Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo
Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo
¿La sociedad está más informada o es más ignorante con la llegada de los medios de comunicación masivos? Los medios de comunicación son aquellos canales o instrumentos escritos, visuales o audiovisuales que permiten transmitir un mismo mensaje para que sea recibido por una enorme cantidad de personas de manera simultánea.
Estos medios han llegado a nuestras vidas para informarnos de una manera más rápida y eficiente, aunque algunos puedan ser nocivos para nuestro intelecto, convirtiéndonos en una sociedad Teledirigida. Antes, por lo menos, utilizábamos los medios escritos y teníamos un criterio propio mediante el conocimiento de distintos contextos en nuestro entorno.
En este texto me sustento en la idea de que los medios de comunicación, como la prensa escrita, la edición de libros, radio, televisión (en especial) y la revolución multimedia, han distorsionado nuestra percepción para entender los hechos que nos rodean. Con base en esto, pregunto: ¿La sociedad se ve afectada de manera racional por su apego a los medios de comunicación masivos?
De ser así, mi exposición determinará si la revolución en los medios de comunicación (sobreinformación) estimula o inhibe el intelecto en la sociedad global, pero antes de abordar el tema recordemos los siguientes conceptos:
Opinión pública: Es la tendencia o preferencia, real o estimulada, de una sociedad o de un individuo hacia hechos sociales que le reporten interés. El individuo debe tener un público o seguidores para que se considere un líder de la opinión.
Rumor: Es una información que carece de veracidad, se transmite de persona a persona y generalmente utiliza esta información para manipularla.
Las civilizaciones se desarrollan con la escritura, y es el tránsito de la comunicación oral a la palabra escrita lo que desarrolla una civilización (cfr. Havelock, 1973). Pero hasta la invención de la imprenta, la cultura de toda sociedad se fundamenta principalmente en la transmisión oral. Hasta que los textos escritos son reproducidos a mano por amanuenses, no se podrá hablar aún del hombre que lee. Leer, y tener algo que leer, se produjo a finales del siglo XV, un privilegio de poquísimos. El Homo Sapiens que multiplica el propio saber es, pues, el llamado Hombre de Gutenberg. Es cierto que la Biblia impresa por Gutenberg entre 1452 y 1455 tuvo una tirada de 200 copias, pero podían reimprimirse. Se había producido el salto tecnológico. Así pues, es con Gutenberg con quien la transmisión escrita de la cultura se convierte en algo potencialmente accesible para todos.
Junto con el teléfono y la radio, los medios impresos abrían una comunicación más rápida y con mejor accesibilidad, ya que estos son portadores de una comunicación lingüística. Cuando aparecieron el telégrafo, el teléfono y la radio se consideró uno de los mayores progresos, ya que se difundió favorablemente la información, las ideas y la cultura. Este punto es importante, pues los medios impresos facilitaban a la población a tener un mayor juicio, ya que debían analizar el contenido del texto.
El mayor problema comenzó en 1926, cuando el ingeniero John Logie Baird inventó la televisión, pues la sociedad utilizó este invento que nos permite ver casi todo sin necesidad de movernos. Recibimos información audiovisual, sí, pero el problema es que no hay una comunicación y sí se crea una dependencia. Nos muestran una imagen como marco de referencia, pero cuando se trata de información está incompleta (Giovanni Sartori, 1998).
El problema es que el niño es una esponja que registra y absorbe indiscriminadamente todo lo que ve (ya que no posee aún capacidad de discriminación). Por el contrario, el niño formado en esa imagen se reduce a ser alguien que no lee, y, por tanto, muchas veces es un ser reblandecido por la televisión, adicto de por vida a los videojuegos. Si este proceso no se interrumpe, llegará a la adultez sin una capacidad de entender los hechos.
La manipulación mediática
Sylvain Timsit establece diez estrategias en las cuales podemos diferenciar la información falsa difundida, en la cual confluyen diversos factores: emisor, receptor, mensaje, interferencia, aptitud del receptor y actitud del mismo, así como su falta de búsqueda de fuentes. El escritor francés detecta un control sobre la ciudadanía por parte de los intereses de grupos de poder:
1. La estrategia de distracción: desviar la atención del público de los asuntos importantes.
2. Crea problemas y ofrece soluciones: en este método utilizan una problemática al público para conocer su reacción y así “proponer alternativas” que el poder quiere imponer.
