En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Foto de Kyle Loftus de Pexels
Picture of Saraí Sánchez Beltrán

Saraí Sánchez Beltrán

Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán

Saraí es una persona que ama la buena música, un buen viaje, una deliciosa comida y contemplar atardeceres. Me apasiona dibujar, leer, cantar, escribir, investigar, patinar en hielo, la playa; pero sobre todo crear historias y más si soy yo la que pone el toque en los dibujos. Soy licenciada en psicología por la FES Iztacala, maestra en la MADEMS por la UNAM, consteladora familiar y actualmente estudiante en Diseño y Comunicación Visual en FES Cuautitlán, simplemente soy un ser poco convencional al que le gusta ayudar a los demás de una manera creativa, llevándolos siempre al encuentro con ellos mismos; amo ser madre de dos pequeñas, soy libre y de espíritu aventurero.

¿La vida es una película?

Número 16 / ENERO - MARZO 2025

La sociedad replica los valores que promueve el cine

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Saraí Sánchez Beltrán

Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán

Hemos crecido desde niños con la absurda idea de que debemos estar en un cuento de fantasía, donde vamos a encontrar a nuestro príncipe azul y al final vamos a vivir con él para toda la vida, o por el contrario, encontrar a la princesa hermosísima que tenemos que rescatar y con la que estaremos por los siglos de los siglos juntos, porque nos metieron en la cabeza la imagen donde termina la película y cierra el telón con un beso de amor, o la historia en donde todo magníficamente se resuleve en nuestra vida, los problemas se van y llega algo o alguien a rescatarnos. 

Pero, ¿de verdad esa es nuetra realidad? Porque si lo pensamos detenidamente, todos vamos sufriendo por amor, por encontrar a nuestra media naranja o el llamado “amor de nuestra vida”. ¿Y qué pasa cuando nos enamoramos? Que queremos vivir esa película de cuento de hadas con la persona que idealizamos en la infancia, entonces tratamos de que la persona encaje en nuestros ideales, no aceptamos al otro tal cual es, sino que queremos cambiarlo y que se adapte a “nuestras necesidades”, pero al intentar someter al otrx, nos encontramos con el verdadero problema y conflicto de la vida: muchas veces nos quedamos en una relación tóxica y violenta y otras preferimos no tener conflictos y entonces intentamos decir que no somos afortunados en el amor, porque no conseguimos pareja, que todos son iguales, o todos son narcisitas o son feministas. Pero, ¿realmente nos percatamos de que nosotros y la sociedad tenemos mucha parte de responsabilidad en ese asunto? Idealizar al otro sólo nos deja en la aburrida idea de que es como creo que es y jamás llegamos de verdad a concoerlo, porque muchas veces terminamos la relación sin darnos la oportunidad de que las endorfinas y dopamina bajen de nuestro sistema para poder aterrizar y darnos cuenta de quién es el otro en realidad, pero cuando lo hacemos, resulta que ya no nos gusta y vamos por ahí rompiendo corazones y con nuestro propio corazón roto, no notamos que sólo estamos en el ligue inifinito porque nos hace sentir miles de cosas. La mayoría ya no quiere compromisos serios, sino vivir el momento y así vamos de momento en momento sin encontrar lo que tanto nos dijeron que nos pertenecía. 

Crecimos con películas de Disney, series o telenovelas que tienen un drama intensamente alterado de la realidad, queremos imitar y vivimos así, con apariencias, con estándares de moda, de marcas, de imaginarios que instaló esta sociedad capitalista en todos nosotros; o por otro lado, vivimos en un lugar que creemos que por arte de magia o con tener superpoderes lo vamos a poder resolver todo, pero no nos damos cuenta de que todo eso no es la vida real, que la vida se pasa ante nuestros ojos y que nuestra existencia tan corta en este planeta se acaba. 

El impacto del cine y la televisión nos ha dejado un mundo construido de palabras, de imitación, que no siempre concuerda con nuestra realidad, vivimos los estilos de vida que se fijan en un momento dado, en un tiempo específico bajo intereses políticos y económicos determinados para controlar a la sociedad, creando idearios imaginarios en la población. El cine nos refleja lo que quiere vendernos y nos limita a que nos conformemos porque la solución tarde o temprano, mágica o milagrosamente va a llegar como ocurre en la mayoría de las películas, que al final de la trama se resuelve y se lleva a buen puerto la historia, pero, ¿cuándo decidimos poner nosotros el esfuerzo para que las cosas sucedan? No creo que todo lo que nos aporte el cine y la televisión sea malo, pero creo que sería importante filtrar lo que vemos y no vivir la vida que nos dicen que debemos vivir, o lo que creemos que nos dará la felicidad. Recordando que también hay una cierta mafia en este mundo del cine y la televisión, implícitamente relacionada con la sexualidad libre, el alochol y drogas, que inclusive el mismo cine lo clasifica con una letra o un + y un número referente a la edad en que se puede consumir este contenido y así tener la excusa para poder transmitirlo. 

