Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Los años 60’s y 70’s en México no solo fueron testigos del boom económico y la modernización acelerada del país, sino también del surgimiento de un fenómeno cultural único y trascendente: los jipitecas. Inspirados por el movimiento hippie estadounidense, estos jóvenes rebeldes mexicanos abrazaron un estilo de vida alternativo que desafiaba las normas establecidas y buscaba la libertad, “el conocimiento del verdadero ser”, todo esto en medio de una sociedad conservadora y opresiva, y para colmo, ¡en el sexenio de Díaz Ordaz!
Los jipitecas no solo compartían el gusto por los alucinógenos y la música rock, sino que también se identificaban y rescataban características de la cultura indígena de México. Adoptaban elementos de su vestimenta, como huipiles, rebozos y huaraches, y admiraban su artesanía, creando así un estilo único y distintivo. Aunque la relación entre los jipitecas y los indígenas no era estrecha y directa, se caracterizaba por un profundo respeto mutuo, no intentaban manipular la cultura indígena, sino que la admiraban y la incorporaban a su propia identidad, reconociendo la sabiduría ancestral que poseían, es por esto que fueron apodados por la sociedad “jipitecas”, una combinación entre las palabras jipis y aztecas o toltecas.
Sin embargo, la represión hacia los jipitecas por parte del gobierno no se hizo esperar. Los arrestos injustificados y los maltratos se convirtieron en lo más habitual, reflejando la intolerancia de una sociedad que no estaba lista para aceptar la diversidad y la disidencia. A pesar de la represión, los jóvenes persistieron en su búsqueda de una vida más auténtica y en armonía con la naturaleza, algunos formaron comunas rurales, donde cultivaban sus propias verduras y vivían en comunión con el medio ambiente, por lo regular eran personas dedicadas al arte, a la pintura, a la música, incluso a las artesanías, por supuesto también existían profesionistas técnicos; aunque claro, no faltaba quien solo era un vago, hijo de papi que gracias a eso se podía costear ese estilo de vida. Estas comunas enfrentaron numerosos desafíos, pero el hecho de resistir demostró la determinación que poseían para desafiar a la sociedad y buscar una alternativa al sistema establecido.
En última instancia, los jipitecas fueron mucho más que simplemente seguidores de una moda pasajera, representaron una rebelión contra las normas sociales y una búsqueda de autenticidad en un mundo que solo se transformaba en el campo industrial pero se resistía a cuestionarse sus creencias más arraigadas. Su legado perdura hasta el día de hoy, considerado el inicio de las contraculturas en México, recordándonos la importancia de cuestionar las estructuras de poder y buscar la verdadera esencia del ser, visibilizando la diversidad y disidencias en el mundo, incluso en medio de la adversidad.
Considero que este movimiento contracultural es una prueba contundente de que las palabras y las ideas tienen el poder de cambiar el mundo, demuestra que el arte no solo es una expresión creativa, sino una herramienta poderosa para cuestionar las normas establecidas y promover el cambio social. Es esencial reconocer que las contraculturas –aunque muchos solo vean greñudos y vagos– tienen el potencial de influir en el rumbo de las futuras generaciones.
Es fundamental comprender que la evolución de nuestras ideas y creencias es tan importante como el avance tecnológico. La sociedad debe estar en constante cuestionamiento de las estructuras existentes y ser receptiva a nuevas formas de pensar y vivir. La diversidad de expresiones contraculturales que han surgido en los últimos años nos recuerda la importancia de desafiar lo establecido y explorar alternativas al sistema que nos domina.
Motivadas por este tema, mis amigas y yo decidimos realizar este pequeño mural dentro de nuestro plantel, representando y recordando un poco de lo que fue este movimiento y cómo, de cierta forma por ser jóvenes y artistas, nos sentíamos conmovidas por juventudes que existieron mucho antes que nosotras, pero que marcaron décadas de generaciones, dejando una huella en las contraculturas y en la historia de México.
Referencias bibliográficas:
Agustín, J. (2017). La contracultura en México: Prólogo de Carlos Martínez Rentería. Epílogo de Ariel Rosales. DEBOLSILLO.
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