3. Estrategia de gradualidad: la ciudadanía acepta estas propuestas que, aunque injustas, se van aplicando en años posteriores.
4. Estrategia de diferir: el público acepta las condiciones injustas en el presente, pero a la larga “será mejor”.
5. Dirigirse al público con discursos infantiles: usan discursos y argumentos ridiculizando al espectador.
6. Utiliza el aspecto emocional antes que la reflexión: usan este recurso para implantar una respuesta emocional, creando dudas y especulación en el público.
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad: hacen que el público se aleje de la cultura, del saber y del conocimiento para mantenerlo en una suerte de esclavitud.
8. Estimular al público para que sea complaciente con la mediocridad: una ciudadanía banalizada es una ciudadanía inactiva, individualista y complaciente con los intereses de las oligarquías económicas (sistema de gobierno donde el poder lo tiene una pequeña clase social privilegiada).
9. Estrategia de la autoculpabilidad: hace creer al ciudadano es el culpable de su desgracia.
10. Conocer con precisión los modos de actuación del público: las oligarquías podrán tener un mayor dominio sobre los ciudadanos en aspectos como publicidad, medios de comunicación, educación u opinión pública.
Un ejemplo de manipulación
Hace unos años, en Argentina, en el programa de televisión Punto Doc, conducido por Miriam Lewin y Daniel Tognetti, una cámara oculta hizo creer al público y a las autoridades de La Chacarita que dos trabajadores del cementerio local vendían huesos de difuntos a estudiantes de medicina. La denuncia ofrecía como “prueba” una filmación sigilosa en donde dos periodistas se hacían pasar por estudiantes que querían comprar huesos. En ningún momento se escuchó decir esto por boca de los empleados ni se vio ningún intercambio de dinero por huesos. Sin embargo, el montaje de las imágenes, las preguntas en off de los periodistas encubiertos y la velocidad con que se movía la cámara, lograron que los empleados fueran culpabilizados por los espectadores y hasta por sus empleadores, que los suspendieron.
Los espectadores nunca tuvo conocimiento del fallo judicial posterior, que demostró la inocencia de los empleados. Lo notorio es que lo que trataba de crearse por medio de la manipulación no era un delito grave y mucho menos implicaba a personas de relevancia pública que justificaran la invasión a través de una cámara oculta con la consecuente intrusión a la intimidad de los implicados.
Con la llegada de internet, se creía que en el siglo XXI la sociedad estaría mejor informada y podría expandir sus conocimientos; sin embargo, una gran parte de la población utiliza la red sólo para el ocio. Una alternativa a este planteamiento lo resume muy bien Nicholas Negroponte: “En el mundo digital, el que recibe puede elaborar la información ‘reseteándola’ como quiera, con lo que el control formal sobre el mensaje se individualiza, se hace suyo”.
A manera de conclusión, he podido ver cómo con información falsa ha ocasionado daño irreversible como suicidios, homicidios o la ruina económica y desintegración familiar. La era tecnológica nos facilita la tarea de encontrar información. Por ello, cada individuo debe analizar el contenido de cada mensaje. Si es necesario, informarse más, leer y, sobre todo, informar a las nuevas generaciones los malos hábitos con el fin de reducir el analfabetismo. Se necesita urgentemente generar el análisis y reflexión de la información que la sociedad tiene en sus manos para así ser crítica reflexiva y que brinde alternativas de solución, y no una mera opinión sin fundamento. En esencia, la sociedad debería estar más informada, pero no es así, ya que con la enorme fuente de información que se tiene al alcance y la apatía de la mayoría por buscar información verídica y confiable, esto se reduce a que sólo una minoría está realmente informada.
Referencias bibliográficas:
file:///D:/Documentos/Homo_videns_La_sociedad_teledirigida_Giovanni_Sartori.pdf
Por Alejandra Leilani Soriano Guerrero
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