Es importante saber que el lograr cambios sustanciales depende de nosotros, el trabajar con constancia por lo que queremos y siempre trabajar con nosotros mismos, sin tener que ser Budas, sino mantener un equilibrio que nos permita ser acordes a esta sociedad, pero también a lo que es la vida y permitir escucharnos, ver nuestra realidad, despegar con nuestros proyectos pero siempre con los pies firmes en la Tierra. Sé que aquí abordo solo una pequeña parte de tantos y tantos temas que nos ha dejado la industria del cine y de los cuales podríamos opinar, pero creo valioso decir que es importante no pasar por alto nuestra increíble existencia (un cuerpo complejo que respira, que por dentro tiene procesos autopoiéticos, que se regula a sí mismo sin estar al margen de la consciencia, hace sus procesos sin que nosotros le digamos que los haga y que la Tierra es igual, pasa estaciones, se autoregula, evoluciona), por perdernos en un mundo de ciencia ficción. 

Algo importante para destacar es que todo esto tiene un fin, siempre un fin, ya sea económico, político, de someter y controlar a una población, crear necesidades, y un largo etcétera.

Explico: por poner un ejemplo el mundo de la pornografía, creando ideas de cuerpos perfectos y el placer a todas horas, pero para eso existen los métodos anticonceptivos para regular a la población, recordemos la idea que nos vendió Estados Unidos: “las familias pequeñas viven mejor”, porque así siendo pocos integrantes, se puede consumir mucho más, comprobado en las estádisticas de cuántas personas podían comprar un televisor por familia en los años 50 donde los integrantes eran de dos padres y aproximadamente diez hermanos y cuántos televisores se pueden comprar hoy en día en una familia; en otras estadísticas que reporta la INEGI de cuántas personas viven endeudadas en créditos como Coppel, Elektra, Liverpool, que nos venden ropa, aparatos electrónicos y un largo etcétera consumista que nos marca qué debemos tener para ser felices, algo tan influyente como es la idea del cine.

Pasa por mi cabeza la idea de la película rápido y furioso, donde se mueve como argumento principal el insitar el uso de alcohol, drogas, la sexualidad con mujeres hermosas que llevan ropa carísima y autos carísimos y que hacen carreras clandestinas tomando alcohol. ¿Eso de verdad no refleja las estadísticas de cuántos adolescentes y adultos jóvenes mueren en accidentes en nuestro país al año? De verdad vale la pena preguntarnos si todo eso del cine no tiene una influencia en el cómo estamos viviendo nuestas vidas, a ¿quién le importa que consumamos esas cosas? Pues estamos en una sociedad capitalista regida por un mercado con intereses políticos y económicos muy precisos, y el cine también ha sido bastante influencia para que todo esto siga ocurriendo, tal vez ahora más reflejado en plataformas de streaming, en aplicaciones como Facebok, Tik tok, Youtube, Instagram, entre muchas otras; se continúa con la misma línea, decirnos cómo se debe vivir, qué se debe seguir para ser “exitoso”, cómo reaccionar en las relaciones de pareja, qué comprar para estar a la “moda”. Tal vez pudiéramos hacer un pequeño ejercicio de comparar nuestra cultura y su industria del cine con la de oriente, pensar en una película muy famosa como Your name que actualmente ganó muchos premios y reconocimientos, o Chihiro, que nos muestran muchos valores y una finalidad diferente con moralejas distintas a occidente, por ejemplo la escena donde llegan a una ciudad desolada y los padres de Chihiro empiezan a comer y dicen que después pagarán la cuenta, pues no hay nadie en el establecimiento que los pueda atender y Chihiro se rehúsa a comer igual que ellos, después sus padres son castigados y se convierten en cerdos y ella hace todo lo posible por salvarlos, que es el punto central en que se basa la película, haciendo las cosas de manera honesta, disciplinada y buscando la forma de aprender lo que tiene que hacer; sin duda una película que tiene un carácter diferente en todo, la estructura, lo que nos trata de transmitir y vender y nos refleja claramente cómo es que en el otro lado del mundo se tiene en una ideología más armoniosa y el mensaje es que nos transmite una trama de cine distinto.

Solo tal vez y si tal vez dejáramos de vivir nuestra existencia como si fuera una película, podríamos constuir una sociedad diferente, con propuestas más a fines a la vida y ver que lo que impone una figura pública, es importante en el cómo esos fans lo van a vivir y replicar.

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