Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
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Ya no brillan en tus ojos
mis sueños, sólo quedan los despojos
rotos de lo imaginado,
recuerdos de sentido
y ensoñación de amor marginado.
Ya no importará lo vivido
si te vas
dejando atrás
la vida misma,
si continúas y cavas
para desterrar el prisma
de las caricias no dadas
pero vistas y deseadas.
¿Por qué será que el amor,
el verdadero
no el de los cuentos de hadas,
cual compositor
torturado, mágico y casero,
duele tanto y se escupe en bocanadas?
La espera de tu llegada,
es tan larga como tu ida
y tu sombra tan aletargada
en la partida.
No quiero dejarte
mientras pueda amarte,
pero supongo que es inútil
intentar socavar la grieta
odiada desde la punta fútil
de tu alma y corazón hinchado
hasta la sangre que a su madre mienta
o delirio de amor marchitado.
No sé quién eres
como no sé quién soy.
Corro y no sé qué quieres,
vuelvo y no sé qué doy,
estoy perdido,
lentamente confundido
entre las hojas de un mañana
inexistente y tus labios, dementes,
que gritan silentes:
“¡el mañana no es más que una cana!”
Y que tú me quieres,
aunque sea un poquito, a desgana.
Me iré si me lo pides,
callando al paso
las sonrisas de abrazo
y las cobijas alebrijes,
me llevaré todo,
mis dulces lágrimas,
mis pasiones en páginas,
me llevaré el nosotros
y te dejaré solo,
pero se queda el cosmos, porque eras tú.
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