Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Tendré la vista muerta de mirar la sangre derramada. Mi pueblo se llena de gente extranjera que nos alza el precio de la guayaba, el tejocote y el maíz. Tengo negra el alma de tantas lágrimas hijas de pesadillas. Mi cuerpo tiene un alma que se pudrió antes de que naciera, y es por eso que mis ojos se volvieron transparentes de llorar tanto. Tengo la carita redonda, de color chocolate. Tengo dos cejas pobladas que le gustan a mi mami, y que mi hermana me dice parecen orugas. Tengo el pelo crespo, y entre mi cabello se esconden mis sueños. Tengo los ojitos color café de olla, dice mi abuelita. Tengo ojos solo cuando me mira mi abue, porque cuando veo mi pueblito con la sangre derramada y los precios que no alcanzan, tengo los ojos sin carne.
Mis ojos marrones se desvanecen con mi tierra. Mi tierra sólo fue mía cuando aún no nacía. Mi tierra fue mía una vez, cuando me acarician los ojos marrones y las manos indias de mis ancestras. Mi tierra fue mía hasta que nació mi madre, mi abuela, mi bisabuela y toda mi prole. Mi tierra fue mía hasta nos enteró el usurpador que se podía robar. Mi tierra fue mía cuando una de mi familia, en algún remoto rincón de la memoria, dijo —Es mi tierra. Fue así que mi Tierra fue destinada a ser mía cuando una de mi prole la vio por vez primera y se echó al pedazo de tierra húmeda que daba esperanza pa’ soñar. Mi tierra es mía por herencia de anhelos.
Hoy que nací mi tierra fue mía porque me la robó uno que fue un ladrón, que fue hombre malo, que fue un hombre que relinchó. Mi tierra fue mía porque es solo mía, ayer u hoy, cuando me cierra los ojitos mi mamá con un cantó pa’ dormir. Mi tierra vuelve a no ser mía cuando me acuerdo de que soy una niña que será mujer. Una mujer que no tendrá tierra. Una mujer que un día tuvo tierra, pero aún no había nacido. Soy una niña de oídos amplios cuando mamá me cuenta que nuestra familia tuvo tierra. Soy niña cuando mis papás me dicen que me aman. Soy niña cuando escucho a mis guajolotes correr por el patio de mi casa, que no es mi casa porque la tierra me la robaron hace mucho.
Soy con mi tierra un fue cuando escribo esto, porque deje de ser niña para volverme viento y pasarle por las orejas al usurpador de mi tierra. Busco y busco y al ladrón de tierras no lo encuentro. Al ladrón de tierra lo dejo de buscar, y mi pecho me pulsa tan fuerte que se me sale el corazón hecho colibrí. Mi corazón canta bonito y me dice que se va, que ya no vuelve, que se va. Mi corazoncito me deja suplicarle un deseo, y le pido le atraviese las orejas al ladrón de mi tierra, ¡No, de todas las tierras! Pa’ ‘así encontrarlos. Siento como me sopla la ventolina de oreja a oreja y me quedo sorda, y grito, pero ya no me escuché. Veo a mi mamá y le hablo. No me escuchó. Está sorda. Veo a abuelita, le hablo, está sorda. Veo al extranjero y por primera vez le hablo, es sordo. Veo a la primera de mi familia que sí tuvo tierra y también es sorda. ¿Fui yo la ladrona de tierras? Le pregunté a mi corazoncito hecho colibrí. Pero voló alto, alto y lejos, lejos. No sé si me escuchó porque su cantar ya no escucharé, y tampoco sabré si volverá, porque miré el sol directito, y los ojos se me fueron hechos vapor.
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2 Responses
Wow 😭❤️me encanto , gracias
Qué lindo comentario. Lo aprecio de corazón.