El Colegio de Ciencias y Humanidades es una de las instituciones educativas más importantes de México. Ofreciendo una educación al futuro que contribuirá al progreso de nuestro país. 

El pasado 25 de enero del 2021, ¡los ceceacheros celebraron su cumpleaños 50! 

El Consejo Universitario, gracias a la iniciativa de Roger Díaz de Cossío, Juan Manuel Terán y Contreras, dieron luz verde para el proyecto de esta nueva institución pedagógica innovadora; basada en tres principios fundamentales: “aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir.”

En este sentido, el estudiante se vuelve el sujeto y el centro de su propio aprendizaje. La función del docente consiste en ser la guía del alumno. Otorgando al mismo, libertad y autonomía, valores y principios universitarios. Adquiriendo una actitud crítica- analítica, otorgando la capacidad argumentativa al brindar su opinión.  

Pablo González Casanova destierra el conocimiento enciclopédico y memorístico, dejando solo las asignaturas esenciales. Haciendo un programa flexible y accesibles para los alumnos.  

Otra de las bondades de esta escuela es que maneja los Estudios Técnicos Especializados, contando con alrededor de quince opciones. Al concluir los alumnos reciben una cédula de la SEP. Brindando una alternativa y solución en caso de no poder continuar con los estudios universitarios.  

Es un gusto, les presento a mi actual escuela,  porque, ¿cómo podría hablar de lo asombrosa que es cuando no tengo ningún antecedente? Sabemos muy bien que nunca será lo mismo los sentimientos, que aquello que es real, que un hecho es su historia. Es su origen, es lo que la lleva a ser lo que es. 

Siempre he creído que la escuela es un pilar fundamental en la construcción del individuo. Pero cuando entre a CCH Oriente, se convirtió en un segundo hogar, como una segunda madre que forma y cuida con amorosa caridad.  

Quizás por todo el tiempo que paso en ella, o porque nunca me deja de sorprender, resulta ser tan acogedora, tan mía y tan nuestra. Realmente disfruto estar allí. El recorrido empieza desde las 7:00 a.m. o un poco antes, cuando estoy formada en la fila de entrada, con el frío tan gélido, cruel y despiadado. No obstante, es parte de la experiencia, es parte del turno matutino. 

El hermoso amanecer no tiene comparación. La fusión de los horarios, cuando aún puedo ver la luna, pero del otro lado puedo ver los primeros rayos de sol, mezclados con los colores de noche, formando mágicas combinaciones, mi favorito el lila. 

 Las clases inician, los profesores enseñan, los jóvenes aprenden y la jornada termina a la 13:00 horas. Podríamos pensar que es algo lineal, sin mayor trascendencia, e incluso aburrido, pero no. No es así. Todos los días son una experiencia totalmente diferente, esto también por el rol de los estudiantes, pues muchas veces se considera que tienen una vida tan sencilla, sin preocupaciones o sin ocupaciones, ¿realmente lo es?, no. Nunca. Jamás entenderé porque siempre subestiman nuestro tiempo, o lo que hacemos.  

La etapa en la que nos encontramos no es cosa fácil, es la creación de una persona que está a nada de llegar a la adultez, un mundo inmenso, grandes retos, pero aún con muchas cosas que aprender y desarrollar en todos los ámbitos de su vida: académico (que después se vuelve laboral), relaciones interpersonales, la construcción de una personalidad de una identidad entre otras cosas más. 

La escuela se vuelve el centro, o por lo menos la mitad de nuestra vida y de nuestros días. Aconteciendo diversas experiencias (buenas y malas) que quedarán para siempre, como huellas en nuestras vidas que se convierten en parte de nuestro camino. 

Más allá de todo el conocimiento académico (que a mi manera de ver es muy bueno) también está la convivencia, con los profesores, los compañeros, las amistades, e incluso las relaciones amorosas. Influyen tanto en nosotros, como lo que podamos obtener de todas estas cosas, que en todo caso también es aprendizaje. 

Llegando al tercer punto, la construcción de la identidad, que no es algo que se busqué, es algo que se encuentra durante el trayecto, como resultado de todo lo que aprendemos, y del criterio que poco a poco nos vamos creando de: las cosas, de las personas, de la vida, del mundo, de un todo. Quizás suene inmenso, pero no lo es, son pequeños pasos que damos, y no nos damos cuenta. Pero ella está con nosotros, como una madre que sujeta tiernamente los brazos del crío cuando este aprende a caminar.  

