CCH Oriente
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Pirueta 1
Tu retrato lo guardo,
aquellas mañanas de risa,
las noches de consuelo,
las tardes de trabajo.
Tardío es nuestro cariño,
viene y va, viene y está.
Quédate, dame todo,
mis brazos te esperan,
memorias blanco y negro no son,
ven y deja darle color a tu mañana.
Pirueta 2
Un vaso lleno y una taza vacía,
gota a gota el vaso se rompe.
El parpadeo en tus ojos llena mi taza,
gota a gota de café se desborda, tus ojos pierden color.
Por una taza llena, mientras aquel vaso se quebró,
tanta agua formó este lago que ahora nos divide,
pero ante la sequía de los años, la barrera frutos nuevos dejó,
junto al encuentro de trozos sanos.
La espera
Una voz secreta y confusa, cada anochecer escucho en mi balcón, me llamas o eso pienso, espero poder encontrarte. Sigo entre sueños a aquella mujer que me atesora y adoro más que a nadie, mientras entre un vasto campo se pierde, en la hierba alta. Entre las noches bajo la lluvia camino y me pregunto si estas cerca o si sigues pensando en mí.
¿Acaso me conoces? Te escucho y aguardo el día de nuestro encuentro. Pasan días y hasta ahora tres meses en los que le hablo al aire con la esperanza de que puedas escucharme. ¿Será que me oyes y me buscas? Pasados cinco meses los sueños han cambiado. Al fin, tomados de la mano corremos a un sauce llorón donde una pequeña puerta espera en su centro, no podemos llegar a ella. Dejar de perseguirte ya es un avance.
Nuestras caminatas comenzaban a desvanecerse, poco era lo que lograba recordar de ti, ya no sentía tu llamado, mi corazón sentía soledad y yo desesperanzado olvide a las pocas semanas nuestros encuentros pasajeros. Cotidianos fueron los días, y aburridas las noches sin ti.
Llegaron mis vacaciones y con ellas la inquietud de ver el mar, volví a mi ciudad natal, entré en contacto con mis recuerdos. Volví a sentir calidez, amor y esperanza, por fin estaba en casa.
Escuché nuevamente tu susurro que llamaba mi nombre una y otra vez, mis latidos se volvían más intensos con cada paso que daba a la orilla del mar. De pronto, un ruido sordo me abrumó, las olas, todo parecía haberse detenido.Fue ahí cuando te vi, unos pasos delante de mí, decidido a conocerte por fin, camine hacia ti.
Tu cabello largo y oscuro como la noche, un vestido blanco que te cubría y un pequeño anillo, que me era familiar, en tu meñique. Te tomé de la mano y de pronto dirigiste tu mirada hacia mí y con una cálida sonrisa me preguntaste–¿Por qué tardaste tanto?–.
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3 Responses
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Yo conozco a la autora, hola Fati 👋👋👋👋👋
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