En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Ángel Carmona Mercado / CCH Azcapotzalco
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Ana Cecilia Hernández González

Facultad de Medicina

Me llamo Ana Cecilia Hernández González, tengo 20 años y estudio medicina en la Facultad de Medicina. Mis principales gustos e intereses además de lo que tenga que ver con mi carrera, tienen que ver con la industria musical, principalmente tengo cierto interés por la historia de bandas o cantantes, así como el contexto de canciones o álbumes musicales.

Médicos, tatuajes, piercings y colores

Número 14 / JULIO - SEPTIEMBRE 2024

A pesar del tiempo, aún persiste la estigmatización a lxs estudiantes de medicina

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Ana Cecilia Hernández González

Facultad de Medicina

A lo largo del tiempo, el tatuaje, así como las perforaciones y la forma del cabello han sido herramientas para expresar situaciones e identidades individuales y colectivas. Dibujar, perforar y transformar el cuerpo es una forma de comunicar a la sociedad experiencias y significados, por eso, esas expresiones han estado presentes en la sociedad desde la época del antiguo Egipto, donde tenían fines místicos, espirituales y curativos. 

Los tatuajes han tenido diferentes connotaciones según la cultura en la que se han practicado, un ejemplo es que durante le época romana antigua los dibujos grabados en la piel se usaban para estigmatizar a criminales, posteriormente, debido al cristianismo, los tatuajes empezaron a relacionarse con el diablo. Durante la época feudal, se marcaba el cuerpo para “identificar” a los esclavos y, años después, con la llegada de los caballeros templarios, el grabado de la cruz en la piel se utilizó para identificar el deseo de recibir sepultura cristiana. En las sociedades mesoamericanas, los tatuajes, las perforaciones y el cabello representaban valentía, protección, experiencias de vida y espiritualidad. Como pueden ver, es una pena que la sociedad contemporánea haya elegido preservar ciertos estigmas sociales de las antiguas culturas occidentales. Durante los inicios de la medicina, las personas que se dedicaban a esa área no eran las favoritas de la sociedad, pero al menos estaban un poco más reivindicadas que aquellos que comenzaron a practicar la cirugía, que –según se dice– eran considerados carniceros y condenados por la religión cristiana. 

Hasta hace algunas décadas, las personas tatuadas o perforadas eran vistas como incomprendidas, violentas, sin educación, que de seguro andaban en malos pasos y cuyo destino sería la cárcel. En contraste, la persona dedicada a la medicina ha sido visualizada como figura de autoridad, de confianza y paternalismo, capaz de cambiar el destino fatal de los enfermos, por lo que esa percepción tenía que verse reflejada en su apariencia física, desde que fuera hombre hasta tener la bata blanca impecable y bien planchada, por lo que no tenía cabida ser mujer, tener el cabello largo, no ser blanco o, por supuesto, tener tatuajes o perforaciones. 

Aunque actualmente, la situación se ha mostrado con mayor sutileza, ¿de verdad la discriminación a la comunidad médica con tatuajes, perforaciones y cabello teñido se ha terminado?, ¿los estudiantes de la carrera de medicina ya no son “persuadidos” para evitar portar tatuajes o realizarse perforaciones?, ¿ya se acabó la estigmatización a los estudiantes de esta carrera que tienen dichas características? A continuación, se presentan testimonios anónimos de algunos estudiantes de la carrera, así como de pacientes y doctores que cuentan sus experiencias respecto al tema:

 

  1. “El doctor que tenía en anatomía me ignoraba siempre que quería participar, saltaba mi nombre de la lista y cuando participaba siempre me decía que estaba mal o simplemente ni caso me hacía. En ese tiempo yo tenía el septum y mi cabello color naranja.”   
  2. “A uno de mis compañeros que traía septum le dijeron que se lo quitara, obvio no hizo caso porque le dijo al doctor que su aspecto no interfería en nada con su trato a los pacientes ni en su conocimiento. Ya no le dijeron nada.”
  3. “Hubo una profesora en la universidad que dijo que si quieren ser doctores deben lucir bien, no andar con sus cosas, así nadie los iba a tomar en serio.”
  4. “A mí la verdad no me han dicho algo directamente, pero sus miradas lo son todo, tengo dos perforaciones y siempre es súper notorio cuando se les quedan viendo ya sea en las rotaciones, los pacientes o hasta en el transporte público. Recuerdo que al inicio la doctora Sede nos dijo que no se podían usar y yo hasta pensé en quitármela, aunque se me cerrara una, pero no, ni madres, me gustan, no le hacen nada a nadie y debería dejar de verse como algo que no va con un doctor.”
  5. “Un día la Subjefa de Enseñanza me tomó con fuerza del brazo y me dijo que era la última vez que me veía con un piercing en la oreja. Obviamente me asusté, pero ya era la tercera vez que me molestaba con el mismo tema y esta vez decidí confrontarla, ya que no considero que mi práctica clínica esté interferida por una perforación que tengo en la oreja derecha. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue mencionar que la compañera que iba con ella también tenía aretes y a ella no le decía absolutamente nada. Pude ver cómo su cara se ponía roja y llena de odio. No le quedó más que amenazarme diciendo que me daría de baja a mí y a todo mi grupo si es que no la obedecía. Obviamente no hice caso y durante todo el semestre seguí llevando perforaciones.”
  6. “Pues para empezar realmente hay de todo, hay doctores que les parece algo súper mal y otros que hasta me han chuleado. En primerito, mi doctora  de embriología decía estar preocupada porque no me iban a contratar en ningún lado. En segundito, uno de mis doctores de farmacología dijo: ‘no se ve profesional y es un desperdicio de dinero’. En ‘tercerito’, mi Dra. Sede me pedía cubrirlo para que los pacientes no me ‘juzgaran’, pero creo que eso decía más de ella que de los pacientes.”

 

La historia de muchos de los estudiantes de la carrera de medicina nos dice que la estigmatización y la discriminación a estudiantes que portan tatuajes, perforaciones y el cabello teñido sigue presente, aunque es menos notoria. La mayoría de los comentarios despectivos fueron hechos por personas de mayor edad, y no es sorpresa ya que crecieron en la época donde se les indicaba que únicamente las personas que habían estado presas realizaban estas prácticas, por lo que relacionaron los tatuajes con violencia y holgazanería. Sin embargo, hoy en día, la brecha generacional ya no puede seguir siendo una excusa para perpetuar comportamientos de violencia y discriminación, por lo que estamos obligados a reflexionar y cambiar nuestros prejuicios con el objetivo de dar prioridad al mantenimiento del respeto y la tolerancia, para que, de esta forma, el estudiar o ejercer una carrera no tenga que significar renunciar a la expresión de la identidad individual.   

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