Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
Yo tenía tres años cuando él me cargaba sobre sus brazos. Estábamos en la escalera que daba a la puerta y antes de irse me dijo “eres mi princesa”. Se fue. Pude verlo frecuentemente algún fin de semana cada uno o dos meses por mucho, pero lo veía; algunas veces jugábamos, aunque la mayoría del tiempo me regañaba, era gracioso cuando hablaba acerca de mis calificaciones porque aparentemente iba mal (con un promedio de 9, inglés para ser específicos).
Cuando lo recuerdo digo: “¡Cómo diablos podías regañarme!”; pero siempre antes de irse me decía lo mismo, sus típicas palabras de despedida: “Eres mi princesa, no lo olvides”.
Quizá yo le metía de mi cosecha, ya que son recuerdos. Tenía 6 años, así que a final de cuentas pueden alterarse, se fue y me dejó con mi madre y mi padrastro, quien recuerdo que me dijo algo acerca de cómo lo llamaría: “No estas obligada a decirme papá, o decirme Alfonso que es mi nombre, también podrías llamarme señor”.
Estuve frecuentándolo hasta que tuve 6 años, después desapareció completamente. Pasó un año, aún recuerdo todas las tonterías que hice como por ejemplo cuando me salte la valla del patio de mi casa, que daba al baldío; tome dos mochilas repletas de ropa, y mi bicicleta. Creía que iba a sobrevivir de la nada, esto para ir a casa de mis tíos, por alguna extraña razón termine al otro extremo de su casa, dejando la mía como un punto intermedio.
Pasaron tres, y ya no había quien me dijera tu típica frase. Transcurrieron nuevamente 5 años y sólo pude verte dos veces, decirte que estuve 4 horas contigo fue mucho, ya que estuve cada día aproximadamente una hora y media. De una de esas reuniones hablaste con mi mamá para arreglar sus asuntos y te fuiste otra vez; pasó un año, tres años y cada día te odiaba más, porque me dejaste en un infierno donde era golpeada… me dejaste con mi padrastro.
Batallé tanto para que en realidad me aceptara pero aún así era imposible. Los golpes seguían: yo quería que me salvaras, aunque no cambiara el hecho de siempre decir te fuiste, te fuiste y lo único que me dejaste fue tu estúpida enfermedad, tu enfermedad y cada que me pongo mal por esta misma te recuerdo y te odio un poco más. Tenía 14 cuando me volviste a buscar y lo que más odie fue que me comparaste con mi madre, cosa que he odiado desde siempre, pero aún seguía queriendo que me salvarás.
Yo quería que tú fueras mi héroe pero crecí odiándote a ti, de vez en cuando a mi mamá y a mi padrastro por lo que vivía: yo creía que vivía en un infierno. ¿Sabes?, hasta Charlotte lo dijo en su libro: la persona que cuenta la historia se vuelve una víctima siempre. Vi que las personas me hacían daño o eso creía, te vi por última vez en aquella celebración que es muy conocida en este país.
Yo me preparaba mentalmente para decir que no me iba a doler. Pero supongo que después de todo es sangre y por el simple hecho de ser sangre duele, entonces llegue a la conclusión: Tú eres mi sangre obviamente iba a dolerme.
Claro está, se hizo responsable de mí toda mi vida o la mayor parte de ella, es patético porque estoy hablando con un espejo y me digo a mí mismo lo que me gustaría escuchar de alguien más, lo que no me atrevo a decirle a las personas lo que siento seguramente. Yo me creía especial por el simple hecho de decir: “Mi padre me abandonó, se fue cuando tenía 3 años me quedé con mi padrastro y mi mamá, me golpeaban y mucho”. Pero nunca me puse a pensar que hay personas que viven situaciones peores y no se quejan; yo quería ser el centro de atención de una forma muy estúpida… seguramente es, mi forma arrogante, esa que a veces me mete tantos problemas pero también me ayuda.
Vuelvo a decirte: Yo quería que tú fueras mi héroe, que me salvarás de lo que vivía. Pero he crecido y tengo puntos de vista distintos aún, no puedo decirte que te tengo en un altar porque no es así, aún tengo muchas cosas que expresar, seguramente lloraría pero no por dolor sino por coraje y resentimiento de todo lo que he guardado la mayor parte de mi vida, porque antes quería verte para reclamarte que me abandonaste, que ni un jodido abrazo pudiste darme, cuando lloraba mientras era pequeña, porque fuiste un ser ausente.
Es verdad que pasaron muchas cosas, es verdad que fui golpeada, y que te fuiste, pero ni tú ni ellos tienen toda la parte de responsabilidad, me digo esto porque quiero dejar de ser una víctima en mi propio cuento.
Pero ahora puedo decirte que ya no quiero que seas mi héroe, probablemente con un héroe tal vez me refería a alguien que actuaba con el one for all, o uno que fuese como Deku, o Kacchan, tal vez un superman que trabaja con kriptonita. Aún no he aceptado esta realidad que no me deja salir; aquí he tenido que batallar con mis pensamientos día tras día… no es fácil realmente, ha sido un verdadero infierno.
Lo leí en algún libro que no recuerdo exactamente, pero alguien decía: “Tú no puedes decidir en qué ambiente crecer o dónde nacer”. Según los religiosos, una persona elige a sus padres y a su familia; incluso el país y tu círculo de amigos que te rodea. Ya no quiero que nadie sea mi héroe. Voy yo, ahora es mi turno, voy a decidir de ahora en adelante, a decidir lo que quiero de mi vida y nadie me detendrá.
No puedo enterrar mi pasado,no es fácil y aunque realmente quisiera borrarlo hay una parte de mí, que aún le canta diciendo: “You locked yourself in the bathroom, lying on the floor when i break through i pull you in to feel your heartbeat, can you hear me screaming? Please don’t leave me come back I still need you let me, take your hand i´ll make it right I swear to love you all my life”.
¿Es patético no?, pero es parte de mi historia y a fin de cuentas siempre cargaré con ella. La diferencia es que ahora no la usaré para alimentar mi soledad, que a veces tan fuerte pega, si no que lo ocuparé para crecer como persona, y aprender de lo que fui, y que tratare de ya no ser más.
Por Armando Arteaga
Cuatro pasos infalibles para lograr la misiva perfecta
Por María Esther González Paredes
De las fronteras entre el cuerpo, el otrx y el universo
Por Diana Laura Yáñez Toro
Sobre el amor a las abuelas y las amistades que duran toda la vida
3 Responses
Que difícil, pero lo que viene adelante es sólo tu decisión, me identifico mucho con tu historia Xare. Y para mi también fue muy difícil pero uno decide que es lo que quiere vivir y cómo.
Es difícil aceptar tu presente, tu pasado y las ausencias, pero me encanto “Voy yo, ahora es mi turno, voy a decidir de ahora en adelante, a decidir lo que quiero de mi vida y nadie me detendrá”.
Al no poder regresar el tiempo,al no poder borrar el pasado, al no saber que será del futuro, solo queda vivir el presente. Deseo desde el fondo de mi corazón que tú presente, sea reparador y que tus heridas te permitan retomar tu vuelo y no detenerte nunca.