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Nuestra comunidad universitaria es muy amplia, conozcámonos más.
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Felipe García Vieyra

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Felipe García Vieyra. Estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Memorias mixtas perdidas en el reflejo de un baño

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

Historia de un “antimonumento” en la FCPyS

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Felipe García Vieyra

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

— ¿Cómo te sientes?

— Bastante nervioso, hay mucha gente. Vamos a esperarnos un poco a que los compañeros se vayan dispersando para que no nos interrumpan mientras pegamos los poemas y las fotografías.

— No te preocupes, cuando tú nos digas empezamos a colocar las cosas. Ya verás como todo saldrá bien.

— ¿Crees que tenga un impacto en la Facultad lo que vamos a hacer?

— Ni idea, de cualquier manera, ya estamos aquí. En el caso de que este proyecto funcione, imagínate que te hagan una entrevista sobre la elaboración de un antimonumento dentro de los Baños Mixtos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

— Seguramente estaría muy nervioso. Nunca creí llegar tan lejos al hacer este tipo de manifestaciones en las instalaciones, si bien no estoy dañando ningún inmueble, tengo miedo de las consecuencias que puede acarrear este proyecto.

— Mejor hay que ver que sucede. En vez, de perder el tiempo en tu mente plagada de pesimismos, prefiero que me platiques desde el principio la manera en que se te ocurrió este trabajo. Espera, al parecer ya disminuyó la aglomeración en los baños, hay que apurarnos antes de que entren más personas. De por sí, el olor que se encierra en este espacio no es nada agradable.

La creación de un antimonumento

A las 7: 00 de la mañana del día 11 de noviembre del año 2022, me dispuse a construir un proyecto enfocado en crear conciencia social a favor del feminismo dentro de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, específicamente en los Baños Mixtos del edificio A.                         El trabajo estaba encaminado a ser un experimento social para la materia de Comprensión de Textos y Expresión Oral, asignatura en la que cada alumno elaboraría una investigación de su propio interés, con el fin de obtener un marco teórico que contenga sus objetivos y los resultados que fue percibiendo a medida que se desenvuelve en su trabajo de campo.

En este sentido, pretendí desarrollar un antimonumento en el espejo del baño, colocando fotografías y textos en los cuales que se enmarcan los feminicidios que habían tenido lugar en México y principalmente en la UNAM. Por igual, tenía contemplado añadir flores y velas como una muestra de respeto hacia las víctimas. Inclusive invitaría a compañeros y amigos para cubrir en su mayoría el espejo. Antes de dar inicio al trabajo, necesitaba plantear la idea en una clase, y con mis allegados de confianza.

La primera clase que tenía durante ese día era Comprensión de Textos y Expresión Oral, materia en la que me sentía muy cómodo al hablar de mis propuestas o nociones que tenía sobre un tema. Con un cierto aire de inseguridad, me acerqué a la profesora para platicarle de mi proyecto, el cual estaba relacionado con la clase. Amablemente me dio la oportunidad de comentar la propuesta frente al grupo, en esos instantes lo que tenía pensado decir se me había olvidado por completo, ya que las miradas de los presentes eran intimidantes y algunos no prestaban atención: estoy casi seguro de que ni siquiera se enteraron de que había pasado al frente del salón.

En contraste, seguí hablando a pesar del poco interés que la mayoría me prestaba.                         Hice hincapié en la fecha en la que nos veríamos para pegar los escritos en el espejo, el lunes 14 de noviembre sería el día predilecto para construir colectivamente el antimonumento. Alrededor de seis personas decidieron apoyarme, al final de la clase me sonrieron y me aseguraron su presencia para la elaboración del proyecto; de eso a nada, yo valoré su participación y su disposición para ayudarme.