Ella nos da el pensamiento, nos proporciona las indicadas herramientas, habilidades y nos da la inteligencia; pero sobre todo nos da una voz, que siempre yace en nuestro interior pero que muchas veces no tenemos la valentía de despertar. Bien lo decía  Riordan: “Tu voz es tu identidad”. 

El problema principal de los fantasmas es que la mayoría han perdido sus voces. En los campos de Asfódelos, millones de fantasmas deambulan sin rumbo tratando de recordar quiénes eran. ¿Sabes por qué acaban así?, porque en vida nunca se posicionaron. Nunca dijeron lo que pensaban, así que nadie los oyó. Tu voz es tu identidad. Si no la usas -dijo encogiéndose de hombros-, ya estás a medio camino de los Campos de Asfódelos. “ 

Después llega la tarde, muchos regresan a su casa justo cuando terminan las clases. Algunos otros se quedan un poco más, o un bastante más como es mi caso, porque tomó una opción técnica y hay alumnos que toman algún taller, deben alguna materia o toman recursamiento, estudian en la biblioteca, van a asesorías, trabajan en algún proyecto o practican un deporte, u otros solo porque sí. 

La escuela es muy grande, cuenta con una superficie total de 144 mil 974 metros cuadrados, 23 mil 936 metros cuadrados de construcción y 34 edificios con aulas. Tiene muchos sitios de interés, por ejemplo, la explanada donde se desarrollan muchas actividades científico-culturales. La biblioteca almacena más de 20 mil libros y hospeda el proyecto PC Puma, un gran beneficio para sus estudiantes y no podemos olvidar las vigorosas canchas. 

En las tardes en las que convivimos ella y yo, nos tenemos solo la una a la otra. Unas veces me concentro en realizar tarea, adentrándome en la formidable biblioteca. Otras veces solo paseó por sus pasillos, por sus salones, por sus rincones.  

Frecuentemente tiendo a quedarme sola, el tiempo perfecto para ser y reflexionar. Porque si bien de la convivencia aprendemos, de la soledad también lo hacemos. Es tiempo de interiorizar. La soledad también puede ser buena compañía, no lo dudes, a veces es lo mejor que puedes tener, porque al tenerla te encuentras contigo mismo. 

En otras ocasiones cuando me siento particularmente triste voy a las canchas y eso me hace sentir bien. Ahí escribí esto:

 A mí me faltaba vida, me faltaba clorofila, mis hojas estaban secas, estaban a punto de caer marchitas. Pero me volví sanguijuela, el entusiasmo y la energía la absorbía y parecía darle un poco más de colores. Es verde, una dosis de vida, un latido del corazón. 

Adoro toda su vegetación, los árboles, las plantitas; observar los rayos del sol, chocando contra las hojas, iluminando el espacio, me parece tan majestuoso, tan único, tan bello. Otra frase que escribí mientras caminaba: 

Y ahí estaba yo, como casi siempre, caminando sin rumbo, caminando sin sentido, perdiéndome entre sus caminos y su enorme población estudiantil. Ver los árboles era reconfortante, ver cuando las hojas caían era lo más sublime, el solo pensar en la retórica de la vida manifestado en una hoja. 

Cada tarde que me quedo aquí aprendo a ver la vida con otros ojos, con unos pasivos, pero al mismo tiempo tan llenos de emoción. Pasivos para detenerme a mirar y observar mi alrededor, no importando la velocidad a la que va la vida, pero al mismo tiempo entusiasmados, llenos de energía por continuar apreciando la belleza de la vida y animada de vivirla. Cada momento en ella, intento disfrutarlo al máximo.

Ella lo encierra todo, mis momentos, mis ilusiones, mis sentimientos, mis anhelos, todo lo que ahora pueda ser. Y entonces me preguntó… ¿Cómo no amarla? ¿Acaso hay alguien que no ame a su madre? Al menos yo sí. 

Tlen Ome Nantli, significa segunda madre en náhuatl, porque es lo que ella significa para mí. Me arropa, me acoge, me da todo su calor de madre.