Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Los K-dramas es uno de los géneros con mayor éxito internacional. Quizá porque tratan sobre romance, estas historias han cautivado al mundo occidental, además de que presentan un contexto cultural ajeno que resulta fascinante. Sin embargo, estas series cuentan con personajes idealizados que influyen en la percepción que el público tiene sobre Corea del Sur.
La romantización e idealización promovidas por estos contenidos audiovisuales contribuyen a la construcción de estereotipos que terminan moldeando imaginarios sobre cómo debería ser una relación romántica. Las historias en las que la mujer es salvada por el hombre o encuentra sentido a su vida a partir del amor romántico con una pareja heterosexual hegemónica son algunos de los contenidos más populares hoy en día. Esto lleva a caer en clichés y aspectos problemáticos.
Pero, ¿de dónde nace la romantización de los K-dramas, la fetichización hacia los hombres asiáticos y la infantilización de las mujeres coreanas? Todo esto nace de la influencia del “Hallyu” u “Ola coreana”, un fenómeno cultural que promueve los productos de entretenimiento coreanos. Desde los años 90, aparecieron series como ¿Qué es el amor? (MBC) y Sonata de invierno (KBS), que marcaron el inicio de la narrativa romántica que idealiza el amor heterosexual. Dentro de estas relaciones, se observan dinámicas de poder establecidas, además de presentar personajes con estándares de belleza específicos que cautivan al público.
El Hallyu se refiere a un fenómeno cultural que describe el furor de los jóvenes por el contenido proveniente de Corea del Sur, especialmente los productos de entretenimiento. Es así que las producciones coreanas continúan dominando las plataformas de streaming. Por ejemplo, en el ranking de los K-dramas más vistos de Netflix, Queen of tears logró alcanzar más de 13 millones de visualizaciones en sus primeras semanas, convirtiéndose en uno de los favoritos del público.
En muchas de las series coreanas, el elenco y, en especial, los personajes principales, son cuidadosamente elegidos. La mayoría de los actores y actrices cumplen con ciertos requisitos que acentúan los valores del país. Algunas de estas características son: piel clara, complexión delgada, rasgos aniñados, actitudes aegyo o infantiles y altura destacada. La mayoría de estas características tienen un simbolismo y asociaciones históricas que establecen estatus.
Por ejemplo, la piel blanca está asociada al estatus social alto, ya que se cree que las personas económicamente estables pueden permitirse evitar el trabajo al aire libre, relacionado con el campo, lo que hace que su piel no se vea dañada por el sol. Por otra parte, también se asocia con la juventud, algo sumamente atractivo en países asiáticos, donde constantemente se busca “prolongar” la juventud a través de una amplia gama de productos y un cuidado extremo de la salud.
Es así que la infantilización de las mujeres a través de actitudes, maquillaje, vestuario y discurso es una constante. La representación infantil se refleja en sus acciones, mostrando a las mujeres como delicadas, sumisas y dependientes. El aegyo o actitud infantil hace referencia a gestos adorables y comportamientos aniñados a través de acciones que van desde los gestos hasta las palabras, acompañadas de voces agudas y expresiones faciales. La adopción de estas actitudes hace que la protagonista sea aceptada socialmente y se muestre más atractiva para su interés romántico, casi siempre un hombre.
Hay una delgada línea entre la “pureza infantil” y la forma en que explotan esta narrativa. Dentro de las series y el mundo coreano, estas características son vistas y consumidas como deseables en un contexto romántico o sexual. Aunque no todos los elementos aegyo tienen intenciones explícitas de explotación, la repetida exposición puede contribuir a una cultura que sexualiza lo “puro” y “joven” de manera problemática, distorsionando la percepción pública.
Por el contrario, los hombres coreanos están siendo fetichizados, siendo representados como una figura romántica ideal, resaltando su aspecto físico: piel clara, complexión delgada y fuerte, altura destacada y aspectos relacionados con lo varonil, como protector, celoso y proveedor. Esto ocasiona que se ignoren comportamientos que podrían tener durante el desarrollo del producto audiovisual.
Por ejemplo, en muchos K-dramas hay una normalización de los celos que terminan en posesividad, actitudes que, lejos de ser cuestionadas, se interpretan como amor profundo y real, perpetuando la narrativa de desigualdad entre géneros. Asimismo, hay dinámicas de poder donde los hombres actúan como salvadores y protectores de la protagonista frágil, inocente y dependiente.
Estas historias, que a menudo se presentan de forma “romántica”, reflejan ciertos valores de la sociedad coreana. La popularización de este tipo de contenidos crea una visión idealizada de Corea del Sur que, a menudo, opaca la realidad del país y las luchas actuales de la sociedad.