La siguiente clase comenzaría en unos minutos, por lo que apresuradamente me dispuse a visitar el Baño Mixto. No había nadie a mi alrededor, me encontraba completamente sólo mirándome al espejo, en cierto punto dejó de importarme el olor que provenía de los excusados, aunque faltaban ya tres días para comenzar con el proyecto. Mi mente generaba distintos escenarios, uno en el que los involucrados me ayudaban con la actividad y al final generaba un cambio en la comunidad de la Facultad, transformando el inmobiliario en un “antimonumento”. O bien, otro en que ninguna persona se presentaba a la hora asignada y el proyecto jamás trascendería, llegando a la conclusión de que, para crear un antimonumento se debe de difundir la propuesta en medios digitales y correr el riesgo de involucrar a grupos activistas con otro tipo de intereses. Más tarde, redactaría la propuesta para que no se les olvidará a mis compañeros que el lunes requería de su participación para cubrir el espejo. Recalcando que el objetivo era generar un interés en los alumnos y personal administrativo de la Universidad.

En síntesis, esta fue mi propuesta de proyecto: “Memorias mixtas perdidas en el reflejo de un baño”

La función del proyecto consiste en que cada compañero del salón de clases e interesados, elaboren un breve escrito dirigido a todas aquellas mujeres que han sido víctimas de acoso, o en su caso, de feminicidios. En este sentido, pueden traer un escrito que englobe algún poema, un pensamiento de lo que está pasando en México, el nombre de alguna chica que haya sido vinculada a casos de feminicidios. Inclusive pueden colocar una denuncia anónima. Esta actividad se desarrollará el lunes 14 de noviembre, a la 1:00 de la tarde, en los baños mixtos del Edificio A.

Los textos serán colocados en el espejo del baño, el objetivo es cubrirlo en su mayoría. Al finalizar la actividad se tomarán fotografías para incluirlas en el trabajo de investigación de la materia Comprensión de Textos y Expresión Oral. Agradecería mucho su asistencia a esta actividad: pretendo que la comunidad de la Facultad también se interese en colocar alguna nota. O algún detalle para todas aquellas mujeres que han sufrido de violencia de género.

Tal vez la actividad no genere un impacto en la comunidad universitaria, pero resulta interesante llevar a cabo este tipo de acciones para despertar cierta conciencia social con lo que está sucediendo en México.

Un mensaje de notificación se envió a través del grupo de WhatsApp, en el cual hay 50 asistentes, de los cuales 5 reaccionaron a mi publicación. Independientemente de la decepción que sentía de la poca recepción que había recibido mi proyecto, busqué la ayuda de amigos externos a la Facultad, aunque pertenecientes a otras instalaciones de la Universidad. Bien dicen que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de las manos, es decir, solamente conseguí el apoyo de cinco amigos. En total, tenía el apoyo de diez personas. Era demasiado tarde para retractarme, tenía que seguir con el proyecto, pues relativamente había involucrado a un gran grupo de estudiantes.

Las postrimerías del miedo

Durante la noche de ese mismo día salí con una amiga a tomar algo, le platiqué de mi proyecto de investigación y todo lo que estaba sintiendo al aventurarme a desarrollar un antimonumento. De verdad me aterraba que nos llevaran a jurídico por este tipo de acciones o que otros estudiantes se adjudicasen estas acciones para politizar a los Baños Mixtos.

— No creo que haya represalias en tu contra. Lo que estás haciendo es un gesto muy bonito, claro que se puede desviar el interés de tus intenciones, aunque eso sucederá únicamente si no controlas a tu grupo. Para eso debes de saber dirigir, y que no te vean titubear.

— ¿Y si no va nadie?

— Procrastinar no te va a ayudar en nada. Siéntete seguro de que habrá personas que te apoyarán.

Al regresar a mi casa, mis pensamientos recaían nuevamente en los riesgos de cubrir un espejo. Constantemente pensaba en que pude haber elegido un trabajo más sencillo, debido a que era la única persona de la asignatura que había pedido ayuda de terceros para realizar un proyecto. Estaba poniendo en riesgo a mis compañeros de que los tacharan de provocadores, cuando ni siquiera eran sus intenciones. En su cortesía por querer ayudarme podrían resultar afectados, y el trabajo quizás no consolidaría ninguna motivación en la Facultad. Con el paso del tiempo, además, se olvidaría quienes dejaron esas flores, y de quienes eran esos nombres.

