Escuela Nacional Preparatoria Plantel 3 Justo Sierra
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En las pupilas se reflejaba el miedo de mi interior, mi corazón retumbaba en todo mi cuerpo, la respiración aumentaba como si hubiera corrido un maratón. Puse mi mano en la suya para ver si calmaba mi sentir, siempre cálida, siempre comprensiva. Me vio a los ojos y supo que me moría de miedo, me conoce.
Sus labios preguntaron si estaba bien. No, no estaba bien.
No contesté. Sentí miles de ojos recorriendo mi cuerpo, comentarios ajenos los acompañaban, un sentimiento punzante en el estómago, y él, con ojos de preocupación, me besaba la mano.
Él interrumpió mis pensamientos con su sonrisa reconfortante, le devolví la sonrisa sin pensarlo, sus ojos brillaban y yo sentía lo mismo, pero no podía conseguir llenarlo de besos.
Le dije que fuéramos a un lugar privado, él asintió y fuimos.
Me preguntó que qué pasaba, le dije que las miradas de los demás me comían las ganas de expresar mi cariño en público y es ahí donde confirmó lo que él sospechaba.
Le decía, cansado, ¿por qué con nosotros es así?, ¿por qué nos tenemos que esconder?
Pero aprovechando el espacio privado, decidí recompensar el miedo y lo abracé mojando su playera con lágrimas, le dije que lo amaba y que no me daba miedo decirlo en público.
Lo que me daba miedo era no verlo de nuevo.
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2 respuestas
Muy bonito texto, me conmovió mucho, es una historia tan real, gracias por escribir algo así de real y reflejar todos esos sentimientos de miedo a poder amar
Que bonito artículo, es muy íntimo y sincero. Que bonito lenguaje y narrativa.