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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Ana María López García / Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
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Sandra Berenice Rojas Silverio

Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón

Periodista en formación, convencida de la labor social de esta profesión; nefelibata y lectora ávida porque el mundo no basta.

Las mártires de la cancelación

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

En el ciberespacio se ha normalizado ver a las mujeres como objetos y no como sujetos de derechos

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Sandra Berenice Rojas Silverio

Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón

Imagina que estás navegando tranquilamente en internet, reaccionando a los memes del momento en Facebook, contestando DM en Instagram, dándole retweet a la última publicación polémica, cuando te das cuenta que han compartido un vídeo íntimo tuyo en redes sociales; video que ya tiene miles de reacciones, compartidos y comentarios donde te etiquetan despectivamente.

Comienzas a ser criminalizada: recibes mensajes insultándote, solicitudes de amistad de hombres que te piden sexo, puedes sentir las burlas de todos a tu alrededor, ganas de desaparecer y entonces te preguntas, ¿cómo es que ese video se publicó si lo enviaste a una persona de confianza? No hay duda, eres tú… reconoces tu cuerpo: los lunares en tus piernas, la cicatriz en el abdomen… Tu cuerpo pasó del ámbito privado a ser de dominio público al ser expuesto y exhibido con el propósito de deshonrarte; ese cuerpo femenino para el que históricamente existen mecanismos de vigilancia, para controlar así la vida de las mujeres, convirtiéndolo en un campo de batalla donde la humillación y el maltrato son directamente proporcionales a la libertad de decidir.

“Estás vendada de ojos, ni siquiera sabes por qué te están golpeando: toda la gente te dice que es porque tú tuviste la culpa por tener sexo, como si tener sexo fuera un crimen, como si las mujeres no tuviéramos derecho a la dignidad”, dice Olimpia Coral Melo, activista y fundadora del Frente Nacional para la Sororidad.

Difundir imágenes y videos íntimos sin consentimiento es una de las modalidades de violencia digital. Olimpia fue víctima de esta modalidad como lo son 9.4 millones de mujeres en México, de las cuales el 24.2 por ciento recibieron amenazas relacionadas con la publicación de información personal en internet, de acuerdo con el Módulo de Ciberacoso del INEGI (2019).

Vergüenza y miedo son los sentimientos que imperan en las víctimas de violencia digital: no saben qué hacer, ni tienen certeza de que alguien tenga sororidad, la culpa las invade. Afortunadamente para Olimpia su madre le ayudó a reivindicar su identidad y dignidad, pero lamentablemente eso no pasa en todos los casos porque la sociedad, amigos y familia muchas veces las “cancelan” por su comportamiento “inmoral”.

La cultura de la cancelación denuncia errores, exige rendición de cuentas sobre aspectos de la vida privada que se vuelven de interés público; ya sea cuando a través de la libertad de expresión se incita al odio, comportamientos inmorales o se dañan “las buenas costumbres”.

“No todas las jóvenes tienen la ventaja de tener una madre como la mía, que me apoyó en estos momentos tan duros; la mayoría son rechazadas por sus familias, en sus centros de estudio o trabajo por el simple hecho de tener una vida sexual”, explica la citada activista.

Sólo bastan los segundos que tarda en cargar tu contenido íntimo en internet para que tu nombre pase a estar en una lista negra que te impida acceder a oportunidades sociales y laborales: todo lo que se dice de ti tiene el propósito de aislarte socialmente.

De este modo, la cultura de la cancelación se extiende más allá de las redes sociales, migra al mundo real, con el objetivo de obtener satisfacción al derribar a alguien manchando su imagen por medio de la vergüenza y el señalamiento con el dedo que busca castigar y hacer sufrir. A este respecto, Olimpia menciona que se ha normalizado en el espacio online ver los cuerpos de las mujeres como objetos y no como sujetos de derechos, lo que hace que esta visión se perpetúe en la realidad.

El “Informe de violencia en línea contra las mujeres en México”, publicado en 2017 por la colectiva feminista Luchadoras, señala que, cuando se difunde en internet este tipo de contenido, la conversación social pública que se da en redes sociales es de carácter violento a través de estrategias como: hashtags que promueven la violencia contra las mujeres y un alto contenido de “memes” o chistes, así como burlas que generan miles de impresiones.

“La gente no tiene idea de lo que causa este tipo de violencia; es como si te violaran sin penetrarte, no te viola una sola persona, te violan todos con cada like, compartir, me divierte e interacción”, cuenta la fundadora del Frente Nacional para la Sororidad.

Según el informe de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) de 2014, los daños reportados por mujeres que vivieron violencia relacionada con las tecnologías son daño emocional y psicológico (33%), perjuicios y daño a la reputación (20%), también causan pérdidas económicas, plantean barreras a la participación en la vida pública: limitaciones de la movilidad (4%), pérdida de la identidad (3%), censura (2%) y pueden conducir a otras formas de violencia (daño físico (13%).

Además, por medio de un discurso repetitivo, resentido e inculpador, los acusadores satanizan, cuelgan etiquetas incendiarias, siempre jactándose de su superioridad moral, pero no tienen reparo en ver que son ellos mismos los que a través de la burla se convierten en delincuentes al difundir el contenido en el espacio virtual.

Cuando Olimpia entró al Palacio Municipal de Puebla en marzo de 2014 para exigir una reforma a la ley para que se castigara a toda persona que difundiera contenido sexual íntimo sin consentimiento, todos los que estaban presentes empezaron a cuchichear, eso no la intimidó, al contrario, le dio más fuerza para denunciar la injusticia de la que era víctima les dijo:

一Soy Olimpia, “la gordibuena de Huauchinango” es mi video sexual y hay más víctimas de este tipo de violencia.

Seguido de eso demostró con capturas de pantalla que algunos de los que estaban ahí habían compartido y dado like a su video en redes sociales.

一Ustedes son los delincuentes, no yo, a mí ya no me da vergüenza tener dos senos, a mí ya no me avergüenza vivir mi sexualidad.

Las mujeres, no deberíamos ser las mártires en la cultura de la cancelación. Como sociedad debemos cuestionar la difusión y producción de estos contenidos, que se convierten en una huella digital que persigue toda la vida a quien es víctima de esta modalidad de violencia.

“Al igual que un cáncer vives todo el tiempo con miedo de que esa célula cancerígena vuelva a ti en unos años, meses, décadas… tienes miedo de que en cualquier momento alguien te diga: ‘oye vimos tu video sexual’, tenemos derecho a borrar esta huella digital patriarcal que le han hecho a las mujeres, ¿por qué las mujeres tendríamos que vivir nuestros contenidos íntimos toda la vida?”, finaliza Olimpia.

Nota final

Este texto es un artículo documentado, el cual busca plasmar cómo la violencia digital hacia las mujeres, es solapada por la sociedad a través de la cultura de la cancelación y no sólo está presente en la vida pública de los famosos. También es tangible en la cotidianidad de nuestra vida: “cancelamos” a diestra y siniestra a quien creemos ha cometido un acto inmoral que daña las “buenas costumbres”, esto se potencializa en una cultura machista que critica severamente a las mujeres.

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