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Nuestra comunidad universitaria es muy amplia, conozcámonos más.
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GALO CAÑAS /CUARTOSCURO.COM
Elizabeth Mazariegos Mendoza

Elizabeth Mazariegos Mendoza

Facultad de Derecho

¿Qué aprendimos?

Número 3 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2021

Elizabeth Mazariegos Mendoza

Elizabeth Mazariegos Mendoza

Facultad de Derecho

El día 6 de agosto de 2021, los universitarios nos despertamos con la noticia de un nuevo boletín, en el cual se anuncia un posible retorno a las aulas, de manera escalonada y con las medidas sanitarias que desde hace más de un año venimos practicando; dando prioridad a las carreras que requieran actividades experimentales, prácticas o artísticas.

Todo esto causó gran revuelo a las personas de mi contexto, área 3, para ser más específicos de la Facultad de Derecho; miles de preguntas, cientos de memes, pero olvidaron una de las cosas que más amo de mi universidad: el dar opiniones, analizar, ver por los demás y buscar el bien común.

Fue en mi clase de Delitos en particular, donde tocamos este tema, donde planteamos, ¿qué pasaría si en la Facultad de Derecho regresamos a clases presenciales?, fue aquí donde me inspiré para escribir esto, porque varios de mis compañeros expresaron su opinión ya sea a favor o en contra; sacaron situaciones personales que sin duda agradezco, me llevan a pensar en miles de aspectos que tal vez no veía porque no me tocó pasar por algo similar.

Muchas personas a favor de regresar a clases presenciales, porque en línea no nos favorecen, no estamos aprendiendo o simplemente ya nos cansamos del zoomestre, además de los problemas físicos generados por una mala postura al no tener la silla adecuada o estar horas frente a un dispositivo electrónico, ya que no todos tenemos los recursos, materiales y espacios adecuados para tomar las clases.

También hablamos de la interacción con otras personas, en palabras de un compañero “nos estamos aislando”, necesitamos convivir, en materias como Oratoria forense, Debate jurídico o Retórica para la interpretación y argumentación jurídica, no es lo mismo hablarle a una computadora que a la gente frente a frente. Ni hablar de las fallas técnicas, ya sea por el internet o por la aplicación donde tomemos clases. Como experiencia personal tenía una participación bastante buena para mi clase de Derecho Constitucional y no pude externarla, “algo” le ocurrió a mi micrófono y nadie me escuchaba, tuve que ponerla en el chat de zoom, -pero no es lo mismo-.

No hemos pisado Ciudad Universitaria y nos encantaría ver la lluvia en las islas, tomar un café con los amigos; estar en las bibliotecas; sentirnos acompañados y entendidos. La pandemia y el encierro nos hacen sentir solos, no podemos disfrutar de nuestra etapa universitaria, esa última etapa escolar que tenemos. Nos costó mucho entrar, cada uno sabe el camino que tuvo que recorrer para tener un lugar en esta universidad, algunos soñamos esto desde niños y es triste no gozarlo por un virus.

Pero también, muchas otras personas están en contra, por el avance del programa nacional de vacunación, actualmente solo el 36% de la población se encuentra vacunada. Es decir, se han aplicado alrededor de 105 millones de vacunas; específicamente en la CDMX, faltan varias alcaldías por completar esquemas y no olvidemos que tenemos un gran número de estudiantes que residen en el Estado de México donde en algunos municipios recién empezaron con el sector de 30 a 39 años de edad.

El miedo más grande es contraer el virus SARS-CoV2, ya sea porque se enfermaron de gravedad y claramente no quisieran pasar por lo mismo, pero también es para ver por los demás, muchos pensamos en nuestras familias, en hermanos pequeños, personas de la tercera edad o con patologías que agravan la enfermedad de COVID-19, e incluso en la gente que ha muerto; pero el peligro probablemente radica en los medios de transporte que utilizamos para llegar, porque no podemos hablar de sana distancia en el metro Pantitlán a las 7 am, o en cualquier otra estación.

Las opiniones están muy divididas y ambas son válidas, es lo bonito y lo que nos da la Universidad de la nación, porque tenemos una gran diversidad, aunque no podamos interactuar como quisiéramos con nuestros compañeros, hemos aprendido algo (no necesariamente académico), hemos descubierto la solidaridad y la empatía de los compañeros que se preocupan por sus abuelitos y que no salen para no contagiarlos, hemos visto la valentía de los padres de muchos de nosotros que desde que comenzó la pandemia no han parado de trabajar, porque quieren que sus hijos sigan estudiando, la valentía de aquellos que perdieron a seres queridos y siguen de pie, luchando por cumplir sus sueños, para ser grandes juristas, médicos, psicólogos, etc.

Hemos descubierto el amor que se le puede tener a una profesión y a nuestro país, con los familiares de nuestros compañeros, que son médicos, que trabajan en el sector salud o en el ejército. Aprendimos de perseverancia y vocación, viendo a aquellos profesores que sin saber de tecnología día a día nos sorprenden, ponen fondos divertidos en zoom, música antes de iniciar las clases o compraron un súper equipo para poder compartirnos su conocimiento.

Estamos lejos, es difícil y el retorno es algo que no vemos tan claro, pero cada día que pasa falta menos para regresar; tal vez nos ha costado aprender temas de nuestra carrera, sin embargo, para ser excelentes profesionistas no solo debemos saber todas estas enseñanzas, además, nos están formando y dejando una lección gigante que en un futuro nos ayudará.

Ser una generación que tiene que enfrentar varios obstáculos nos permitirá ser más fuertes. No es lo mismo, pero pensemos en los obstáculos que tuvieron que enfrentar los universitarios en 1968 o en 1999, sin duda algo aprendieron y algo aportaron a su Universidad y a su país, tomémoslo como inspiración para superar muchos de los desafíos de esta “nueva normalidad”. -No estás solo- a la gran mayoría nos ha costado esto, ¡valdrá la pena! y vamos a gozar pronto de los planteles, la comida, las personas y las clases.

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