El pegamento que une las fotografías y los escritos al espejo parece ser una terrible analogía de que las mujeres a las que amamos se están esfumando en el desagradable reflejo de una realidad social consumida por la violencia. Además, me quejo de lo convencional y estoy cayendo en las dicotomías del cliché: un estudiante de Comunicación que pretende cambiar a la gente que lo rodea, cuando no puede resolver ni siquiera sus problemas personales.

Por otra parte, en el preciso instante en que entregué mi reporte de investigación a la profesora para una posible revisión, me reconfortó con un “lo intentaste”, esas palabras que definen perfectamente a mi proyecto. Las sugerencias no se enfocaron en la acción de insistir para concretar el antimonumento, más bien, eran correcciones en la ortografía o en el manejo de palabras menos técnicas para que los lectores que deseen indagar en mi investigación, para que puedan entender sin problemas qué es lo que quiero decir. Posiblemente, el egocentrismo de la narración de los eventos sea tan complejo que no comprenderán que quería demostrar con pegar papeles en un espejo, y colocar veladoras.

Desarrollar mis pensamientos en un trabajo tan confuso como salir a explicar lo que quería demostrar, y por qué es importante crear conciencia en las generaciones más jóvenes de las aterradoras consecuencias de lo que implica que secuestren a una amiga o que asesinen a tu madre. Buscando la opinión de otros profesores, me encontraré con múltiples acusaciones que consolidaron la concepción de respeto hacia al lector.

Ahora me doy cuenta de que el error de considerar a los lectores más inteligentes que uno mismo, es similar al de pensar que una persona, al visualizar un antimonumento, llegue a comprenderlo para reflejar la realidad en México. Al final, qué puedo esperar de esas personas que te plantean aquella odiosa pregunta al ver que, estás pintando los monumentos para denotar el nombre de los violadores y el de las mujeres que fueron víctimas de feminicidio: ¿te gustaría que lleguen a tu casa y empiecen a pintar de la nada tu patrimonio?

En otro orden de ideas, llegó un punto en la madrugada, en el que dejé de sobrepensar las cosas, y acepté las consecuencias de lo que podía pasar.

Baños mixtos

A las tres clases que tenía asignadas para ese día lunes, no les tomé importancia, estaba atrapado en las inseguridades y en el miedo del proyecto. Al llegar la una de la tarde, tres amigos me acompañaron a los baños mixtos para ayudarme a colocar las cosas que conformarían al antimonumento, para mi sorpresa, detrás de nosotros se integró un colectivo de compañeras, las cuales nunca imaginé su asistencia al evento. De hecho, las personas que habían prometido ayudarme, no se presentaron ese día, supongo que tendrían sus razones.

Me resultó inverosímil creer que estas compañeras respondieron a mi llamado, cabe mencionar que, en todo momento estuvieron presentes a lo largo del trabajo con la mejor disposición para ayudarme. Más tarde, se integraron dos amigos, de esta manera, en conjunto colocamos los objetos y logramos crear un pequeño antimonumento. Sentía orgullo por lo que había conseguido: en verdad estaba agradecido con los involucrados que me apoyaron, a pesar de ser un proyecto arriesgado, se dieron el tiempo para generar un cambio en un espacio en el que frecuentemente se pretende crear consciencia.

Al día siguiente, las flores, los papeles y las veladoras desaparecieron. Me atrevería a decir en un tono lúdico que, el espejo se había tragado las cosas que lo rodeaban. La única prueba para confirmar que había realizado el proyecto eran una serie de fotografías que mostraban paso a paso, el proceso para llevar a cabo el antimonumento, y a las personas involucradas en la actividad. Finalmente, la experiencia me enseñó que en ocasiones vale la pena arriesgarse para conseguir lo que deseamos, sin dejar de lado que, en el camino pueden presentarse ciertos obstáculos, y en nuestras manos está afrontarlos con los recursos que tenemos disponibles, especialmente combatirlos con las personas que nos rodean.

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