiencia resume muy bien mi sentir durante la mayor parte del tiempo de mi estancia en la escuela: era una prisión tan sofisticada que no necesitaba rejas.
¡Esta es una que ya todos saben!, ¿o no? No importa: “Todo es culpa del capitalismo”
Para entender en dónde estamos parados cuando hablamos de educación pública es fundamental saber que esta ha sido hecha a imagen y semejanza del modelo industrial de producción masiva y de consumo. Los dueños de grandes corporaciones, han invertido en la educación pública con la finalidad de crear obreros capaces de poder sostener e incrementar la productividad y las ganancias de sus propias empresas. Si hacemos una analogía, la escuela sería la fábrica, el director de la escuela sería como el supervisor de una fábrica y nosotros los obreros inspeccionados, pues pienso que la receta y las normas e ideales de la empresa, en este caso llamada educación privada o pública, se lleven a cabo al pie de la letra. Los profesores serían los obreros, los ejecutores de la receta, los encargados directos de la fabricación del producto y, ¿cuál es el producto? Pienso que el producto resulta en unidades laborales, con habilidades y características distintas entre sí para ofrecerse en la vitrina del mercado laboral.
Es fundamental conocer esto porque a partir de ahí podemos entender desde sus raíces el fenómeno educativo institucional, podemos entender, por ejemplo, por qué llega a haber un profesor para 40 alumnos donde todos deben seguir un mismo ritmo, pues deben querer hacer lo mismo de la misma manera, despojándolos cada vez más de las cualidades que los hacen únicos. Podemos entender la dinámica de evaluación a través de test estandarizados que son prácticos para aplicar a grandes masas, o la dinámica de competencia entre alumnos como entre empresas, todo siguiendo la dinámica costo-beneficio.
Esta dinámica se extiende incluso más allá de las aulas, entonces de pronto la familia cada vez más se convierte en una especie de empresa donde el padre trabaja duro para poder invertir en un futuro ingeniero o licenciado, la madre supervisa de cerca que todo se lleve de acuerdo a lo invertido, el producto es el mismo, un buen empleado y además un buen ciudadano que resulta más pasivo que activo. A su vez la persona misma cada vez se volverá más parte de su propia empresa: se encargará de invertir en sí mismo, habrá aprendido la fórmula inversión-ganancia y muy probablemente llevará esta fórmula a otros aspectos de su vida más allá del laboral, por ejemplo, a las relaciones sociales, relaciones amorosas, relación consigo mismo. Lo sepamos o no, es algo que se aprende no solo como algo específico de las escuelas sino como algo que impera en la sociedad.
Todos los caminos llevan al aparador de compra-venta
Entonces creo que podemos hablar de una institución que se encarga de fabricar más unidades laborales que humanos, que se centra más en las necesidades del mundo laboral que en las necesidades humanas de cada persona y de la sociedad. Hoy en día hay un creciente interés de las empresas y por ende de las escuelas en desarrollar esta parte humana que había sido descuidada, habrá que analizar hasta qué punto se hace y dirige desde una dinámica de inversión-ganancia, hasta qué punto se hace por necesidad humana, y hasta qué punto ambas se mezclan.
Difícil es cuando la persona que se gradúa de la escuela después de años de estar ahí no encuentra trabajo o encuentra uno que es casi una burla por su bajo salario o altas capacidades que solicitan; cuando esta persona no tiene otro medio para poder adquirir lo más básico para poder vivir dignamente es entonces es cuando nos cuestionamos: ¿de qué sirvió tantos años de estudio?, ¿para que nos prepara realmente la escuela?, ¿qué es la educación?, ¿qué es una buena educación?, ¿en qué está fallando el sistema educativo? A mi entender no es una falla exclusiva del sistema educativo ya que está conectado o atravesado por sistemas económicos, políticos, tecnológicos, que se afectan mutuamente.
Dentro de la esfera educativa institucional yo propondría la implementación de talleres para aprender oficios que no requieran un título como carpintería, pintura, cocina, electricidad, cultivo de alimentos, etc. También más filosofía e incentivar el pensamiento crítico, abordar más la parte humana, la sensibilización a través del arte, del autoconocimiento emocional y psíquico. Promover el aprendizaje significativo, no aislarse en un salón donde la mayor parte de lo que se dice ahí, ahí se quedará. Creo que son muchos factores los que influyen en la educación institucional, y que influyen en que esta lleve a una vida digna.
Para terminar hace mucha falta recuperar la sensibilidad humana, recuperarla es recuperarnos, es sostenernos los unos a los otros. Cierro con estos versos:
El adulto desconfía
El niño es una semilla
Cuidarla es un arte
En la que el adulto es torpe
El niño debe convertirse en agua, tierra y sol
El agua le dará la paciencia
La tierra la firmeza
La luz será su guía
Crecerá y tendrá vida
Una flor hermosa.
José Gerónimo
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