Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 2
“Quiubole”, “carnal”, “chale”, “wacha”, “gacho” y demás palabras, son malas palabras, o eso dice mi maestra Isabel, esa vieja enojona que de seguro no tiene vida propia y por eso se mete tanto en la nuestra. Apenas hace dos semanas que llegó aquí y ya se cree la dueña de la escuela. Ninguno de nosotros la queremos, nosotros queremos a la maestra Malinalli de regreso, nosotros sabemos que lo que queremos es imposible, ¿cómo revives a tu maestra muerta para que te dé clases otra vez?
En fin, ¿en qué estaba?, ah sí, en las “malas palabras”, la vieja esa dice que tengo que hablar “correcto”, que esas palabras sólo demuestran más mi ignorancia, que se me nota más lo indio y cuando me lo dice hace una carota de asco y sacude su mano como si trajera mugre, la muy canija. Y mira, que yo sepa soy de México, no de India. Soy Yoltic, soy indígena, no indio y esa dizque maestra al parecer no sabe la diferencia, la maestra Malinalli sí la sabía, ay cómo la extraño.
Ella nos enseñó a hablar el español, a escribirlo, a leerlo, decía que como en las escuelas de México no hablaban náhuatl, de alguna u otra forma tendríamos que aprender a hablarlo, ah, pero eso sí ¿eh? Ella siempre nos dijo que no teníamos, no, perdón, que no debíamos dejar de hablar nuestra lengua. Extraño eso, ella nos hacía sentir orgullosos de nuestra identidad, de nuestro origen, de nuestra lengua, de nuestra tierra. La gente como la maestra Isabel odia que nos sintamos orgullosos de todo eso, será porque son, ay, ¿cómo dijo la maestra Malinalli que eran?, ¿ratitas?, no, ay quién sabe, pero pus son gente que odia a gente como yo.
Hace mucho no escribía aquí, me daba harta tristeza. Este diario nos lo dio Malinalli. Ya no le voy a decir maestra, porque, aunque era toditita formalidad, ella era amiga, ella nació y creció en la misma Tierra que yo, sí se fue, pero pus se fue a estudiar y regresó a ser maestra de aquí. En fin, te digo que hace mucho no escribía aquí, desde su entierro. Fue hace como un mes. Lloré mucho, lloré durantes tres días, nunca me imaginé que podía llorar tantísimo, de veras, lloraba mientras comía, mientras le ayudaba a mi ‘apá a recoger la cosecha del maíz, lloraba mientras dormía, en fin, lloraba. Un día mi ‘amá se hartó y me dijo “Yoltic, yastuvo, ya no chilles, tu maistra yastá mejor, en paz”. Y pus dejé de chillar, no le creía a mi ‘amá con eso de que estaba en paz, pero pus tengo que hacerle caso.
La gente de la comunidad piensa que los niños somos mensos, que por tener diez, once, doce años, no sabemos qué pasa. Piensan que no sabemos por qué se murió Malinalli, pero sí sabemos, nos dicen que le dio no sé qué en el corazón, pero nosotros sabemos que no es la verdad, nosotros sabemos que le hicieron cosas malas y luego la mataron. Sabemos que la mataron porque era maestra.
Una vez me tocó escuchar cómo uno de los tipos malos le pegaba y le gritaba “O te pelas de aquí o ya sabes qué te pasa, deja de estar quitándonos a los niños, quién chingados va a trabajar para nosotros si a todos los estás mandando a la ciudad, pendeja. O le bajas o amaneces fría”. Yo me asusté un chorro, el señor gritaba muy feo y decía muchas groserías y pus salí corriendo, luego, luego le fui a contar a mi primo Tonatiuh, es el más grandote de todos mis primos. Me dijo que no le contara a nadie, que era lo que me convenía. Yo quería ayudar a Malinalli. Ese señor le quería hacer daño nomás por ser maestra y ayudar a los niños a llegar a la escuela. Le hice caso a Tonatiuh.
Por eso chillé tantísimo, si le hubiera dicho a mi ‘apá lo que escuché, Malinalli no estaría muerta, nosotros no tendríamos que estar aguantando a la vieja gruñona esa, yo podría seguir hablando mi lengua en la escuela y hablando español como yo lo hablo. Si no le hubiera hecho caso a Tonatiuh todo sería mejor. También por eso volví a escribir, ¿a quién más le puedo confiar esto tan gacho que guardo? A nadie, nomás a ti, bueno a estas hojas, pero pus es más chido imaginar que le escribo a un amigo. Bueno, ya me tengo que ir, me están llamando para comer.
Ah, sí, al final espero que esta mentira no me haga gacho mi corazón, Malinalli decía que las mentiras no sólo le hacen daño a la gente a las que se las decimos, también nos hacen daño a nosotros, a nuestros corazones. Yo creo que le fallé en todo a mi maestra.
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Nada como un buen viaje para despertar y quitarse las cadenas
2 Responses
Excelente cuento, pícaro, divertido y con un bonito mensajes Felicitaciones y mucho éxito.
Me puse sentimental después de leerlo, refleja varias situaciones que suceden en el país de una manera tan natural. 20/10 y GOD.