Escuela Nacional de Trabajo Social
Escuela Nacional de Trabajo Social
¿Otra escuela es posible? El responder negativamente a esta pregunta sería asesinar la esperanza evolutiva que tiene el ser humano en aprender y mejorar el contexto en el que vive. Sin duda alguna respondería que sí, sé que es posible, y sumaría la necesaria creación de una nueva escuela.
Para empezar, vemos a la escuela con los preceptos equivocados y nos hemos convencido que su mejoría erradicaría los males que acosan a la sociedad. La escuela es una institución cuyo objetivo es promover el aprendizaje para la plena participación de los educandos en la vida social, comunitaria o familiar. Es menester de la sociedad reforzar los valores éticos y morales de los que desde hace un tiempo se deslindó y que cínicamente niega con su indiferencia.
¿Qué aprendizajes me dejó la escuela? Lo explicaré desde dos perspectivas, la mía, Ricardo Cortes Reyes de 19 años, y la de mi compañero y buen amigo Óscar Ortiz González de 31 años.
Óscar comentó que la estancia en la primaria fue acogedora, “podía ser él mismo” y convivir con otros niños. Más adelante, en la secundaria, reforzó la habilidad de mantener, procurar y crear nuevas interacciones sociales, ésta es la verdadera esencia de la experiencia. Sin embargo, como toda vivencia fructífera no desatiende su opuesto, Óscar me compartió que recuerda como una docente llegó a ejercer violencia física contra él, le “jaló el cabello”, lo que desencadenó la molestia de María de los Ángeles Gonzáles Martínez, su mamá, y la consecuente reprenda hacia la docente, misma que excluyó a Óscar con prácticas antiprofesionales de favoritismo hacia otros alumnos y compañeros.
Yo, por mi parte, recuerdo mi estancia en la primaria como una sensación estresante, no contaba con las mismas habilidades que mis compañeros, y llegué a sentirme inútil; me atrasaba con las tareas y a menudo no les entendía. Conforme avanzó mi educación, me integré con mayor facilidad; no obstante, en la secundaria, la situación cambió.
Al principio era todo nuevo y no llegué a estar solo, Germán Cortes Reyes, mi hermano mayor, estudiaba el tercer grado, dándome la tan anhelada seguridad que se busca en esa etapa y una orientación útil de actividades extra como un equipo deportivo o un club de lectura.
En la media superior (bachillerato), fui víctima de una exclusión social violenta por mi manera de pensar y de actuar, lo que me dejó con una mala experiencia del sistema al que alguna vez pertenecí. Agradezco y reconozco con todo mi ser la labor docente que me dio acompañamiento psicológico y motivacional, especialmente a los docentes Daniel Iván López y Padrón María Guadalupe, personas fundamentales en mi vida que me ayudaron a concluir esa etapa. A pesar de lo negativo, Óscar y yo coincidimos en que se mejoró nuestra capacidad autodidacta y concluimos que lo esencial no se aprende de un libro, no existe manual para aprehender las capacidades necesarias para socializar, expresar una idea, o pararte en público. Es como andar en bicicleta, la única manera de aprender es subiéndote a una, a pesar de sus dolorosas caídas.
A causa de estas experiencias, considero que una crítica al sistema educativo debe de abarcar las siguientes esferas:
Mejorar la enseñanza-aprendizaje. Es necesario que los docentes integren métodos para la enseñanza combinando la vieja escuela con la nueva escuela. En esencia, ¿quién no ha leído en una pantalla digital, y cuánto de lo que se ha leído ha sido reescrito en una hoja de papel con puño y letra?
Hay que darle visibilidad a los alumnos. Fomentar el espíritu participativo de los estudiantes. Puedo afirmar que las clases en las que los compañeros participan se hacen dinámicas e interesantes, llegando incluso a incentivar las interacciones sociales y tener horizontalidad docente-alumno.
Reforzar los valores. La escuela no es un lugar para “educar”. Sin embargo, considero que sí es una responsabilidad el reforzar los valores como el respeto, la empatía, el trabajo en equipo, la tolerancia y la honestidad para proporcionar aún más herramientas que ayudarán a los educandos a tener más posibilidades de éxito tanto en su vida profesional.
Cambiar la forma de evaluación. No es un secreto que el sistema de evaluación es a veces un fracaso, pone como énfasis el “aprobar” y no el “aprender”. Un sistema educativo que antepone los resultados al conocimiento, no enseña a pensar, sino a obedecer.
Decía Friedrich Nietzsche en la La genealogía de la moral: Un escrito polémico, “Sospecho que la situación va de mal en peor. La sociedad está decayendo hacia un prototipo de persona más cómoda, conformista, indiferente, ignorante endeble, miedosa y mediocre. Está es la mayor de las fatalidades.”
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