CCH Vallejo
CCH Vallejo
Aquella noche no atendí el teléfono, el sueño me venció y no escuché el sonido de la llamada entrante. Al despertar, me dijeron que estabas en el hospital.
Las probabilidades eran pocas, pero mi esperanza era mucha, al pasar los días no había noticias nuevas. Sólo más de lo mismo: ‘’Sigue igual’’ o ‘’no hay muchos cambios en su salud, será muy difícil que se recupere’’. No podía sentirme mejor cada vez que me decían aquellas palabras.
Una tarde soleada de verano mientras buscaba distraerme mirando una película, recibí aquella noticia. Ese día al despertar jamás imaginé que me sería arrebatada una parte de mí antes de que cayera el sol. No supe cómo reaccionar, corrí, grité, lloré, y caí en cuenta que jamás te volvería a ver. Me daba rabia saber que tus últimos días en la tierra habían sido en una triste y desolada habitación de hospital, y conectado a un sistema artificial de respiración, luchando por quedarte, pero tu cuerpo no pudo resistir, te defendiste en aquella pelea, pero la enfermedad golpeó más fuerte.
Nuestro último encuentro sería en la salida de aquella autopista que te traería de regreso a casa, no regresarías en cuerpo, solo en cenizas. Mientras esperaba en el auto tu llegada, mi mente divagó e imaginó cuando aquel auto descendería de la autopista, se estacionaría y bajarías del asiento del copiloto diciendo ‘’estoy bien, ya he regresado’’. Pero no.
Mientras recorríamos las calles del lugar donde creciste, rumbo al cementerio, pude visualizar todos y cada uno de los momentos juntos que compartimos, y pensar que ya no me harías el nudo de la corbata una vez más porque yo nunca aprendí, no me harías prometer que iría a trabajar contigo si iba a esa fiesta, no íbamos a ir de paseo juntos nunca más. Pude sentir como una lágrima tras otra salía de mis ojos, probablemente en aquel momento lucía fatal, pero por dentro puedo asegurarte que me sentía peor, no soportaría la pérdida de alguien más, y pensar que a quien sea que mirara de mis seres queridos podría ser el siguiente, por culpa de aquella enfermedad que llegó sin previo aviso. No me daba ningún consuelo.
¡Lamento no haber respondido el teléfono esa noche!, ¡lamento no haber llamado nunca!, y ¡lamento que te hayas ido en contra de tu voluntad! Pero vida, ¡por lo qué más quieras!, ¡por favor! No me hagas volver a estar en una fila de autos con luces rojas camino al cementerio¡nunca más!
La llegada del virus covid-19 afecto a demasiadas familias y lo sigue haciendo sumando más muertes día a día en nuestro país, ya ha pasado casi dos años desde que comenzó la pandemia y el virus sigue, debemos ser resilientes, no bajar la guardia y seguir cuidándonos, para así mirar hacia un futuro donde estemos nosotros y los que queremos.
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Una respuesta
Es algo demasiado bonito, me siento orgullosa y admiró mucho a la persona que lo ha escrito..
Me gustaría que todos nos valoraramos de igual manera y tengamos amor propio y por los demás