Un ejemplo muy conocido es el movimiento feminista 4B, que surgió en Corea del Sur en 2015 debido a la violencia y discriminación sistemática que viven las mujeres diariamente. Este movimiento tiene cuatro reglas: no a las citas o vínculos afectivos con hombres (biyeonae); no a las relaciones sexuales con hombres (biseksu); no al matrimonio heterosexual (bihon); y no a tener hijos (bichulsa).
Y es aquí donde surge la separación de los K-dramas con la realidad. Según un estudio realizado por el Instituto Coreano de Criminología a través de una serie de encuestas realizadas a 2,000 hombres, el 79,7% admitió haber abusado de su novia mientras salían.
Algunos porcentajes y abusos cometidos fueron: el 71% admitía controlar las actividades de sus novias, desde restringir a quién le hablaban hasta aislarlas de su familia; el 36,6% admitió acosarlas sexualmente, seguido de acoso psicológico; el 22,4% admitió ejercer violencia física, un 17,5% ejercer abuso sexual y un 8,7% haber causado lesiones.
Este estudio fue realizado con base en el plan que están haciendo en Corea del Sur para disminuir la violencia de género. Y no solo estudios demuestran la violencia que viven las mujeres en Corea del Sur; novelas como Kim Ji-young, nacida en 1982 nos muestran la otra cara de la moneda. Esta obra narra la vida de una mujer desde su infancia hasta la maternidad, en donde se muestran las microagresiones que enfrenta diariamente en el ámbito académico, laboral, familiar, personal y amoroso, evidenciando nuevamente la misoginia que viven las mujeres de Corea del Sur y en el mundo.
Así, si bien poco a poco se abren más espacios para la conversación sobre la violencia de género existente en el mundo audiovisual y en especial en los K-dramas, pocos abordan esta problemática. En Link: Eat, Love, Kill se explora y muestra la dinámica de acoso laboral, violencia de género y feminicidio, donde el antagonista, además de acosar a la protagonista, es seguido por la hermana de su ex porque sospecha que la asesinó. Algo que resulta ser cierto. Sin embargo, la institución que debía protegerla sólo desacredita y minimiza la denuncia de la hermana, y termina tomando el caso como un “suceso aislado”.
Este tipo de desconfianza institucional hacia las víctimas refleja la normalización de la violencia de género, donde la mujer es vista como emocionalmente inestable o exagerada, perpetuando un sistema patriarcal.
El contraste entre los K-dramas y la realidad es enorme. Es importante resignificar el amor romántico y, sobre todo, cuestionar los contenidos que, en la superficie, parecen “normales”, pero tienen un trasfondo lleno de opresión y violencia. Si bien este texto sólo abordó cuestiones de género, Corea del Sur es una sociedad que ha sido criticada por ser racista, homofóbica, xenófoba y clasista.
Es imprescindible dejar de romantizar la vida coreana y empezar a cuestionar sus diversas realidades desde una postura de reflexión y crítica constante. Al final del día, somos parte de estas realidades y nuestro consumo no debe estar privilegiado.
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8 Responses
Todas las películas y series tienen su tinte del mismo romanticismo fantasioso, pero afortunadamente al tener acceso a la educación más a nivel universitario lo mismo mujeres que hombres aterrizan más en su realidad y esperamos que esto suceda cada vez menos, muy bien artículo
Me parece muy interesante como los k-dramas y en general la cultura coreana implica una infantilización tanto de hombres como de mujeres. En el caso de las personas famosas es necesario señalar la dinámica de poder en la que se encuentran involucrados, pues se ven obligados a hacer estas representaciones infantiles como el aegyo porque es parte de su trabajo supuestamente, cuando es el caso de muchas actrices y actores que se muestran incómodos. Me gustó mucho la reflexión final
Es la triste realidad de la cultura Asiática en general, al día de hoy, se sigue vienlo lo que conocemos en México como “Usos y Costumbres” los hechos vistos a través de la caja tonta o TV y en los K-dramas esn especifico, pero maquillados de romance y cliches occidentales.
Muy buen artículo, excelentes los comentarios sobre la vida real, que la mayoría desconocemos.
Muy buen contenido ya que yo desconocía está realidad en Corea del Sur. Explicado de manera entendible y muy actual la información
Muy buen artículo,luego no se conoce éste tipo de información y es muy bueno saberlo, sobretodo para los jóvenes que son los que más siguen esta ola de historias y modas de países asiáticos y no siempre son de ayuda
Muy cierto, los k-dramas solo muestran una fantasía, hay mucha violencia y la realidad es que los actores son explotados a tal grado que mueren de estrés y cansancio. Excelente artículo.
Excelente artículo, desconocía lo que se vive en corea del sur, que al final sería como el machismo mexicano. Es muy importante que las jóvenes trabajen más en su autoestima y se preparen profesionalmente.