FES Acatlán, UNAM
FES Acatlán, UNAM
Fui feliz alguna vez, algunas veces. Tuve mis tiempos para sobrellevar la existencia, este delirio taimado de Dios, calvario y sueño de mí mismo. ¡Ah, pero lo intenté, soledad, sombra mía!, juro que intenté poner la sonrisa cotidiana y encontrar, como los otros, la satisfacción de estar vivo, la ilusión de ser quien se es siendo nadie; ya te imaginarás que fracasé.
Y le temo a la muerte, a sus ojos negros, so pretexto del infierno y sus diablos, me niego a morir —¿a cuántas eternidades me condenarían por dudar de lo infinito y huir de la vida?—. Si no se equivocan esos locos, supuestos soldados del imperio cosmogónico, cuando dicen, condenándose a sí mismos: “la maldad del mundo recae en las imperfecciones del hombre”, y como pináculo ejemplo de traición para el supremo, gritan: “¡Suicidio y amor!”; uno no puede evitar preguntarse si ellos no son los más grandes suicidas con el asesinato de espíritu en sangre de fe hipócrita…
Y no lo sé. No sé si lograré tomar el cuchillo para terminar de un tajo con todo, no soporto la idea de verme, siendo ya un fantasma o vestigio de alma, tirado ahí, desangrándome. Muerto. Dirán que la daga mortal es cobardía, ¡pero cuánta valentía o dolor se necesita para hacerlo, para querer tanta vida cruda diluida en rojo!, ¿y si me ayudas, Soledad ennegrecida?
Bailando sin saber bailar, ayúdame, deja que las Gnossiennes resuenen y me reserven escalera al cielo. ¡Por favor, por favor!… suicídame ahora, Soledad, ¡que nadie más que Satie y mi canto quedará de testigo!
* Nota encontrada al lado de Abraham del Prado, hallado muerto en el motel Saudade. La policía no ha dado informes, se desconoce la causa de muerte.
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