Facultad de Medicina
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A lo largo del tiempo, el tatuaje, así como las perforaciones y la forma del cabello han sido herramientas para expresar situaciones e identidades individuales y colectivas. Dibujar, perforar y transformar el cuerpo es una forma de comunicar a la sociedad experiencias y significados, por eso, esas expresiones han estado presentes en la sociedad desde la época del antiguo Egipto, donde tenían fines místicos, espirituales y curativos.
Los tatuajes han tenido diferentes connotaciones según la cultura en la que se han practicado, un ejemplo es que durante le época romana antigua los dibujos grabados en la piel se usaban para estigmatizar a criminales, posteriormente, debido al cristianismo, los tatuajes empezaron a relacionarse con el diablo. Durante la época feudal, se marcaba el cuerpo para “identificar” a los esclavos y, años después, con la llegada de los caballeros templarios, el grabado de la cruz en la piel se utilizó para identificar el deseo de recibir sepultura cristiana. En las sociedades mesoamericanas, los tatuajes, las perforaciones y el cabello representaban valentía, protección, experiencias de vida y espiritualidad. Como pueden ver, es una pena que la sociedad contemporánea haya elegido preservar ciertos estigmas sociales de las antiguas culturas occidentales. Durante los inicios de la medicina, las personas que se dedicaban a esa área no eran las favoritas de la sociedad, pero al menos estaban un poco más reivindicadas que aquellos que comenzaron a practicar la cirugía, que –según se dice– eran considerados carniceros y condenados por la religión cristiana.
Hasta hace algunas décadas, las personas tatuadas o perforadas eran vistas como incomprendidas, violentas, sin educación, que de seguro andaban en malos pasos y cuyo destino sería la cárcel. En contraste, la persona dedicada a la medicina ha sido visualizada como figura de autoridad, de confianza y paternalismo, capaz de cambiar el destino fatal de los enfermos, por lo que esa percepción tenía que verse reflejada en su apariencia física, desde que fuera hombre hasta tener la bata blanca impecable y bien planchada, por lo que no tenía cabida ser mujer, tener el cabello largo, no ser blanco o, por supuesto, tener tatuajes o perforaciones.
Aunque actualmente, la situación se ha mostrado con mayor sutileza, ¿de verdad la discriminación a la comunidad médica con tatuajes, perforaciones y cabello teñido se ha terminado?, ¿los estudiantes de la carrera de medicina ya no son “persuadidos” para evitar portar tatuajes o realizarse perforaciones?, ¿ya se acabó la estigmatización a los estudiantes de esta carrera que tienen dichas características? A continuación, se presentan testimonios anónimos de algunos estudiantes de la carrera, así como de pacientes y doctores que cuentan sus experiencias respecto al tema:
La historia de muchos de los estudiantes de la carrera de medicina nos dice que la estigmatización y la discriminación a estudiantes que portan tatuajes, perforaciones y el cabello teñido sigue presente, aunque es menos notoria. La mayoría de los comentarios despectivos fueron hechos por personas de mayor edad, y no es sorpresa ya que crecieron en la época donde se les indicaba que únicamente las personas que habían estado presas realizaban estas prácticas, por lo que relacionaron los tatuajes con violencia y holgazanería. Sin embargo, hoy en día, la brecha generacional ya no puede seguir siendo una excusa para perpetuar comportamientos de violencia y discriminación, por lo que estamos obligados a reflexionar y cambiar nuestros prejuicios con el objetivo de dar prioridad al mantenimiento del respeto y la tolerancia, para que, de esta forma, el estudiar o ejercer una carrera no tenga que significar renunciar a la expresión de la identidad individual.
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