Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón
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Ojos que me atrapan, mirada que duda y la piel en la que pierdo respiración. El frío no llegó y se guardó entre las manos con las que escribo, temblando, sobrevivientes de los infiernos de tu cuerpo.
En ti se desata todo, hasta lo que no puede ser atado, las lágrimas de mi ser, el fugaz silencio del aire que habitó en tus ayeres, el que se dejó de respirar después de tantos amores.
Corazones rotos escondidos bajo tu capa, constelaciones de polvo guardados como ácaros, entretejidos con los retales que solías ser.
Fugaz lluvia de otoño que decidió ser desierto para poder ser todo el tiempo que no fue, espinas marchitas que colorean tus jardines. Flores sin nombre que se escapan de tus muecas y terminan sin raíz ni semilla en las enredaderas y los enredos que soy.
En ella se desata todo, hasta lo que no puede atarse…
Perséfone
Notas vacías, golpes en mi pecho con sabor mordida, algo me absorbe y sospecho los cinceles son tus labios. Vacíos que se incrustan en mi cuerpo, en tu saliva el gélido respirar de un invierno sin sabor, colapsos de una flora que olvido respirar y crece entre lluvias que no caen, fríos que no duelen y besos que no saben.
Cicatrices huecas se acrecientan en mi piel y las cuales vas llenando con las raíces de flores insípidas hasta alcanzar la corteza de mis ojos, nublando sus nubes, absorbiendo el agua de sus tormentas. Opaco la luz de mis delirios.
Vacíos azules en los que me pierdo, contrastes y sombras de tu piel. En ellos me desgasto el alma, me vuelvo esclavo de un cuerpo inerte que sólo asiente al ritmo que tú le impones, fugaz deseo que no significa nada.
Un alma apagada la que absorbes en los inviernos de los que no vuelves, con besos que no saben, nubes que no llueven y fríos que no duelen.
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